La pregunta que más se repite apunta a desentrañar si el magnate seguirá siendo el que fue, o sacará un as que desconcierte todavía más al ser norteamericano.
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Sábado, 02 de noviembre 2024
La pregunta que más se repite apunta a desentrañar si el magnate seguirá siendo el que fue, o sacará un as que desconcierte todavía más al ser norteamericano.
No es prolija la actual Argentina, son demasiados los flancos débiles que requieren especialistas.
Durante doce años se nos ha enseñado que la impunidad era inherente al poder, y que el poder se mantenía aún cuando se transiten los meses con la categoría de “ex”.
Tiempos difíciles pero no imposibles. Quizás sea esa la más cabal de las diferencias con el kirchnerismo. El gobierno de Cristina se ufanó de complicarle la vida a los argentinos en general y a la clase media en particular.
Nada es más fácil y cómodo que echar culpas a una administración que aún no ha podido empezar a actuar por la simple razón de que no hay qué administra
Hace casi dos meses, por razones personales, debí tomar cierta distancia de la política. Las fechas coincidieron con el cambio de gobierno y consecuentemente, con el comienzo de la gestión de Cambiemos.
Volvieron las banderas argentinas. Volvió la política. Regresó, sin disfraces ni máscaras, la democracia. La normalidad se hace presente en la estampa del Presidente después de tantos años.
Ni eufemismos. Ni especulaciones ni expresiones de deseos confundidas con realismo: el kirchnerismo se va dejando en evidencia toda la brutalidad de su esencia.
Tantas y tan pocas palabras para un cambio tan crucial como decisivo. Aunque nada ha variado todavía, hoy nada es lo mismo. Se ha votado: Mauricio Macri es el próximo jefe de Estado. La apertura de urnas cierra una etapa que debería dejar tantas enseñanzas como amarguras.
Qué desencuentro le ha jugado el destino a Daniel Scioli. Llegó al debate presidencial ansioso de repuntar una intención de voto que no lo beneficia, y salió desencontrado del electorado y de sí mismo.
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