Esta nueva visión tan íntima de los retratos no sólo llama la atención por su estética, sino también por la profundidad de los elementos seleccionados.

Nada es fortuito en las composiciones del artista, que parte de una fotografía para desarrollar su estilo, y, además, contar una historia. Estas historias de personas anónimas las constituye y las crea, por norma general, en espacios neutros sobre los que destaca un rostro. Nehan coge este rostro para crear una expresión nueva, una perspectiva diferente, en la que suele marcar la parte izquierda, a veces invalidándola.

La espiritualidad de sus obras también se marca por la acentuación de los ojos, sus colores y su posición, así como por el uso de pequeñas zonas pintadas alrededor, semejantes a la acuarela. Esto último enmarca de manera casi mística el rostro, tratando de transmitir en su conjunto un estado concreto.
 

Esto se ve potenciado por el uso de los contrastes y la elección de los colores, y por la modificación de las distintas piezas que los conforman.
 

Por ejemplo, en la obra Scars nos llama la atención el corazón rojo, destacado en un espacio neutro, y completamente dividido, o la boca marcada en morado para silenciarla.
 

 

En Dukkha también podemos apreciar cómo un tercer ojo está cerrado, como una puerta a la espiritualidad que no se abre, y el ojo izquierdo queda totalmente oculto, quizás para liberar totalmente las emociones.

En definitiva, todos aquello que subyace se pone de manifiesto. De hecho, a veces no es necesario encontrar palabras para definir tan bien cómo nos encontramos como mirando directamente a uno de los collages de Nehan. Su sensibilidad va más allá de la atracción de la belleza y analiza los rostros como última expresión del alma humana y de cómo se encuentra.

Se puede ver su obra en su cuenta de Instagram @aaron_nehan y en su página web www.aaronnehan.com

Cristina Merino