Aislado por la lengua albanesa, una antigua variante indoeuropea sin parientes obvios, así como por la hostilidad de muchos años por parte de sus vecinos rapaces, los kosovares han preservado mucho en su cultura, que es antigua y valiosa. Pero a los jóvenes intelectuales albanokosovares y los activistas de la sociedad civil les queda mucho para ponerse al día. Y están impacientes por poner en marcha el proceso.
La marcha de la nueva Europa hacia la política global puede mostrarse sorprendente en muchos puntos. Los críticos occidentales predijeron una vez que la República Checa de Vaclav Havel inspiraría un renacimiento neo-hippie, con una visión resucitada de 1968. En lugar de eso, la católica Polonia, que acaba de elegir un gobierno militantemente anti-comunista y pro-americano, ha demostrado que, conforme a las sensibilidades religiosas de su población, no aceptará la imposición "europea" de estándares liberales sobre el aborto o la homosexualidad.
Dado que muchos países europeos nuevos son tradicionales en su acercamiento a la religión y a la cultura, deben esperarse más de tales declaraciones.
Por su parte, los albanokosovares están conmovidos en su devoción hacia Estados Unidos y el modelo americano de espíritu emprendedor y soberanía popular. El golpe de efecto de Rumsfeld sobre la división europea es tan popular entre ellos que le confiere una reputación exagerada como intelectual – un autor albanés me preguntó si es verdad que el Secretario de Defensa es Straussiano. (Le recomendé que examinase los discursos de Rumsfeld online y leyese los trabajos de Leo Strauss por su cuenta).
No obstante, incluso cinco años después de su rescate de Slobodan Milosevic por el fuego de la OTAN, los kosovares se ven a sí mismos al principio más que al final de un proceso de liberación. El Comunismo – que la mayoría de los albaneses veía como nada más que como una máscara ideológica del imperialismo eslavo – desaparece, y Serbia queda en dique seco por las tropas de la OTAN. Pero "la comunidad internacional" que administra Kosovo incorpora un nuevo colonialismo, representado por Naciones Unidas, la Comunidad Europea, y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. (La OSCE utiliza dólares del contribuyente americano para practicar tácticas tales como ofrecer supervisar las elecciones presidenciales americanas del 2004 frente a posible fraude).
La administración de Naciones Unidas es identificada por la mayoría de los albaneses con una política deliberada de preservación de la vieja economía comunista mediante el bloqueo de la privatización, dejando Kosovo con una tasa de paro superior al 60 por ciento. Al afrontar la autoridad ocupante de la ONU, los kosovares afirman encontrarse en una situación más como la de Bielorrusia, que gime bajo dictadura neo-estalinista, que como la de Polonia.
Además, gracias a la entusiasta aprobación del Departamento de Estado de Clinton y su personal permanente mientras Colin Powell era responsable, las Naciones Unidas, la OSCE y sus cómplices impusieron restricciones draconianas sobre los medios y demás actividades públicas en la provincia. Las reuniones políticas y culturales, la creación de medios impresos y emitidos y las actividades educativas, todo requiere el permiso de los burócratas internacionales. (Y muchos de aquellos cuya mala gestión ha generado descontento en Kosovo, desafortunadamente, se han marchado a trabajar a Irak). El grupo político más interesante de Kosovo, un movimiento llamado Autodeterminación (Vetevendosja en albanés), no puede funcionar como entidad legal o lanzar un periódico porque se le niega el registro bajo las reglas de la defensa cívica fomentadas por los europeos.
Así que Autodeterminación ha recurrido a otros medios: sus miembros rondan por la noche, agregando letras pintadas con aerosol a las ubicuas iniciales UN de los vehículos "internacionales" blancos, de modo que se lea "FUND", "fin" en albanés, o "TUNG", "adiós". Los activistas de Autodeterminación que han aparecido en actos públicos han sido arrestados y apaleados igual que en épocas comunistas, salvo que la policía que comete abusos es alemana y extranjera en lugar de albanesa o incluso serbia.
Autodeterminación fue fundado en el 2004 como continuación de un reducido grupo de derechos humanos, la Red de Acción de Kosovo (KAN), respaldada por Alice Mead, una autora americana infantil conocida desde hace mucho por su interés en los problemas de los kosovares. KAN trató algunos temas antiguos, como el destino de los presos albaneses ausentes y presumiblemente muertos en Serbia, pero también asumió un tema al que Naciones Unidas no ha prestado atención: la educación. La negligencia por parte de la administración local de la ONU ha llevado a varias huelgas de profesores desastrosamente pagados, que reciben menos de 200 euros al mes. Los médicos están marginalmente mejor pagados, pero conductores, traductores, y hasta el personal de limpieza de oficinas "internacionales" – a veces hijos e hijas de profesores y médicos – pueden ganar cuatro o cinco veces esa cifra. Los guardias de seguridad son a menudo el personal local mejor pagado. Aunque los albaneses no atacan a los extranjeros, los "internacionales" temen visiblemente al pueblo.
Autodeterminación es la principal fuerza que denuncia estas distorsiones en las vidas de los kosovares, y su portavoz principal, Albin Kurti, ex líder estudiantil de 30 años de edad, el símbolo mismo de la protesta.
El régimen de Milosevic le condenó en 1999 a 15 años de prisión, durante la intervención de la OTAN, por servir como representante público del Ejército de Liberación de Kosovo (KLA). A finales del 2001, Kurti fue liberado, pero expresó su ultraje porque centenares de kosovares más arrestados con él continuasen entre rejas en Serbia, declarando que él nunca había pedido perdón o amnistía.
El alto y articulado Kurti dio un discurso el mes pasado en la London School of Economics acerca del estatus final de las negociaciones de Kosovo, que la Secretario de Estado Condolizza Rice llevó recientemente a las prioridades de la agenda global norteamericana. Cuando me reuní con Kurti en Kosovo algunos días más tarde, lo primero que me sorprendió fue su voz profunda, que le da considerable gravedad. Su principal argumento para la independencia de Kosovo es que, sin ella, el territorio no puede asumir la deuda estatal que necesita para el progreso económico, que afirmaba debía basarse en los principios del libre mercado. Naciones Unidas sigue siendo su blanco principal: "Luchamos contra la ONU según los principios de descolonización de la ONU", dijo con una carcajada.
También describió un Kosovo independiente como un baluarte contra el fundamentalismo islamista, siendo al menos el 85% de los albanokosovares musulmanes. Adentrándome en la provincia, me sorprendió observar la sorpresa mutua de un alto oficial de la ONU y un representante de los Catholic Relief Services, después de acondicionar su mala información acerca de Irak, cuando se les dijo repetidamente por parte de altos dignatarios musulmanes kosovares que entre los albaneses, la distinción entre sunníes y chi´íes es irrelevante. Al mismo tiempo, las organizaciones de caridad saudíes bajo investigación por financiación del terror continúan operando en el territorio, en busca de la agenda ideológica del wahabismo, la religión estatal de Arabia Saudí. Pero los wahabíes son tratados con abierto desprecio por parte de los musulmanes albaneses, que al observar el estilo de vestir, las barbas peculiares y otros caracteres de los árabes fanáticos, les llaman "alienígenas del espacio".
Sin embargo, Kurti advertía que contra más se retrase la independencia de Kosovo, más gente joven será arrastrada al fundamentalismo wahabí. En Londres, Kurti criticó duramente a Naciones Unidas por evitar el desarrollo civil de la provincia, de modo que la implicación política conduzca a la corrupción, y viceversa. En palabras que se aplican tanto a la Rusia neo-autoritaria de Putin como a Kosovo, Kurti declaraba, "la corrupción es inseparable del carácter antidemocrático del sistema. No puedes llenar un sistema no-democrático de gente honesta".
Los funcionarios de Naciones Unidas y otros "internacionales" temen que un Kosovo independiente se funda con el país a su sudoeste, para formar una "gran Albania". Pero los albanokosovares repudian la noción, mostrando la misma falta de entusiasmo que expresan los surcoreanos sobre el concepto de unificación inmediata con el Norte comunista. Albania es más pobre, más violenta y aún más corrupta que Kosovo, y, además, los kosovares muestran cada vez mayor compromiso con el desarrollo de una identidad cultural permanente e independiente. Un sentido similar de diferencias culturales satura la lucha por la reforma cívica de Albania, que se centra en la ciudad de Shkodra, al norte, tradicionalmente católica y ferozmente anticomunista.
DE CAMINO A KOSOVO, en Shkodra, me reuní con el autor y periodista disidente Blendi Kraja, que conviene con los intelectuales kosovares en que los albaneses del norte tienen un carácter peculiar que debería ser reforzado, no ahogado, mediante la fusión en un estado común. Kraja ha sufrido el considerable hostigamiento de los comisarios culturales de la era comunista que conservan su poder, y que actúan en alianza con las autoridades judiciales, entre otras, abandonadas por la dictadura estalinista que gobernó – y arruinó – el país de 1944 a 1991. En una situación tan sorprendente para los extranjeros como la ausencia de división sunní – chi´í, Kraja, musulmán, lucha por revitalizar la audiencia de autores católicos albaneses de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, e inmortalizar su martirio (fueron brutalmente asesinados) a manos del orden comunista.
Pero Kraja tiene otros planes distintos, y más interesantes: quiere publicar los Documentos Federalistas, selecciones de las notas de Franklin y Madison acerca de la Convención Constitucional, y los discursos excepcionales de los presidentes americanos en ediciones baratas en albanés.
Las reuniones con individuos como Kurti y Kraja refuerzan la sensación de posibilidad de entrada de los albaneses en la Europa moderna. Sí, apenas 6 millones de personas hablan su lenguaje; pero menos hablan finlandés o danés, lo que no ha sido obstáculo para su espíritu emprendedor, responsabilidad o democracia en Finlandia o Dinamarca. Además, al igual que finlandeses o daneses, los albanokosovares se han mostrado impacientes por aprender inglés. Una vez que Naciones Unidas y sus satélites se hayan ido de Kosovo, el futuro de los albaneses puede ser más brillante de lo que muchos esperan: Los miembros más recientes de la Europa política podrían algún día ser de los más prósperos y exitosos.
Stephen Schwartz (Suleiman Ahmed Schwartz) es musulmán sufí, periodista y director y fundador del Centro para el Pluralismo Islámico de Washington, la principal institución islámica moderada del mundo. Es columnista regular de la revista The Weekly Standard y el Globe and Mail canadiense, entre otros.