Política

Imad Mughniyeh, RIP

El cerebro de Hezbolá Imad Mughniyeh (también deletreado de un abanico de formas transcritas del árabe al inglés: Moughnieh, Moughniyeh, Moughnia, Mugniyah, etc.) alias “el zorro” era asesinado en un coche bomba en Siria.

Debbie Schlussel

Mughniyeh era el principal planificador de operaciones terroristas de Hezbolá, cuyas masacres y demás asesinatos de inocentes implican el atentado contra el centro judío y la embajada israelí de Buenos Aires en los años 90 o el atentado de los más de 300 Marines y civiles norteamericanos muertos en las instalaciones y la embajada norteamericana en Beirut.


 


Lo más notable para mí es la implicación clara de Mughniyeh en la tortura y el asesinato del buzo de la Marina de los Estados Unidos Robert Dean Stethem en el secuestro en 1985 del vuelo 847 de la TWA. Para la historia, la fotografía tomada desde la ventanilla del copiloto del avión secuestrado mientras lanzaba fuera el cadáver del hermano de mis amigos Patrick y Katherine Stethem. Mughniyeh estuvo implicado en el asesinato de Stethem, cuyo crimen consistió en ser un americano orgulloso que se negó a renunciar a su país a pesar de la tortura a la que le sometieron.


 


También notable es que Mughniyeh tiene muchos parientes del Líbano, muchos de los cuales apoyan abiertamente a Hezbolá, en Dearbornistán. Mughniyeh coordinó los atentados en Buenos Aires con el autor material, el terrorista libanés Ibrahim Hussein Berro, que también tiene parientes cercanos residentes en Dearbornistán. (Donaron su ADN a los detectives para confirmar que era el terrorista suicida).


 


Y es ahí donde radica el problema. Mientras que Mughniyeh está ya muerto tras una vida relativamente plena, hay montones de parientes y partidarios suyos residentes en nuestro suelo y nuestro entorno, a la espera de alcanzar su masa crítica para poder seguir sus pasos aquí. En el ínterin, muchos proporcionan materiales de apoyo y lavan dinero para Hezbolá desde aquí, bajo “la vigilancia” del deliberadamente ciego FBI y el Servicio de Aduanas e Inmigración (ICE).


 


Que Mughniyeh esté muerto son grandes noticias. Pero en realidad no tan grandes. Llevó una vida larga y plena en el Líbano, más tarde una vida confortable en Siria, agasajado por sus presidentes difunto y actual, los Assad padre e hijo. Sus víctimas como Rob Stethem y tantas otras nunca tuvieron esa oportunidad.


 


Sí, la misma Siria con la que Condolizza Rice, alias Fuera de Onda Rice, se deshacía en halagos el año pasado. El mismo Assad hijo. Para ella no supuso ninguna diferencia que fuera el hombre que protegía a Mughniyeh, el asesino de masas de americanos, cristianos, judíos y occidentales. No le importó porque en realidad no tenía parentesco con ninguno de ellos, y quiere un Premio Nobel a cualquier precio.


 


Como era de esperar, el atentado se achaca a Israel, aunque el país lo niega. Los sirios también podrían haberse cansado de él. Nos bastará con esperar a que Stephen Spielberg nos realice “Munich 2: Electric Boogaloo” acerca de este hombre amable al que le encantaban los perritos y la cirugía plástica (sí, Mughniyeh se sometió al bisturí para ocultar su identidad, como buen “valiente” terrorista islámico cobarde). Ahora, después de 50 años sobre el planeta, que Abú Spielberg ha conseguido por fin una epifanía a propósito de que China no es exactamente el nirvana y decidía abandonar la propuesta de los juegos olímpicos de China, creo que tiene algo de tiempo.


 


Mis fuentes me informan de que el actual líder de Hezbolá, el jeque Hassán Nasralah, podría ser el siguiente. Anticipándose, Irán designó a un nuevo líder. El nuevo también tiene fuertes vínculos con Detroit-Dearbornistán.


 


América, qué país. Hezbolá se carga a los nuestros. A continuación, los parientes de los asesinos vienen a vivir aquí. Imad Moughnieh, que se pudra en el infierno.


 


Uno menos.

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