Europa, Política

Londres: La conexión paquistaní

“Los que prestan atención a la cultura Jamaati de Gran Bretaña no se deben sorprender ante los terroristas de cosecha propia de Londres”.

 

 

 

EN LOS PRIMEROS DÍAS después del horror de Londres el 7 de julio, los medios de Gran Bretaña y del extranjero centraban considerable atención en "Londonistán" — el zoológico local de agitadores islamistas, casi por completo árabes, que han ocupado los titulares durante años con su predicación fundamentalista. Líneas analíticas, útiles muchas de ellas, fueron trazadas hasta al Qaeda e Irak, pero casi nadie en el Reino Unido prestaba atención al fundamentalismo musulmán nacional.

 

Observadores próximos a la comunidad islámica británica, sin embargo, pocos de los cuales parecen haber sido consultados por los periodistas o el gobierno, llevaban meses debatiendo el dramático incremento de la agitación radical por parte de inmigrantes musulmanes paquistaníes en Gran Bretaña, así como entre sus hijos.

 

Según el importante Consejo Musulmán de Gran Bretaña, la población islámica británica, que en total es de 1,5 millones, posee un abanico de 610.000 paquistaníes, con 360.000 adicionales procedentes de Bangladesh y la India, y 350.000 árabes y africanos. Desafortunadamente, Pakistán es el segundo estado más significativo del frente (después de Irak) en la guerra global contra el terror. Pakistán generó el movimiento Jama´at-i-Islamí (comunidad del islam), fundado por Abu´l Alá Mawdudi, un teólogo que falleció en 1979, extrañamente, en Búfalo, Nueva York, a la edad de 76 años. Conocidos como Jamaatis, los seguidores de Mawdudi han logrado una influencia excepcional sobre el ejército paquistaní y los servicios de inteligencia, y fueron un elemento clave en la alianza saudí-paquistaní a la hora de apoyar el régimen Talibán de Afganistán.

 

Los periodistas y académicos occidentales se ven atormentados a menudo con tener que distinguir entre los Jamaatis y el wahabismo, que es la religión estatal de Arabia Saudí. Pero las diferencias en los detalles teológicos, aunque sí que existen, son secundarias; principalmente, los wahabíes saudíes sostienen una alianza engañosa con las potencias occidentales, mientras que los Jamaatis siempre fueron frontalmente anti-occidentales. Los Jamaatis estudian en Arabia Saudí y comparten con los wahabíes un odio criminal a los musulmanes que no forman parte de su ideología, considerando apóstatas del islam a aquellos que rechazan sus enseñanzas. Masacran regularmente a los musulmanes chi´íes, de ciudades paquistaníes en particular. También rechazan de plano la participación de inmigrantes musulmanes en las instituciones sociales y políticas de los países occidentales en donde residen, y consideran legítimo el terror suicida. Pakistán posee muy pocas fuentes energéticas, y los saudíes han utilizado el petróleo barato para apoyar la infiltración wahabí. En el sistema del islam radical, si Arabia Saudí puede compararse con el antiguo estado soviético, Pakistán sería un paralelo de la antigua Alemania Oriental.

 

Por estas razones, la identificación de cuatro musulmanes británicos de origen paquistaní como los autores materiales de la atrocidad de Londres no sorprende a los que han estado prestando atención a estos temas. La encolerizada y feroz retórica que se escucha en las mezquitas sunníes paquistaníes en los servicios de los viernes cada semana en ciudades periféricas tales como Leeds es muchísimo más insidiosa, como los sucesos de Londres pueden demostrar, que las extravagancias encajadas por fanfarrones árabes como el sirio Omar Bakri Mohammed, el egipcio del garfio Abú Hamza al-Masri, o el falso disidente saudí Saad al-Faqih, todos los cuales interpretan sobre todo para deleite de los medios de comunicación no musulmanes.

 

La marginalización y el trabajo sumergido de la segunda generación de jóvenes paquistaníes étnicos en Gran Bretaña pueden citarse como causa del atractivo fundamentalista entre ellos; pero el constante murmullo del mensaje Jamaati desde el púlpito es mucho más significativo. Es interesante escuchar a la primera generación de paquistaníes sunníes en Gran Bretaña afirmar sorpresa e impacto ante la presencia de terroristas entre ellos. El fundamentalismo islamista paquistaní domina el islam británico tanto como el "lobby wahabí" monopoliza en América la voz de la comunidad musulmana de nuestras costas.

Stephen Schwartz (EE.UU., 1948) es periodista y escritor, conocido por sus escritos sobre política exterior. A pesar de haber adoptado el nombre de Suleyman Ahmad Schwartz cuando se conrivtió al Islam, continúa utilizando su nombre original en su labor periodística. Es columnista regular de la revista The Weekly Standard y colaborador en varios otros medios de comunicación. Ha escrito varios libros sobre asuntos internacionales entre los que se destaca "Las dos caras del Islam: la familia real saudí de la tradición al terror", que condena la influencia del Wahhabismo y defiende la corriente musulmana Sufi.

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