América, Política

Los ataques al Palacio de la Moneda en Chile

“Un grupo anarquista denominado CRA lanzó bombas molotov contra la famosa puerta lateral del Palacio, reabierta por Ricardo Lagos en 2003, al conmemorarse 30 años del golpe militar”


Como todos saben, el Palacio de la Moneda es el nombre simbólico de la Casa de Gobierno de Chile, donde reside el Presidente y tiene acogida el Ministerio de Interior. Es además, lugar de concentración preferido de movilizaciones y reivindicaciones políticas. Ello es así debido a que en los inicios de la dictadura de Pinochet, el Palacio fue quemado y parcialmente destruido por los golpistas que atentaron contra Allende y vulneraron la frágil estabilidad de entonces (corría el año 1973).

Antes de ayer, el Palacio volvió a sufrir el mismo escarnio físico, pero esta vez propinado por los mismos que, en aquella oportunidad, decían defender la democracia. Es decir, grupos izquierdistas con retórica de igualdad y socialismo, pero con muy escasa comprensión de lo que verdaderamente encarnan los principios democráticos.

Un grupo anarquista denominado CRA lanzó bombas molotov contra la famosa puerta lateral del Palacio, reabierta por Ricardo Lagos en 2003, al conmemorarse 30 años del golpe militar. El gesto de Lagos fue visto como un símbolo de consolidación de la democracia chilena, y respetado por todos los sectores.

Las bombas estallaron además en la sede del Banco Estado, y en sucursales de la empresa Burger King. Las manifestaciones, que intentaban aludir a la memoria histórica y reivindicar los derechos humanos perdidos durante la dictadura, fueron reprimidas por los carabineros, pero luego de haberse producido los destrozos. Aún la estación Cerro Blanco del Metro tuvo que ser clausurada por el vandalismo de los "manifestantes".

Ayer, la presidenta Bachelet salió a condenar los hechos, diciendo que constituyen un agravio a la convivencia democrática, y una vuelta al pasado, y a prácticas que la democracia intenta eliminar. La arenga aludió a la violencia con que se produjeron los hechos, tomándola como ejemplo de lo que, justamente, "tenemos que desterrar".

La radicalización de estos grupos inadaptados demuestra, lamentablemente, que hay aún actores de la política chilena que ni entienden, ni entenderán, en qué consiste la convivencia democrática.

Bachelet lamentó ver La Moneda en llamas, como hace 33 años sucedía. Y debió haber lamentado también que esto fuera producido por quienes diciéndose defensores de los derechos esenciales del hombre, desconozcan completamente sus elementos básicos y las garantías institucionales que requieren.

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