La reciente desaparición de Carlos Fuentes ha encendido las previsibles alabanzas de los medios de comunicación y autoridades culturales del momento. Se han recordado, con razón, su carisma intelectual y su papel esencial en la difusión internacional de la literatura hispanoamericana, así como otros méritos algo matizables como el de haber sido un eterno candidato al Nobel o su vertiente política.
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