Política

Ecuador: Alfredo Palacio no tiene ninguna legitimidad

“Los que no evolucionan debieran renunciar a toda participación política y dedicarse a la actividad privada que nunca dejará de ser el motor del crecimiento económico. La gente común y corriente, ni diputada ni delincuente, está esperando una reintegración porque la fragmentación orquestada por la política profesional ya no puede tener más períodos de vigencia legal. La gente hasta renunciaría a las hazañas de la refundación o a las grandes palabras de la constituyente.”

Democracia
El presente gobierno no tiene ninguna legitimidad. Es apenas tolerado ante la falta de otra opción democrática, pero en vez de andar de puntillas y respetar los pedidos populares se hace de la vista gorda, acaricia su “green card” y cree que estuvo siempre al mando.

A los ciudadanos nos quedan dos opciones: plegar a la simplificación y al simplismo, hacernos también de la vista gorda y revestirnos de santa paciencia (como si esto fuera posible) o tragar algo de la complejidad estructural y retomar la protesta de hace un mes cuando todavía quedaba Lucio y Palacio no llegaba a ser un protagonista de lo mismo. Recordemos que las propuestas de que se vaya Lucio o solo se vaya la corte eran tachadas de cobardes. Lucio se ha ido a medias dejándonos el mismo congreso rodapiés, su vicepresidente, sus socios, su cónyuge, su hermano para que, entre todos, echaran una manta sobre las resoluciones de la Pichicorte y nombraran una nueva que ya huele a reparto antiguo.

El seguro de vida que ha comprado este gobierno es el emitido por el partido socialcristiano: un seguro contra anarquistas, pensando que las fuerzas retro-democráticas apostarían el todo por el todo para evitar la desintegración de la república. Hasta ahora les ha funcionado pues los forajidos auténticos han entrado a una fase de hibernación mientras los inauténticos, los “forágiles”, repiten desde sus flamantes cargos, las mismas líneas pensadas por los retro-demócratas.

A la OEA no hay nada que explicar sino que seguimos gozosos en la saga de la antidemocracia no representativa y que voluntariamente, (verticalmente), hemos decidido (hemos acatado) que prendimos la alarma pensando que se robaban el país pero que solo era el gato de 18 vidas que saltaba los techos. Hemos vuelto atrás a la sociedad fingidora de felicidad y paz.

Sin embargo, casa adentro, aunque nos queda la desilusión por la reedición del alarconato con los mismos padrinos, persiste la voluntad de que cambien los sentidos de los liderazgos y los líderes de la retro-democracia. Dada la conformación del Ecuador es un absurdo que lo gobiernen los políticos del autoritarismo, del reduccionismo, de la ilegitimidad, de la desorganización, de la ineficacia y de la inestabilidad pero si no evolucionan los votantes seguiremos con élites desaprensivas mandando y masas desilusionadas desobedeciendo.

Los que no evolucionan debieran renunciar a toda participación política y dedicarse a la actividad privada que nunca dejará de ser el motor del crecimiento económico. La gente común y corriente, ni diputada ni delincuente, está esperando una reintegración porque la fragmentación orquestada por la política profesional ya no puede tener más períodos de vigencia legal. La gente hasta renunciaría a las hazañas de la refundación o a las grandes palabras de la constituyente pero lo que no puede aceptar es que varios ancianos les sienten en una mesa a decirles todo lo que no se puede hacer porque sería libertinaje.

El problema del Ecuador es de ética, de conducta, de comportamiento, de desacato a principios y leyes. Si no quieren discutir las reglas de juego que se vayan a sus partidos cerrados, a sus consultorios cardiológicos y que al menos dejen que gente con otra ética, menos entendidos en lo políticamente correcto, tomen las riendas de la república.

Fuente: El Comercio – Ecuador

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