Asia-Pacífico, Política

La vida religiosa se agita en Indonesia

EL HOTEL DHARMAWANGSA, en la rebosante y humeante capital de Indonesia, es un antiguo palacio javanés que ha sido convertido en hotel de lujo.

 Afortunadamente para los turistas, la crisis inflacionista indonesa ha reducido sus precios a poco más de cien dólares la noche. En la habitación, uno descubre inmediatamente un artefacto del pluralismo religioso indonesio: una pequeña tarjeta que reza, "Estamos encantados de proporcionarle un ejemplar del Corán o la Biblia de precisar uno durante su estancia". Al contrario de lo que los no musulmanes pudieran sospechar, la oferta del libro santo islámico no tiene intenciones de da´wa, o propagación musulmana, sino de objeto de cortesía en los establecimientos, comparable a los ejemplares de la edición de Gideon de los evangelios cristianos; cuando pedí un Corán, se me indicó que sólo estaba disponible en indonesio, que no leo.

 

Este año se conmemora el 60 aniversario de la independencia de Indonesia y el cuadragésimo desde la casi guerra civil provocada por los comunistas de Indonesia en 1965, que resultó en la muerte de cientos de miles de personas corrientes. Indonesia tiene problemas serios con el terrorismo, así como con sus aflicciones económicas; el hotel Dharmawangsa tiene guardias armados apostados a sus puertas, y comprueban los bajos de los coches que llegan, en busca de explosivos. Aunque es un país productor de petróleo, Indonesia tiene que importar hoy en día para cubrir sus necesidades. Yakarta da la caótica sensación de una ciudad tropical asiática típica, pero la imaginación pluralista y variada del país es igualmente excepcional – y está bajo ataque.

 

Por ejemplo, cuando llegué a finales del mes pasado, el Sunday Jakarta Post incluía el titular "Beber vino: nueva tendencia popular para los yupis indonesios"–algo que sería infrecuente en los medios de países musulmanes, incluso los tan avanzados como Bosnia-Hercegovina. La Coca-Cola es consumida extensamente, con la palabra "halal"– equivalente musulmán de "kosher"– en los tapones. Pero los clérigos reaccionarios están luchando por imponer una interpretación reducida del islam en Indonesia. A comienzos de agosto, el organismo oficial de clérigos musulmanes del país, el Consejo Ulema de Indonesia (Majelis Ulama Indonesia, o MUI), publicó 11 fatwas, incluyendo condenas al pluralismo religioso, a una organización llamada Red del Islam Liberal (LIN), y al Mohammadiyah, un movimiento de 20 millones de miembros. Vi algunas señales de que el ataque contra el liberalismo no se dirigía sino contra mí mismo, dado que había recibido un email de Yakarta preguntando si consideraba que el liberalismo islámico es lo mismo que el relativismo religioso. Además, el LIN ha argumentado contra mi libro, Las dos caras del islam, y he sido invitado a reuniones con el Mohammadiyah. Pero la atmósfera de Yakarta, aunque desafiante, no parecía tensa.

 

Además, los medios de Yakarta informaban de que la fatwa contra el liberalismo, el pluralismo y el secularismo era "impopular" entre los indonesios de a pie, muchos de los cuales consideran al MUI cómplice de la anterior dictadura del General Suharto, que gobernó desde 1965 hasta 1998. Peter G. Riddell, experto en el islam radical en Indonesia, ha descrito al MUI en la reciente publicación de la Freedom House Las reglas del islam radical como un grupo que después del 11 de septiembre del 2001, "comenzó a abrazar progresivamente la retórica del radicalismo islámico", haciendo un llamamiento a la unidad musulmana global a la hora de librar la jihad en el combate contra la coalición liderada por Estados Unidos en Afganistán.

Tranquilizadoramente, la fatwa afirmaba que el MUI no favorecía más que el debate con las corrientes del islam liberal y el Mohammadiyah a las que condenaba, en lugar de los ataques físicos.

 

Sin embargo, citando el titular de otro periódico local, está teniendo lugar claramente "una lucha por el alma de la nación". Los sucesos recientes han incluido el cierre de docenas de iglesias cristianas al oeste de Java en el 2004 — y el gobierno del presidente Susilo Bambang Yudhoyono ha rehusado contener tales acciones, con el argumento de que las comunidades cristianas clausuradas eran "congregaciones ilegales". En un discurso al que asistí, Yudhoyono declaraba su compromiso con la lucha contra el fundamentalismo, diciendo "sabemos que las células terroristas están aún activas. Aún se esconden, reclutan, se organizan, intentan encontrar nueva financiación… e incluso planifican. Aún estamos buscando activamente a un peligroso fabricante de explosivos, el malayo Dr. Azahari y a Nurdín Mohammed Top". Pero Yudhoyono también dijo que la amnistía para Abubakr Baasyir, el aliado de al Qaeda que inspiró el atentado de Bali y otras atrocidades recientes, sería inevitable bajo la constitución. Hasta la fecha, la liberación de Baasyir no se ha efectuado – continúa en prisión.

 

La región de Aceh, largo tiempo problemática a causa de la violencia separatista y recuperándose aún del tsunami del año pasado – con considerable ayuda de las agencias humanitarias norteamericanas – es la única provincia de Indonesia en la que se ha impuesto la sharia fundamentalista. A finales de agosto, un tribunal islámico de Aceh dictaminó el azotamiento de dos parejas no casadas por consumo de alcohol y pasar tiempo juntos a la caída del sol en un lugar privado. "Las mujeres se desmayaron tras ser azotadas 40 veces… en el exterior de una mezquita", según testigos. Un grupo de derechos humanos local, Elsham, denunció el castigo como "demente" y pidió su revisión en el Tribunal Supremo nacional. Pero los azotes ya habían sido infligidos.

 

LOS MUSULMANES DE INDONESIA son de pensamiento perspicaz, lo que es perjudicial en muchos sentidos. Para muchos de ellos, el culto wahabí, que ha sido la religión estatal de Arabia Saudí y que estimuló la formación de al Qaeda, era un movimiento de reforma que pretendió la purificación del islam. Así, aunque negarán cualquier apoyo a la violencia wahabí, algunos defienden los objetivos originales de la secta. La Red del Islam Liberal, objeto de la fatwa mencionada con anterioridad, afirmaba en un acto celebrado en el 2003 que "Al destacar la importancia del [modelo del] Islam de los dos primeros siglos tras la vida de Mahoma, antes de la aparición de interpretaciones distintas, los wahabíes tienen las mismas posturas que el movimiento del islam liberal". El Islam indonesio ha hecho propio un complicado juego dialéctico que es impredecible y, espero, fortalecerá el debate y la aceptación de las diferencias… incluso si defiende lo que ve como wahabismo.

 

De hecho, el Islam de estilo wahabí tiene una larga historia en Indonesia, aunque en un país de 220 millones de personas – el mayor país musulmán del mundo – la imposición de cualquier interpretación única está probablemente abocada al fracaso. En un tomo redactado el año pasado por la Konrad Adenauer Stiftung, la fundación caritativa del Partido Demócrata Cristiano Alemán, titulado Indonesia hoy, un autor local, Azyumardi Azra, recordaba "a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, el Padri — un movimiento de estilo wahabí del oeste de Sumatra – intentó forzar a otros musulmanes de la zona a suscribir su entendimiento literal del islam. Este movimiento violento pretendía extender lo que creía era una forma pura y prístina del islam… pero fracasó a la hora de obtener el apoyo de una mayoría de los musulmanes, y fue el único ejemplo de fundamentalismo musulmán en el sudeste de Asia".

 

En una visita al cuartel general del movimiento Mohammadiyah de Yakarta, que tiene una reputación pacífica sufí, me sorprendió su retórica novel: un colorido libreto proclama, "Dando la bienvenida a la Globalización". El Mohammadiyah mantiene una extensa red de asistencia social y educativa, incluyendo miles de parvularios, escuelas primarias, institutos, centros universitarios, centenares de hospitales generales, maternidades, clínicas, orfanatos, centros de planificación familiar, bancos, microcréditos y hasta una compañía aseguradora. Su estructura organizativa incluye centros en las aldeas más pequeñas.

 

La aceptación de la globalización y la modernización lleva al Mohammadiyah a argumentar que "afronta ciertos retos, tales como enmendar sus mensajes, incluso su doctrina islámica central, para que pueda ser asimilada por las masas. Algunas figuras del Mohammadiyah han comenzado incluso a desarrollar la sociología islámica, la psicología social islámica… Otras modelan las ciencias y tecnología islámicas… Estas frenéticas acometidas son un esfuerzo por ponerse al día donde el islam quedó atrás". (El último comentario pretende, al parecer, auto-alabanza).

 

Mi contacto en el Mohammadiyah me había dicho en un email que "el fundamentalismo islámico está en boga en los últimos años en Indonesia, incluso dentro de la comunidad del Mohammadiyah, aunque no en la corriente principal. Algunos líderes del islam radical tienen un soporte académico saudí, y quieren extender su modo de comprender el islam". Unos cuantos miembros jóvenes del movimiento con los que me reuní estaban influenciados por la afirmación wahabí de purificar el islam, pero uno de entre ellos, Ahmed Najib Burhani, ha publicado artículos en el The Jakarta Post oponiéndose a actos del fundamentalismo islámico tales como un ataque el 8 de julio contra una comunidad de la Ahmadiyya, un grupo "post islámico". La Ahmadis es evitada por la mayor parte de los musulmanes porque afirma que su fundador, una figura de finales del XIX llamada Mirza Ghulam Ahmed, era un profeta divino comparable al Mesías en los judíos – el islam no reconoce ningún profeta después de Mahoma. Burhani escribió de los asaltantes del caso de la Ahmadiyya, que fue objeto de considerable debate en Indonesia, "aprisionados en el autoritarismo, alguien que hablaría, atacaría y mataría en nombre de Alá… el autoritarismo es herejía, el mayor pecado del islam".

 

Los fatwas del MUI de Indonesia no resultaron ser nada de lo que preocuparse. Abandonando la atmósfera en ocasiones confusa pero estimulante de Indonesia, me desplacé a Singapur, un lugar identificado en gran medida con el autoritarismo "benigno". Fui recibido a mi llegada por el titular del The Strait Times, el diario en inglés controlado por el estado, proclamando "Los musulmanes moderados prosperan en Singapur", y describiendo a los musulmanes de Singapur como "de creencia y prácticas conservadoras [pero] contra el radicalismo y el terrorismo". Muchos musulmanes moderados con los que me he topado creen que el conservadurismo y el tradicionalismo, en lugar del reformismo y el liberalismo, representan la alternativa apropiada al islam radical. De esta manera, se asemejan de algún modo a los neoconservadores judíos y cristianos.

 

En Singapur, las restrictivas normas bajo las que operan los medios de comunicación llevaron a que una serie de discursos que di fueran objeto de un apagón mediático. Pero en Indonesia los musulmanes están inmersos en un proceso de autodefinición altamente creativo. Por ejemplo, los sufíes naqshbandi son anatema de los wahabíes saudíes, y los naqshbandis de Singapur habían mantenido sus servicios espirituales en la mezquita de Kampung Siglap, fuera de Marine Parade, bajo creciente influencia wahabí. Con el tiempo, los empleados de la mezquita prohibieron a los sufíes entrar en las instalaciones. Los naqshbandis respondieron celebrando sus oficios en el acceso a la mezquita, y tras varios episodios, los wahabíes abandonaron. Hoy, la juventud de naqshbandis de Singapur recuerda entre carcajadas, "¡nos reunimos en una mezquita wahabí!" Según todas las indicaciones, el islam del sureste de Asia continuará dando lugar a sucesos sorprendentes, y, esperemos, positivos.

 

Stephen Schwartz (Suleiman Ahmed Schwartz) es musulmán sufí, periodista y director y fundador del Centro para el Pluralismo Islámico de Washington, la principal institución islámica moderada del mundo. Es columnista regular de la revista The Weekly Standard y el Globe and Mail canadiense, entre otros.

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