Navegar por la extensa biografía de Josep Pla es un largo viaje huyendo de los que le han acompañado en un itinerario incierto, contradictorio y errático. Es un recorrido fugaz y cambiante de una vida marcada por la obsesión de leer, escribir, hablar y gozar de la vida adaptándose a las circunstancias de cada momento. Pla huye de las personas y de los conflictos discretamente abandonando amigos, colegas, mujeres, mecenas y editores. El refugio más seguro son sus hermanos, y especialmente Pere.
La biografía Un cor furtiu, de Xavier Pla, ninguna relación familiar con el biografiado, es un gran fresco humano y literario basado en una multitud de fuentes que el autor conduce con talento después de haber dedicado diez años de su vida a prepararlo. No sé si es la biografía canónica de Josep Pla, pero sí que aflora un personaje errante y divertido, cínico y oportunista, con todas las facetas de su dilatada existencia humana y literaria. Para quien esté interesado en la literatura catalana del siglo XX es imprescindible transitar por las casi mil quinientas páginas de esta obra monumental.
Se nos presenta un personaje que va siempre a lo suyo, conservador y liberal, astuto, muy trabajador y casi perturbado por la escritura. El autor es de una gran sobriedad al describir episodios poco edificantes de su vida personal. Se confirma que la presunta entrevista hecha a Adolf Hitler junto con Eugeni Xammar en el Munich de los años veinte es falsa de toda falsedad. Tampoco se esconde su tendencia a copiar artículos, folletos, textos diversos, firmados con iniciales, con seudónimo o con JP.
El periodismo, antes y siempre, no es otra cosa que copiar la realidad tal como uno la ve o se la imagina. El autor nos sitúa diciendo que Pla como hombre es un amoral, pero como escritor es un moralista. Si tuviéramos que juzgar la gran literatura universal por el comportamiento de sus autores, viviríamos en un desengaño permanente.
Es interesante seguir la trayectoria de Pla en el periodo de entreguerras, en la dictadura de Primo de Rivera, en la llegada de la República y la Guerra Civil. Es memorable el viaje que Francesc Cambó, Ventosa Calvell y el mismo Pla efectúan en tren a Madrid el 13 de abril de 1931, el día anterior a la proclamación de la República. En aquella jornada se hunde el universo de la Lliga de Cambó y Pla se convierte en un personaje angustiado, insatisfecho y melancólico. Desde sus tiempos en la facultad de Derecho de Barcelona, Pla se convierte en un nómada solitario, arrastrándose en pensiones, hoteles cutres y pisos alquilados o prestados por amigos.
El arma que maneja Josep Pla con una machaconería irresistible es la palabra y la escritura. Una de las novedades que aporta la biografía es su relación con las mujeres. Se casa sin casarse con la hija del cónsul de Noruega en Barcelona y se relaciona íntimamente con varias señoras con las que convive esporádicamente largas temporadas. Se escapa de todas ellas, las deja, pero mantiene con todas una relación que perdura a lo largo de los años. Las seduce con la palabra y con una huidiza personalidad que las fascina.
Pla huyó al iniciarse la Guerra Civil y trabajó para Cambó desde Marsella y para los servicios de inteligencia de Franco. Fue espía y confidente de los americanos durante la II Guerra Mundial.
Entra en Barcelona con las tropas de Franco de la mano de Manuel Aznar y se hacen cargo de La Vanguardia durante unos meses antes de que el régimen impusiera al inefable Luis de Galinsoga.
Es en ese periodo cuando se propone publicar o reeditar en catalán las miles de cuartillas que ya lleva escritas, desperdigadas por diarios catalanes y españoles. Aparecen dos editores imprescindibles para publicar toda la obra planiana: Josep Maria Cruzet y Josep Vergés. La revista Destino , fundada en Burgos por catalanes del régimen, sería el vehículo que en unos años aglutinaría las primeras críticas a Franco trampeando a la censura.
Tuvo admiradores y críticos sin piedad. Tenía la piel dura y no se inmutaba. Los sanedrines de la cultura catalana le negaron el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes. Sufría y con una falsa modestia decía que era un desgraciado. Pla es el gigante de la literatura catalana del siglo XX, el que mejor ha retratado el paisaje y las gentes que se cruzaron en su camino. A pesar de tanto viajar, fue un hombre arraigado a la tierra, un payés que conocía, empezando por él mismo, la fragilidad de la condición humana.
Publicado en La Vanguardia el 31 de julio de 2024