Como afirmó San Juan Pablo II en el discurso del 8 de abril de 1987 en la segunda de sus visitas a la Argentina: Toda la cultura que España promocionó en América estuvo impregnada de principios y sentimientos cristianos, dando lugar a un estilo de vida inspirado en ideales de justicia, de fraternidad y de amor. Todo ello tuvo muchas y felices realizaciones en la actividad teológica, jurídica, educativa y de promoción social. El hombre del Norte argentino bebió en esas fuentes espirituales e incluso los diversos sucesos históricos del país naciente, estimularon a no pocos de vuestros próceres a poner en las manos de Dios y de la Virgen el destino que entonces se mostraba incierto para vuestro pueblo.
Valgan estas líneas introductorias como justo homenaje a España, nuestra Madre Patria, en momentos en los cuales los argentinos necesitamos encontrar soluciones concretas para los problemas actuales. Volver a nuestras raíces histórico-culturales como inspiradoras de nuestra acción será, seguramente, una medida de sensatez, se decía en una nota de prensa en un medio argentino, un día en plena polémica sobre este tema hace aproximadamente un mes.