Los datos no mienten. Mucho menos los del Banco de España, que son los que he visto. Reflejan con nitidez que el cuadro macroeconómico está manga por hombro. Y, que la tendencia empeora.

María José Izquierdo J.

Flex-i-seguridad. Al estilo norteamericano, ya tiene nombre el tipo de colchón que necesitamos los españoles para amortiguar los efectos de la desaceleración o crisis económica en la que estamos metidos, a decir de Gerardo Díaz Ferrán,  representante de todos ellos.

 

Díaz Ferrán encarna el relevo empresarial hasta en el empleo de la terminología social del siglo XXI. Pero, doy por hecho que sabe de lo que habla porque da trabajo a cerca de 25.000 personas en diferentes empresas. Es un hombre de negocios. Y, pese a lo que parece, los hombres de negocios no duermen entre laureles.

 
Ferrán ha dicho que medio millón de ciudadanos irán al paro en España en el 2008. La culpa, según él, la tendrá la crisis económica y los miembros cesantes del gobierno.

          
El equipo económico del gobierno es lo que se podría llamar un cesante ante la crisis, en interpretación libre del análisis hecho por el presidente de la CEOE,  tras las medidas de “choque” adoptadas por el Consejo de Ministros, las cuales no le han gustado nada.

 

Del cesante escribió mucho y bien Antonio Gil de Zarate, al que los derroteros de la vida llevaron por  el camino de la literatura. Y, esto fue lo que dijo: “El cesante es una de las que, en España, se llaman clases pasivas, nombradas sin duda así porque padecer es su destino”. “Todo por el dinero” es obra suya, pero aquí viene de perlas.

 

Difícil tesitura. Las autoridades españolas han hecho una interpretación tan optimista de la crisis económica que se la han creído o eso dice. Pero la cara es el reflejo del alma. Y, las caras de algunos ante los datos que van conociendo  empiezan a traicionar las cosas que dicen. Véanse los  vídeos de la rueda de prensa del secretario de Estado de Hacienda. El éxito del superávit corre peligro.
 

Además, menos actividad significa  a la postre destrucción de empleo. A eso, hay que añadir que uno de los peores males de la economía española es que con tasas de crecimiento superiores genera más paro que el resto de los países europeos de su entorno.  Y, con más paro, menos bienestar y más problemas sociales.

 

Los datos no mienten. Mucho menos los del Banco de España, que son los que he visto. Reflejan con nitidez que el cuadro macroeconómico está manga por hombro. Y, que la tendencia empeora.  La conclusión, pues, es obvia: el gobierno va a tener que rebajar sus previsiones más de lo previsto o varias veces este año. Tiempo al tiempo.

 

El tiempo, sin embargo, no solucionará otro de nuestros males endógenos: esa costumbre tan académica de hablar sobre el sube y baja del PIB, con la frialdad y resignación con que los contables manejan los balances, sin interiorizar que ahí van nuestras rentas. Las de todos y las de cada uno: administraciones, empresas y familias.

 

Confiar la solución de tantos problemas como se avecinan a la mano invisible de A. Smith podría ser uno de los camino. Tanto como dar una respuesta válida  a la siguiente pregunta: ¿Podemos hacer, ahora, algo por nosotros mismos, además de recurrir a la providencia o a un nuevo golpe de suerte para que el susto no sea de muerte?

 

 Otro secretario de Estado, éste británico, ha dicho que solo Tony Blair puede sacarnos a todos los de la UE del paro que va a generar la crisis. Y, me lo creo a pies juntillas.

 
Mucho me temo, por tanto, que lo único que sí estará en nuestras manos es acompañar en la desdicha a esa otra clase de cesantes de los que Gil de Zarate dice están  “obligados a una holganza forzada”.  Serán quinientos mil, en el 2008. Cerca de un millón, en el 2009. ¿Tres millones más, en cuatro años o menos?  

 

                                  

María José Izquierdo.Periodista. PDG por el IESE