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La difícil lucha por la libertad en Hong Kong

Mientras la ciudad de Hong Kong fuera una pujante colonia británica, esto es hasta 1997, sus siete millones y medio de activos habitantes gozaron de un muy amplio margen,real y efectivo, de libertad personal.


No obstante, lo cierto es que Gran Bretaña jamás les concedió el derecho a elegir con entera libertad a sus autoridades locales a través de las urnas. Desde que Hong Kong es parte de China, las cosas, en materia de libertad, parecen haber cambiado. Y no necesariamente en la buena dirección.
 
En efecto, quienes –en Hong Kong- procuran defender las libertades personales deben hoy luchar esforzadamente para alcanzar ese objetivo, enfrentando para ello a las autoridades locales que hoy responden claramente a Beijing y se empeñan en tratar de apartarlos del mundo de la política y de neutralizar de mil maneras sus esfuerzos.
 
Una reciente decisión judicial, que debe celebrarse por lo que –en gran medida- significa, alimenta la esperanza de que la lucha por mantener vigentes las libertades personales en Hong Kong no sea un esfuerzo estéril, destinado al fracaso.
 
Joshua Wong, Alex Chou y Nathan Law habían sido condenados a prisión por el “delito” de haber liderado y participado en las protestas callejeras contra el autoritarismo chino del 2014. Sus condenas los habían puesto claramente al tope de la lista de los “prisioneros políticos”. De las preocupaciones chinas de esa índole, entonces. Por ello, precisamente, fueron detenidos y encarcelados.
 
No obstante, la condena aludida acaba ahora de ser dejada sin efecto por la justicia local y el trío mencionado seguramente respira algo más tranquilo, con algún alivio después del calvario ya atravesado.
 
Una sentencia del Tribunal de Apelaciones Finales de Hong Kong revocó las tres condenas y los dejó en libertad. Pero, de paso, el Tribunal aprovechó la ocasión para dejar meridianamente en claro que las protestas sólo son admisibles siempre y cuando en ellas no haya violencia o si, desde ellas,no se incita o convoca a la violencia. De lo contrario, ellas configuran un delito, de acuerdo a las normas locales.
 
Hablamos de los tres jóvenes que lideraron y organizaron protestas y “sentadas”masivas contra su gobierno que tuvieron lugar –pacíficamente- todo a lo largo de casi tres meses, para esfumarse después.
 
La sentencia que ahora los libera de alguna manera les confiere, obviamente sin admitirlo expresamente, una suerte de inesperada patente de “políticos locales importantes”. La que seguramente tratarán de utilizar, en más, si logran sobreponerse a la dura experiencia que les tocara vivir.
 
Las restricciones que,de paso,fueron impuestas hacia el futuro apuntan a advertir a toda la juventud de Hong Kong que las libertades existen, pero que ellas están sujetas a los límites y restricciones que, en cada caso y de tiempo en tiempo, sean impuestos por las autoridades locales. Les guste o no, ellas no son absolutas. Y su vigencia real depende entonces de cuan amplias o estrechas terminen siendo las fronteras que les sean definidas por las normas reglamentarias.
 
 
 
Emilio J. Cárdenas.
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 

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