“Mi marido es adicto a Twitter y a la luz roja de la Blackberry”, decía preocupada una mujer. En cualquier lugar y a cualquier hora, enviaba tuits compulsivamente, y consultaba sin parar sus menciones e interacciones en Twitter. Miraba continuamente de reojo la Blackberry, por si se había encendido la luz roja, avisando de un nuevo mensaje.
// MÁS DEL AUTOR