Se proyecta que el gasto requerido en 2005-2010 para infraestructura en países en vías de desarrollo constituye 5,47% de su PIB y que ante el inminente problema que esa deficiencia de inversión representa, es necesario permitir la participación del sector privado.
Steve Hanke
En EE.UU., usted sabe que un problema es grave cuando se le dedica un capítulo entero del Reporte Económico del Presidente. El reporte emitido en febrero de 2008 contiene un esclarecedor capítulo titulado: “La infraestructura de la nación”.
Una economía depende de la infraestructura para facilitar el flujo de productos, personas, información y energía. De acuerdo con esto, los puertos, carreteras, puentes, rieles, aeropuertos, redes de comunicación, líneas conductoras de electricidad, sistemas de administración de agua y muchos otros sistemas de infraestructura son elementos importantes de una economía.
La infraestructura deficiente —ya sea insuficiente en cantidad o calidad— no solamente aumenta los costos pero puede literalmente llevar a una economía a sus rodillas. India y muchas otras naciones asiáticas han sido severamente afectadas por su
mala infraestructura.
Hasta EE.UU. no se salva de problemas de infraestructura. Por ejemplo, el número de millas viajadas en automóvil en EE.UU. se ha duplicado desde 1980, pero la capacidad total de los carreteros solo ha aumentado en un 6%. El resultado ha sido un aumento dramático en los costos de congestión (tiempo perdido, combustible extra, etc.).
En EE.UU. y en otros lugares, las inversiones en infraestructura y su mantenimiento se calcula que serán enormes. De hecho, para las regiones de Asia Oriental y del Sur, los gastos proyectados para infraestructura y mantenimiento de esta para el periodo de 2005-2010 constituyen 6,6% y 6,9% del PIB, respectivamente (ver cuadro).
Fuente: Instituto Ecuatoriano de Economía Política
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