El procesamiento del Vicepresidente de la Nación por delitos de singular gravedad para un funcionario de su nivel coloca a la democracia argentina en una situación inédita de deterioro en su prestigio interno y externo.
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Domingo, 03 de noviembre 2024
El procesamiento del Vicepresidente de la Nación por delitos de singular gravedad para un funcionario de su nivel coloca a la democracia argentina en una situación inédita de deterioro en su prestigio interno y externo.
Está claro que, en este caso, el poder mundial juega junto a la Argentina, cuyo reclamo han apoyado incluso países con los que mantiene ásperas disputas por temas territoriales o comerciales –caso de Gran Bretaña o el Uruguay-.
Un notable choque cultural que encuentran los argentinos al viajar al exterior, o al radicarse en otro país, es el valor otorgado a la palabra. Salvo, tal vez, en Italia, el testimonio casi unánime de nuestros compatriotas al conversar sobre el tema es: “Allí, lo que se dice, es”.
La deuda puede ser externa o interna. Con el exterior la relación es más clara y las alternativas no son muchas: hay que pagar. Cierto que puede existir alguna vez un “default” negociado, pero se trata de un mecanismo al que no es posible recurrir de manera corriente. Deteriora el prestigio del país, sube la tasa de interés por el aumento de la desconfianza y trae complicaciones que enrarecen la economía dificultando la inversión.
El problema no es la deuda. Somos los argentinos. Y en particular, los argentinos a quienes elegimos para gestionar el poder. Pero también las mayorías, cuya renuncia a la responsabilidad ciudadana de pensar en el conjunto cuando se opina y se vota, cuando se reflexiona y se publica, cuando se juzga y se actúa, nos llevarán a repetir el ciclo aunque logremos salir.
¿Es justo vincular al gobierno con la ola de violencia que se está instalando en la Argentina?
Si el nuevo “relato” justifica el acuerdo con REPSOL en la explotación de Vaca Muerta –o, peor aún, si esa asociación es condición del acuerdo-es de temer que se vuelva a las andanzas. El subsuelo –y el aire-, como los glaciares, la minería a cielo abierto y la sojización producida por las retenciones, seguirán siendo los costos de una política populista, rudimentaria e irresponsable
Quien decide la transferencia del poder es el Congreso. No es una atribución presidencial, o una decisión del Vicepresidente
Excedentes dilapidados. Tal podría ser una caracterización –benigna- de los diez años kirchneristas.
“…Rebotar bien es salir de la crisis apostando a la modernización productiva tanto de la industria como del sector agropecuario, al turismo, a los emprendedores, al mercado global…”
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