Oriente Próximo, Política

La necesidad de un nuevo contrato social para que el Líbano no se convierta en un “estado fallido”

La crisis política se agravoó la última semana por una fuerte campaña lanzada por Hezbollah no solo contra la comunidad sunita, sino también contra el jefe de la Iglesia Maronita

MUNDO

Las declaraciones del subsecretario de Estado de los Estados Unidos para Asuntos del Levante y Oriente Medio, David Schenker, quien dijo a la prensa, sin mencionar por su nombre, pero referenciando indirectamente a la organización política-terrorista Hezbollah cuando se le preguntó sobre la posición estadounidense en relación a las conversaciones entre El Líbano y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron claras, el funcionario respondió que “infortunadamente el gobierno libanes hizo y hace muy poco para que el diálogo avance y tenga éxito”.

En referencia a los dichos de Schenker, el diario libanés An-Nahar publicó una editorial que sugiere claramente que apuntan a la alianza de gobierno manejada por Hezbollah y los condicionantes que favorecen la aplicación coercitiva de políticas iraníes en el país. En la misma línea del subsecretario de Estado estadounidense se expresó el canciller francés, Jean-Yves Le Drian, en su visita a Beirut el pasado jueves 23 señaló la importancia para El Líbano  de llegar a un acuerdo con el FMI, enfatizando que en el actual estado cosas, es la única solución a la crisis económica que atraviesa. 

Sin embargo, la crisis política se agravoó la última semana por una fuerte campaña lanzada por Hezbollah no solo contra la comunidad sunita, sino también contra el jefe de la Iglesia Maronita, el Patriarca Bechara Al-Rahi, quien pidió a la clase política un nuevo contrato social que favorezca la salida de la crisis que atraviesa el país de los cedros y se pronuncio favorable a la aplicación de nuevos paradigmas en materia de la necesaria neutralidad histórica del Líbano en los conflictos regionales.

A partir del documento emitido por el Patriarca, llamó poderosamente la atención la reacción propagandística desmedida y violenta de Hezbollah y sus aliados frente al pedido de Al-Rahi. Fuentes libanesas han indicado a Infobae que tal reacción se debe a la creencia de los líderes de Hezbollah y Amal de que el pedido del Patriarca sobre la neutralidad del Líbano lleva como único fin desarmar a la resistencia islámica, por lo que lo han calificado de peligroso para romper la armonía existente entre las comunidades chiitas y cristianas, además de colocar al Líbano en un estado de indefensión frente a Israel en el plano externo y al enfrentamiento ínter-confesional al interior del país. 

No obstante, muchos libaneses acuciados por la situación económica piensan que los argumentos esgrimidos por Nasrallah y sus aliados no tienen asidero ya que el estado dispone de un ejército para cuidar sus fronteras y es quien debería desplazarse en la totalidad del territorio libanés sin necesidad de grupos para-estatales armados. También un grupo de diputados cristianos y sunitas opositores han declarado que esto es algo que no se cumple ni se ha llevado a cabo, por las conductas de Hezbollah, que no acato la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU del año 2005, al finalizar la ocupación Siria del país. Por otra parte, “la pregonada alianza de Hezbollah con la comunidad cristiana no es tal”, según declaró un alto dirigente sunita pidiendo anonimato.

Mientras tanto, desde la sede del Patriarcado Maronita en Bkerke, se ha dado a entender, que es claro que el grupo proirani mantiene una entente con un sector cristiano, pero minoritario, que es el espacio político conducido por Michel Aoun, al que Hezbollah ayudo a llegar a la presidencia del país con el apoyo y la decisión de Irán, pero es una presidencia que se encuentra aislada del mundo árabe  y la comunidad internacional. Al mismo tiempo, diputados de otro partido cristiano opositor al presidente Aoun, declararon que la suya es una presidencia que llevó al Líbano a ser el estado fallido que es hoy, y que su designación se produjo bajo presiones iraníes, del mismo modo que la del primer ministro actual, Hamid Diab.

Hezbollah siempre ha publicitado sus excelentes relaciones con la comunidad cristiana. Sin embargo, cuando la Iglesia alzó la voz después años de silencio y propuso, acertadamente, regresar a la posición de neutralidad histórica del Líbano dando a conocer el avance de la islamización jomeinista que lo ha llevado al colapso institucional y económico, entonces el grupo pro-iraní muestro su verdadero rostro reaccionando violentamente y amenazando con un conflicto intercomunitario y religioso, lo cual es lo mismo que amenazar con una nueva guerra civil.

La conducción de Hezbollah está profundizando por estos días una campaña de difamación contra el documento emitido por el Patriarcado Maronita. No obstante, más allá de cualquier debate ideológico, lo cierto es que la influencia de Hezbollah colaboró con la ingobernabilidad en Líbano y en varios conflictos armados de Oriente Medio. Líbano, Siria y Yemen son ejemplos palmarios donde la presencia del grupo ha sido factor desencadenante de ingobernabilidad y guerras.

Por los últimos seis años Infobae ha seguido de cerca el caso libanés. Siempre fue claro que para ser un Estado moderno, Líbano debía dejar de ser un Estado confesional. Un país cuyo presidente debe ser siempre cristiano maronita, su primer ministro, sunita y el presidente del parlamento, chiíta; difícilmente pueda funcionar armónicamente en lo institucional. Los resultados están a la vista, un Estado paralelo e ilegal fue construido por Hezbollah en las últimas tres décadas en las que secuestró la voluntad y las decisiones del Estado legal y actualmente el grupo es más fuerte que el propio ejército libanés dada la ayuda financiera y el armamento  proporcionado por Irán, a quien responde como virtual ejército de ocupación dentro del Líbano.

La mayoría de la ciudadanía espera que desde esta crisis se consolide un Estado soberano e independiente que sea el punto de partida desde el que se avance en el ordenamiento político y económico local y la pacificación regional. Un nuevo contrato social, basado en la libertad, sin el control de Irán y Siria, sin las armas ilegales de Hezbollah que ofrezca equidad, justicia e igualdad a sus ciudadanos para, dejar atrás la crisis política y económica actual. Sin embargo, para que ello suceda, es primordial que el Líbano adopte un sistema federal de gobierno que deje de lado la tradición del poder sectario y tribal. La fórmula estructural del pacto de 1943 que definió la política libanesa y estableció el marco de coexistencia entre las comunidades cristianas y musulmanas debe ser reconsiderado, dicho Pacto fue quebrantado en los últimos cincuenta años debido a la ocupación siria-iraní y la proliferación de grupos terroristas confesionales que se convirtieron en verdugos de las instituciones y la economía libanesa.

Las soluciones políticas exploradas en el pasado tanto desde la comunidad internacional como desde dentro del país han fracasado por los privilegios de las propias comunidades y los aspectos ideológicos-confesionales dieron por tierra con el mito de las sociedades unificadas social y culturalmente. Esta y no otra, es hoy la realidad del Líbano y de su crisis política y económica.

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