En la actual Europa, la disgregación, los particularismos, las identidades excluyentes y las fuerzas centrífugas que proliferan son un problema real. Frente a él se alza Europa, como ha ratificado la todavía Canciller, Ángela Merkel, una suerte para todos los europeos que debemos preservar y seguir diseñando. Sin la unidad de Europa, sin cooperación y solidaridad entre los países de la Unión, ni los intereses de Europa, ni los valores que encarna alcanzarán la posición estratégica que debe ocupar en el concierto internacional. Por haber servido a ese proyecto, Merkel merece la gratitud de los europeos.
Domingo Martínez Madrid