Europa, Política

La OSCE es la corrección política personificada

DEBERÍA HABERME IMAGINADO que algo no iba bien. A finales de septiembre, la Organización para la Seguridad y la Cooperación (OSCE), un organismo internacional compuesto de 55 naciones – que incluyen a dictaduras tales como la cercana Bielorrusia – solicitó una reunión de un día de duración en la encantadora y espiritual ciudad de Varsovia

 

El tema era "Intolerancia y discriminación contra los musulmanes". Aparte de diplomáticos de la OSCE, del personal, y de dos representantes de la Comisión Norteamericana para la Libertad Religiosa, los participantes consistían en alrededor de 25 representantes de ONGs musulmanas así como de organizaciones de monitorización de los derechos humanos europeas y norteamericanas.

 Debería haberme imaginado que algo no encajaba porque he sido testigo de gran parte del perjuicio causado por la OSCE desde que fui a la Bosnia Herzegovina y Kosovo de posguerra a finales de los años 90. Y no olvide que la OSCE fue la organización internacional que tuvo el descaro de proponer "observar" las elecciones presidenciales norteamericanas por presuntas irregularidades. Pero tiene un historial especialmente malo en los Balcanes, como ha sido señalado en el The Weekly Standard.

 

La OSCE es, por decirlo claramente, la corrección política personificada. Su agenda para combatir la intolerancia y la discriminación incluye a todo el mundo, desde prostitutas a víctimas de abusos escolares en los recreos. Pero es obvio que la posición del islam en Europa, que últimamente ha implicado el derramamiento de sangre en diversos países, es percibida por los OSCEócratas como un desafío inabordable. Los inocentes bienhechores no tuvieron más elección aparentemente que relegar la reunión acerca de los musulmanes a una posición exterior a la agenda regular de una asamblea de "la dimensión humana" de una semana de duración en Varsovia, y a celebrar la reunión de musulmanes en el sótano de un hotel.

 

Fuentes fiables informaron de que la conferencia en Varsovia de la OSCE acerca del islam fue un intercambio por una conferencia acerca del antisemitismo celebrada en Córdoba, España, a comienzos de este año. Pronto quedó claro que el evento no serviría para mucho más que como plataforma para sermoneadores y excéntricos procedentes de países tales como Gran Bretaña o Dinamarca, que estaban allí para defender al islam radical. Resulta que los defensores del fundamentalismo islamista son aún más agresivos, desafiantes y aguerridos que sus homólogos norteamericanos.

 

Así, un funcionario religioso de Gran Bretaña, el imán Dr. Abduljalil Sajid, del magnífico (y, se diría falsamente) llamado Consejo Musulmán para la Armonía Religiosa y Racial, acaparó gran parte de los debates de la mañana con ruidosas denuncias de Tony Blair por su presunto asalto contra los derechos civiles como resultado del "7 de Julio". Antes de eso, este líder religioso, al ser preguntado qué escuela de derecho religioso, o madhdhab, seguía, declaró, "Yo hago todas las madhdhabs".

 

El imán Sajid deleitó a la audiencia con las numerosas ocasiones en las que había hecho frente a Blair, insistiéndole al primer ministro británico en que islam y terrorismo no tienen conexión en absoluto uno con otro. También ofreció una diatriba contra el internamiento en Guantánamo. En las mentes de muchos de los musulmanes en el acto, aparentemente, los atentados de Londres y los ataques que les precedieron, así como la ideología radical que los inspiró, son irrelevantes; lo único que importa es cargar contra la respuesta legal de las autoridades británicas, la de las norteamericanas y las de otras autoridades europeas.

 

LA FRASE "la lucha contra el fundamentalismo" estaba incluida en la agenda de la reunión, pero no se dijo ni una palabra acerca de ello hasta el último momento, cuando el diplomático turco Omur Orhún rebajó su voz hasta casi un susurro. Afirmó, al cierre de las deliberaciones, que eventualmente tendría que hacerse frente el problema del extremismo, "porque eso es lo que nos ha traído a todos aquí". Pero escuchando a muchos de los restantes participantes, uno habría dicho que el temor a los musulmanes entre los no musulmanes de Europa es una expresión de parcialidad puramente gratuita, o, en palabras de Nuzhat Jafri, del Consejo Canadiense de Mujeres Musulmanas, resultado de "las decisiones de la política exterior norteamericana".

 

Cuando le señalé que los terroristas wahabíes de financiación saudí han atacado Turquía, un país que se opuso a la política exterior norteamericana en Irak, igual que Marruecos o Indonesia, que no tienen nada que ver con las políticas de Washington, la señorita Jafri se limitó a reconocer que existen "causas raíz adicionales"; a éstas las dejó sin describir.

 

Otros fueron menos contenidos. Los países escandinavos parecen experimentar una incapacidad particular a la hora de excluir a los fundamentalistas musulmanes de su territorio. Bashy Quraishy, un hombre que niega ser religioso y que afirma no ser musulmán practicante, parece haber adoptado la defensa del islam radical como opción profesional, y es un empleado autoproclamado de la "Federación de Organizaciones de Minorías Étnicas de Dinamarca". Aunque reconoce su falta de formación religiosa y su distancia con respecto al islam, Quraishy no tiene ningún problema en presentarse a sí mismo como experto en él.

 

Quraishy se empleó a fondo en acaparar la atención en los actos. Mientras el imán Sajid hablaba acerca de la ausencia de vínculo alguno entre islam y terror, Quraishy exigía que se impidiera que los medios globales lleguen a sugerir siquiera tal cosa. Sus folletos impresos, apilados a un lado de la mesa, tenían un tono alucinatorio. Para él, "América bajo ataque" — un documental de la CNN tras el 11 de septiembre del 2001 — tenía prejuicios ofensivos. Además, insistían los panfletos de Quraishy, "no hubo ninguna prueba, nadie los reivindicó, y no se echó la culpa a ningún país o grupo particular" de los ataques del World Trade Center y el Pentágono. No hubo sino "alusiones directas" contra el islam.

 

Quraishy también recicló los ataques del difunto Jude Wanniski contra Richard Perle como el perverso controlador "del periodismo acrítico y nacionalista y el uso intencionado de terminología anti-islam como herramienta propagandística" .Quraishy reprodujo los clichés empleados por al Qaeda y sus defensores: "Las Cruzadas han vuelto", y Saddam en Irak no era sino "un minúsculo dictador". Los folletos de Quraishy afirmaban incluso que "fundamentalista", "guetto" y "cuadrillas étnicas" son términos de odio, y que no se deben utilizar en ningún medio.

 

El resto de la palabrería fue menos fervorosa, pero igualmente absurda. Los musulmanes canadienses se quejaron del efecto de la Patriot Act norteamericana en su país. Mientras caía la tarde, frases como "supuestos terroristas" se escuchaban cada vez más. El británico Mohammed Aziz, de Faithwise, declaró que los miembros de su comunidad son "antes que nada, responsables ante Alá… después ante la umma" o islam global, y sólo en último lugar ante el país en el que viven.

 

Todo esto llega unos tres meses después del horror de Londres. La reunión terminó tan sólo con un acuerdo de celebrar más reuniones. Parece que la OSCE, al igual que gran parte de Europa, tiene pocas respuestas para el desafío del islam radical – aparte de su hipocresía con la discriminación.

Stephen Schwartz (EE.UU., 1948) es periodista y escritor. Ha escrito varios libros sobre asuntos internacionales entre los que se destaca "Las dos caras del Islam: la familia real saudí de la tradición al terror", que condena la influencia del Wahhabismo y defiende la corriente musulmana Sufi.

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