Steve H. Hanke dice que México está utilizando la misma tactica de Tito en Yugoslavia: en lugar de flexibilizar el mercado laboral doméstico, se permite que los trabajadores se vayan a trabajar a otro país.
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Sábado, 08 de febrero 2025
Steve H. Hanke dice que México está utilizando la misma tactica de Tito en Yugoslavia: en lugar de flexibilizar el mercado laboral doméstico, se permite que los trabajadores se vayan a trabajar a otro país.
Steve Hanke
El dictador yugoslavo Josip Broz Tito murío el 4 de mayo de 1980 y su funeral fue presenciado por más políticos y delegaciones estatales que cualquier otro en la historia. Aunque el Mariscal Tito esté muerto, sus ideas siguen vivitas y coleando.
En 1948, Tito dejó huella al romper las filas con Stalin. Moscú no tardó en calificar la forma de comunismo de Tito como revisionismo. Después de todo, el sello distintivo de la política exterior de Tito ere el Movimiento No Alineado, del cual la Yugoslavia de Tito (junto con el Egipto de Nasser y la India de Nehru) fue miembro fundador, y a nivel nacional, la forma singular de “socialismo de mercado” descentralizado de Yugoslavia incluía firmas administradas por trabajadores.
La idea de la firma administrada por trabajadores atrajo mucho interés y muchos partidarios en todo el mundo. En Yugoslavia, sin embargo, el sistema no produjo suficientes empleos para dar trabajo a todos los yugoslavos porque los trabajadores-administradores socialistas consideraban que los elementos recién ingresados a la fuerza laboral eran intrusos en busca de “ganancias” que reducirían su tajada del pastel de las “ganancias”. En consecuencia, Yugoslavia enfrentaba un problema crónico de exceso de mano de obra.
Para resolver el problema y ocultar las fallas del sistema de administración de los trabajadores, Tito ideó una estrategia económica sencilla pero ingeniosa: abrió las fronteras yugoslavas—al menos según los estándares comunistas—y exportó la mano de obra excedente. Este elemento no publicitado del titoísmo funcionó de maravilla. En su apogeo, a principios de los 70, había más de un millón de yugoslavos, alrededor del 11 por ciento de la fuerza laboral, trabajando en Europa Occidental. Las remesas de moneda firme (principalmente marcos alemanes) que esos yugoslavos enviaban a casa equivalían hasta un 30 por ciento de las exportaciones de Yugoslavia.
Al igual que Yugoslavia, la economía de México está atrapada en una variedad de viejas rutinas estatistas. Según el reporte “Doing Business 2007”, del Banco Mundial, el mercado laboral de México no funciona bien. De los 175 países estudiados por el reporte, México quedó en el lugar 108 en términos de las dificultades enfrentadas por compañías al contratar, emplear y despedir trabajadores. No es sorprendente que México se encuentre en un camino de lento crecimiento y que no pueda producir suficientes empleos.
En lugar de modernizar la economía, los políticos de México han usado la válvula de seguridad el titoísmo: cuando son incapaces de fomentar trabajos productivos, exportan la fuerza laboral. El año pasado, casi el 30 por ciento de la fuerza laboral de México trabajaba en Estados Unidos y estos trabajadores enviaron aproximadamente 23 mil millones de dólares a casa en remesas. Eso representó más de una tercera parte de ingresos totales por salarios en el sector formal de la economía mexicana y casi el 10 por ciento de las exportaciones de México.
En Turquía, la historia es similar a la de México. En el 2005, 3,7 millones de ciudadanos turcos vivían en el extranjero, y alrededor de 1,34 millones tenían empleo. Esto significa que 5,4 por ciento del total de la fuerza laboral activa turca trabajaba en el extranjero en el 2005.
Esas cifras reflejan un disfuncional mercado laboral en Turquía.
De acuerdo con el reporte “Doing Business 2007”, el mercado laboral de Turquía ocupa el lugar 146. Las onerosas leyes y regulaciones que afectan al mercado laboral turco lastiman tanto a trabajadores como a empresas al hacer que sea difícil contratar trabajadores nuevos, y costoso despedirlos. Como resultado, el mercado laboral es rígido e incapaz de responder a presiones competitivas y de crear un número adecuado de empleos. Así que, una vez más, el titoísmo resulta útil.
Además de la mezcla tóxica en Turquía, impuestos castigadoramente altos sobre los salarios también contribuyen a la disfunción del mercado laboral turco.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en París, ha calculado la “tajada fiscal” para los países miembros del a OCDE. La tajada fiscal es la proporción de ingresos de los empleados tomada por el Gobierno. Es igual a la diferencia entre los costos laborales para el patrón y el salario neto que el empleado se lleva a casa, e incluye cualquier prestación en efectivo recibida de programas gubernamentales de asistencia social.
Para una familia con dos hijos y un padre que trabaja, la tajada fiscal de Turquía era más grande, del 42,7 por ciento, que la de cualquier otro país de la OCDE, en el 2005, y 15 puntos porcentuales más alta que la tajada promedio de la OCDE del 27,7 por ciento. Si Turquía bajara la carga fiscal sobre los salarios al mismo nivel que la de Irlanda (la más reciente economía tigre), tendría que reducir los impuestos sobre los salarios en un 75 por ciento.
Los mercados laborales disfuncionales, que desarraigan poblaciones y las depositan en tierras y culturas extranjeras, han beneficiado a los políticos en todos lados del espectro político durante sus enconados debates electorales. Lanzar invectivas disfrazadas sobre sucesos hipotéticos exacerba lo peor de la naturaleza humana y refuerza la demagogia.
Sin importar sus diferencias, los gobiernos de ambos países han sido flagrantemente injustos con sus fuerzas laborales, con Turquía tendiendo a la negligencia, México usando activamente la “escoba” del titoísmo, y ambos desestabilizando a los países vecinos, lo que provoca fricciones e incluso conflictos innecesarios.
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