Los ataques a trabajadores humanitarios condenan al hambre y a la miseria a más de 10 millones de personas en diversos conflictos

SOLIDARIDAD
Las Naciones Unidas encuentran numerosos problemas para realizar su labor
humanitaria en más de 20 países de mundo, lo que trae como consecuencia directa
que “más de 10 millones de personas se quedan sin alimentos, agua, cobijo,
asistencia médica y otros recursos para sobrevivir”, en palabras del
subsecretario general para Asuntos Humanitarios de la ONU, Jan
Egeland.

En los últimos meses la comunidad internacional ha asistido con
horror a amenazas y ataques contra trabajadores humanitarios en Afganistán,
Chechenia, Costa de Marfil, Irak, Sudán y Somalia, con un elevado número de
víctimas. En algunos casos estos ataques han provocado la salida de
organizaciones humanitarias de algunos focos de conflicto.

Además de la
población civil a la que hay que proteger, la ONU se enfrenta a la necesidad de
asegurar el trabajo y la vida de sus trabajadores humanitarios y los de otras
ONG´s que se convierten en “víctimas de la falta de paz y seguridad”. Esta
situación acaba convirtiéndose en un elemento clave, a juicio de Egeland, para
mejorar las misiones de asistencia humanitaria en conflictos armados.


Jan Engeland ha enfatizado la necesidad de reforzar los planteamientos y
medidas colectivas para la protección de civiles y de trabajadores humanitarios,
así como de garantizar el acceso a las agencias humanitarias. Para eso ha
propuesto al Consejo de Seguridad la adopción de otra resolución relativa a la
protección de los civiles en los conflictos armados, ya que desde 2000 no se ha
aprobado ninguna medida al respecto en este órgano máximo de decisión de la ONU.


En la propuesta de resolución, se insta a los gobiernos y a las
facciones enfrentadas a permitir el paso a los trabajadores humanitarios para
que puedan atender a las personas necesitadas. Como ejemplo, se ha referido a la
situación que se vive en Darfur, (Sudán), donde la violencia indiscriminada ha
provocado un desplazamiento masivo y donde, según ha reconocido, “como comunidad
internacional, hemos respondido tarde a esta crisis”.

También se hace
necesario atender con los medios adecuados y en el tiempo oportuno a los más
débiles: mujeres, niños, refugiados y desplazados. Especialmente urgente se hace
esta atención en Congo, Costa de Marfil, Sudán y Uganda donde se está llegando a
puntos de difícil retorno en la deshumanización de los conflictos, al extremo de
poder hablarse de nuevas catástrofes humanitarias.