En su último ensayo traducido al castellano, Byung-Chul Han (Seúl, 1959) presenta un sugerente diagnóstico sobre la forma de violencia más extendida en nuestros días.
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Sábado, 14 de diciembre 2024
En su último ensayo traducido al castellano, Byung-Chul Han (Seúl, 1959) presenta un sugerente diagnóstico sobre la forma de violencia más extendida en nuestros días.
Frente a la “violencia negativa” de épocas anteriores, cuya ejecución era visible e iba orientada a la prohibición o la dominación del otro, Han denuncia la “violencia de la positividad”, cuya raíz está en el narcisismo del que adolece la sociedad contemporánea. No es una violencia ejercida en el campo de batalla, tampoco en el campo de concentración; al contrario, esta se ejerce en “torres de oficinas de cristal, shoppings, centros de fitness, estudios de yoga y clínicas de belleza”.
Como protagonista de este fenómeno está la llamada “sociedad del rendimiento”, cuyas “máximas no son la obediencia, la ley y el cumplimento del deber, sino la libertad, el placer y el entretenimiento”. Bajo la bandera de estos ideales, la “sociedad del rendimiento” se afana por abolir los límites, las fronteras y las diferencias. Si en el corto plazo esta acción parece llevar a una globalización provechosa, en el largo la consecuencia es “el terror de lo igual”, la pérdida de toda medida. Así, las enfermedades de nuestro tiempo no se deben a un proceso de negación, sino a la imposibilidad de decir no: se trata de patologías psíquicas como la depresión, el déficit de atención o la hiperactividad.
Han analiza las derivas de esta sutil forma de violencia en diferentes escenarios sociales. En el trabajo ya no se da una sana competencia con el otro: el “sujeto de rendimiento compite consigo mismo y cae en la compulsión destructiva de superarse a sí mismo”. En esta misma línea, muchas mujeres se sienten inclinadas a someterse a procedimientos como la cirugía estética o los implantes para seguir siendo competitivas en el mercado del sexo. En el terreno de la política, la disolución de un horizonte de ideales genera la política del espectáculo; en el ámbito de la comunicación, la obsesión por revelarlo todo da lugar a una “sociedad pornográfica”.
Topología de la violencia es un ensayo con algunas intuiciones muy lúcidas, aunque el discurso telegráfico y en ocasiones repetitivo de Han corta las alas de lo que podría ser un texto de mayor calado. El autor retoma temas de títulos anteriores –como Psicopolítica o El aroma del tiempo, entre otros–, al tiempo que vuelven a salir a flote algunos errores, como la idea equivocada sobre el amor personal que, según Han, siempre tiende a la dominación. Por otra parte, tal vez la tesis más jugosa del libro sea aquella que señala la ausencia de lo sagrado como causa última de la disolución de los límites y, por tanto, de la violencia del exceso. © Aceprensa
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