El progreso de este conflicto ha complicado las opciones diplomáticas, políticas y militares disponibles para poder terminar con él.

Una de las noticias de más destacadas prácticamente en todo el mundo durante las últimas semanas ha sido las tensiones entre Estados Unidos y Rusia por la guerra civil en Siria. El conflicto que lleva más de 5 años es el resultado de lo que se conoce como la Primavera Árabe. Fue supuestamente un movimiento de “democratización” al que muchos ciudadanos de países de Medio Oriente se unieron en busca de reformas políticas.

En el caso de Siria las protestas se centraron en contra del régimen dictatorial de Bashar al-Assad. El gobierno respondió con contundente fuerza militar y policiaca para poner un alto a estas protestas. Lo que eran protestas pacíficas sumadas a la respuesta del oficialismo pasaron a ser la semilla de una guerra civil que ha dejado miles de muertos, heridos y desterrados.

El conflicto despertó mucho interés en el circulo de los neoconservadores y liberales internacionalistas que, como en el caso de Libia, pidieron la intervención de Occidente para ayudar a los rebeldes. Esa ayuda fue indirectamente a grupos rebeldes, uno de estos fue el Estado Islámico (EI). De este conflicto y de las ayudas indirectas del Occidente surgió y se nutrió el EI que ahora tiene control de territorio sirio e iraquí. Este grupo terrorista es la causa que países externos como Estados Unidos, Irán, Rusia, Reino Unido, etc… intervengan en el conflicto. Esta intervención comenzó en Irak donde el gobierno iraquí combate contra el EI, pero luego se extendió hasta Siria donde existe un conflicto entre el EI, el gobierno de Assad y los rebeldes.

El progreso de este conflicto ha complicado las opciones diplomáticas, políticas y militares disponibles para poder terminar con él. El problema diplomático y político es muy serio debido a los intereses que Rusia e Irán tienen en Siria. La realidad es que para resolver el conflicto Rusia e Irán tendrán que obligar a Assad a negociar con los rebeldes. El problema es la clara división entre los rebeldes por la cantidad de grupos rebeldes que existen y la visión de muchos de estos grupos y de Occidente en no negociar con Assad. Aceptar la realidad en Siria es admitir que el régimen de Assad tiene que ser parte de cualquier solución al conflicto. Si añadimos este problema a la debilidad diplomática en que se encuentra el Occidente liderado por el Estados Unidos de Obama vemos lo limitado de las opciones para Occidente en este momento.

El problema militar es también considerable porque Occidente en principio no tiene una clara estrategia de cómo utilizar su poderío militar para obligar a Assad a negociar. Muchos políticos buscan implementar una zona de no vuelo sobre Siria con el objetivo de proteger civiles y tener un impacto estratégico. Pero el gran problema es la preocupante dinámica en Siria.

Esta estrategia podría hundir más a Occidente en el conflicto. A la posible implantación de esta estrategia se le suma otra dificultad: La efectividad de la estrategia. Se cuestiona la efectividad dado que los ataques aéreos en el caso de Irak son de mayor frecuencia que en Siria. Esto se debe a que Occidente en realidad no sabe quién es aliado o enemigo en el terreno. Aceptar la realidad es evitar involucrarse militarmente que provoque un enfrentamiento que pueda llevar a un conflicto entre Occidente, Rusia e Irán.

La guerra civil en Siria es un clásico caso de intervención occidental que ha empeorado la situación. Nadie niega lo brutal que es el régimen de Assad; sin embargo, el error de apoyar a los rebeldes e involucrarnos creó el espacio para que el EI surgiera. Es tiempo que todos aceptemos la realidad de que Assad tiene que ser parte de cualquier solución al igual que una mayor intervención militar occidental no será algo productivo. Aceptando estas dos realidades podremos desarrollar una estrategia que por fin resuelva este conflicto y acabe con el Estado Islámico.

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