África, Economía y Sociedad

Denuncian que el hambre disparó la violencia y la inestabilidad en el Sahel

“Llevamos ya 3 años consecutivos observando en el Sahel niveles de inseguridad alimentaria dramáticos”, alertó Manuel Sánchez Montero

Con motivo de la Reunión de Alto nivel de la Comisión Europea sobre la situación humanitaria en el Sahel Central que se celebra hoy, Acción contra el Hambre ha denunciado que, en estos tres países que componen la región, Burkina Faso, Malí y Níger, la inseguridad alimentaria podría aumentar en un 50%, pasando a lo largo de los próximos meses, de 5,5 millones a más de 8 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria severa; es decir, 1 de cada 8 habitantes que vive en la región. Es un fenómeno que se observa en todo el Sahel, según la ONG.

“Llevamos ya 3 años consecutivos observando en el Sahel niveles de inseguridad alimentaria dramáticos: más de 27 millones de personas, cada año, en situación de desnutrición aguda severa (IPC de 3 a 5) y 16 millones más, a punto de sumarse a esta cifra si dejamos de ayudar a la población de la región. ¡Hablamos casi de la población de España!”, alertó Manuel Sánchez Montero, director de Incidencia y Relaciones Institucionales de Acción contra el Hambre.

“Estamos en un momento muy difícil donde se juntan las consecuencias de 3 grandes crisis, las 3 “C” como decimos: los Conflictos, la Crisis Climática y la COVID19. Tres crisis que se retroalimentan y acentúan el problema del hambre”, analiza Kambire Sanzan, director de Acción contra el Hambre en Malí. “Es un círculo vicioso que tenemos que romper. Romper el vínculo entre estas crisis y el hambre”, añade Sanzan.

En el Sahel central, la inestabilidad política y social que estamos observando en Malí y Burkina Faso, y la multiplicación de episodios climáticos cada vez más extremos (sequías prolongadas e inundaciones), provocan desplazamientos masivos de población. Sólo entre los tres países citados, suman más de 3,2 millones de desplazados internos.

Además de sufrir la violencia y el agotamiento de los recursos, la población se ha visto también atrapada e inmovilizada por las restricciones de la COVID y con aún menos oportunidades de desarrollo por el daño económico provocado por la pandemia.

Sanciones que empeoran la situación

“En este momento, se trata de aumentar y no limitar la ayuda humanitaria en una región que vemos al borde del colapso. Estamos en una situación muy similar a la crisis humanitaria del 2012, o incluso de la gran crisis en1984, que llevó a millones de personas a la hambruna, e hizo rebrotar o acelerar la situación de violencia y de conflicto en la región”, aseguró Sanchez Montero.

En Malí, las ultimas sanciones anunciadas por la CEDEAO y apoyadas por la Unión Europea, que incluyen el cierre de las fronteras, imposición de un embargo comercial, retirada de la ayuda financiera y la congelación de los activos del país en el Banco Central de los Estados de África Occidental, ponen en jaque no solo a una institución, sino a toda una poblacion ya muy debilitada.

Esas medidas ponen el país frente a su peor crisis de inseguridad alimentaria en la última década.
“Estas restricciones afectan la marcha de todo un país”, subraya Sanzan, “afectan a los servicios sociales básicos y al sistema de salud, cuyo funcionamiento depende al 60% de la ayuda externa”.

// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR

// EN PORTADA

// LO MÁS LEÍDO

// MÁS DEL AUTOR/A

Menú