El próximo domingo Grecia votará. Lo hará en medio de una crisis económica que provocó, meses atrás, la intervención de la UE y el establecimiento de los recortes al gasto, lo que generó numerosas manifestaciones y violencia por las calles de Atenas principalmente. Esos recortes vinculados a la austeridad sólo son dos defendidos por dos formaciones políticas, los socialistas del PASOK y los conservadores de Nueva Democracia.
 
Las encuestas dicen que ambas formaciones perderán el monopolio sobre la política y añaden los buenos resultados, en forma de porcentajes de votos, de formaciones extremistas (comunistas, nacionalistas y filonazis). De este modo, los griegos castigarán a los grandes partidos y a sus élites por haberles llevada a esta difícil situación económica (El País).

 

Dentro de los partidos de extrema derecha el que más protagonismo está cobrando es Alba de Oro. ABC nos ofrece características del mismo: podría lograr un 5% de los votos, con lo cual entraría a formar parte del Parlamento, exige la expulsión de los inmigrantes y su número de seguidores se encuentra entre los parados y obreros no cualificados de la periferia.

 

Al igual que la economía, la inmigración se está convirtiendo en el tema gran tema de la campaña electoral y El Mundo nos cuenta que en Atenas se ha abierto “su primer centro de detención para inmigrantes irregulares” y hasta 2013 se construirán unos 50 centros de esta naturaleza.

 

El proceso electoral tiene lugar además dentro un clima de empeoramiento de la situación económica griega, con un descenso del crecimiento del 15% (ABC) y aunque los socialistas pueden beneficiarse del rechazo a Nueva Democracia, no es seguro que ambas formaciones dispongan del suficiente número de votos como para guiar los destinos políticos griegos.