Habrá que observar qué actitud asumirá la comunidad internacional y en qué medida las fuerzas legales serán capaces de mantener el orden en un contexto de dolorosa división e inestabilidad.

Editorial
Nada justifica el asesinato de 42 personas en la campaña electoral que decidirá el próximo presidente en Guatemala. Ni siquiera las parcelas de poder que el vencedor tendrá a disposición para controlar la economía y utilizar el malogrado presupuesto público.

Es la eterna paradoja de la economía y el gobierno en los países castigados por la pobreza. La falta de desarrollo de la actividad privada hace que el estado se transforme en la herramienta excluyente de gestión y concentración de poder. Las energías que deberían ser empleadas en estimular iniciativas en el campo productivo, el comercio y el desarrollo se emplean en cambio para pelear por una parcela de ese omnímodo poder. Y en este contexto la puja se radicaliza y se transforma, como indican los hechos, en una cuestión de vida o muerte.

Lánguidas estructuras

La violencia política expresa ese profundo desequilibrio de prioridades que instala la lucha por el poder en el centro de la sociedad. La hace vital y recrudece cada que vez que se abre el proceso electoral. Proceso que, por otra parte, muy difícilmente promueva una renovación del gobierno o de sus lánguidas estructuras. La batalla electoral se transforma, más que en una disputa de ideas y proyectos, en una tarea de resistencia donde se juega la propia vida.

Diario Exterior ha seguido el trayecto de esta campaña electoral y ha publicado en numerosas ocasiones los hechos de violencia que rodearon al proceso. Ahora publica un balance de esta desquiciada lucha que arroja nada menos que 42 muertos desde que se inició la campaña. La más violenta de la historia del país. La más trágica de sus años de democracia.

Lo que habrá que observar de aquí en más es qué actitud asumirá la comunidad internacional y en qué medida las fuerzas legales serán capaces de mantener el orden en un contexto de dolorosa división e inestabilidad. Habrá que aguardar además el desenlace de este lamentable y trágico capítulo de la historia política del país.

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Las elecciones presidenciales en Guatemala serán el próximo 9 de septiembre.