Para el autor peruano la esencia de la literatura, que está en el cuento, consiste en crear un mundo de fantasía que enriquezca el universo en el que vivimos.

CURSOS DE VERANO
El acto de apertura oficial de la presente edición de los cursos de la decana de las universidades de verano en España, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, se ha celebrado en el Paraninfo del Palacio de la Magdalena, con la presencia del secretario de Estado de Universidades, Salvador Ordóñez.

El rector de la UIMP, José Luis García Delgado, afirmó que los tres ejes que regirán la actividad académica del 2004 serán una “rotunda” apuesta por la investigación científica, el idioma español y la contribución a la mejora del sistema educativo nacional.

Durante el acto de inauguración, al que no asistieron los miembros del Gobierno de Cantabria debido a la celebración hoy del debate sobre el estado de la región, el secretario general de la UIMP, Miguel Carrera, leyó la memoria del curso pasado, en el que se impartieron 124 cursos con la participación de 6.670 alumnos.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa ha tenido a su cargo la lección inaugural de los cursos de verano con una conferencia sobre el arte de contar cuentos. Vargas Llosa volverá a comparecer en ese mismo auditorio como primer invitado del espacio Conversaciones en La Magdalena, la gran novedad del programa de actividades culturales organizadas en torno a los cursos de la UIMP.

La Lección Inaugural

En su intervención destacó que “inventar y contar historias es tan antiguo como hablar”. La necesidad de inventar y contar historias surgió, según el escritor peruano, como una forma de “enriquecer la miserable vida” de los primeros hombres y de “dar respuesta a los millones de preguntas que les angustiaban”.

Recordó cómo empezó, en Cochabamba (Bolivia), a “garabatear” sus primeras historias cuando para él “escribir y leer eran el anverso y el reverso de una misma magia que consistía en vivir una vida distinta de la no elegida” y cómo desde entonces ha tratado de “contar historias que tuvieran a los lectores anhelantes y ávidos por saber qué pasó después”.

La escritura comenzó siendo para Vargas Llosa un “juego exaltante y feliz” pero más tarde, cuando sus padres se reconciliaron y se fue a vivir a Lima, escribir fue un “refugio contra la soledad y contra el miedo” a su padre y un “calmante contra la añoranza de la inocencia”, además de una manera indirecta y secreta de mantener una rebeldía que no podía exhibir a plena luz.

Afirmó también que entre las muchas tentaciones del escritor la de la ´forma´ es “la más corruptora y la más difícil de resistir” y consideró que “lo importante es contar historias que, sin serlo, parezcan una representación de la vida… no exhibir los secretos del arte de contar”.

Así se gestaba la vocación de un “escribidor” por cuya cabeza no pasó que fuera posible ser algún día “sólo un escritor”, ya que a lo único que se atrevía era a ser un abogado, periodista o profesor que también escribía.

La literatura exige la entrega del primer amor

Su primera novela “La ciudad y los perros”, la escribió entre 1958 y 1961 entre Madrid y París, cuando ya había dado el salto a Europa tras ganar un concurso de cuentos y obtener una beca para hacer el doctorado en la Universidad de Madrid.

En España llegó al convencimiento de que si no organizaba su vida de tal manera que pudiera dedicar a escribir lo mejor de su tiempo y su energía “nunca escribiría nada presentable… Con la literatura no se debía hacer un pacto a medias, la literatura era como el amor-pasión: había que entregarse a ella sin cálculo ni tacañería, con la irreflexión y la generosidad desenfrenada con que uno se enamora por primera vez”, recordó Vargas Llosa.

Para Vargas Llosa, la esencia de la literatura -que se encuentra en el cuento, entendido como la historia imaginada que puede dar lugar a relatos breves, largos o novelas- consiste en crear un mundo de fantasía que enriquezca el universo en el que vivimos “y vivir de una forma más intensa, más rica y más aventurera”.