Uncategorized

Bicentenario, poco y nada para festejar…

Muchos argentinos se preguntan qué podemos festejar en el Bicentenario.

La Revolución de Mayo acabó con la estructura política colonial y abrió el camino a las transformaciones que los criollos deseaban

La política de libre comercio se inaugura en 1809 por. el virrey Cisneros, quien necesitaba paliar el enorme desequilibro financiero. Lo apuraban hacendados y labradores porque sufrían el cerrado monopolio español. Se mantenía el control del precio del pan y se prohibía la exportación de granos y harinas perjudicando a los agricultores.

Los ganaderos con la liberación del comercio buscaban vender a Inglaterra y de allí a otros mercados europeos. Los ingleses bregaban por entrar sus productos libremente en el Plata. También lo deseaba el ejército y la burocracia española pues sufrían el atraso de sus jornales.

La Revolución de Mayo prosiguió con la política de apertura comercial. Los hombres de Mayo no solo dejaron de lado las reglamentaciones que oprimían el comercio sino que se dirigieron -a pesar de las circunstancias que apenas daba para intentar seguir vivos- a crear condiciones que lo posibilitaran.

La realidad les hizo dar, muchas veces, pasos hacia atrás pero tenían claras las metas: repartir tierras, crear poblaciones, dar en propiedad la tierra a los labradores, atraer inmigrantes y ofrecer igualdad jurídica a los extranjeros. Se preocuparon por ampliar las fronteras y dar seguridad a todo el territorio.

Había que decidirlo todo, desde quiénes gobernarían, cómo elegirlos, quiénes lo harían, cómo se controlaría el poder y de que forma se haría la sucesión. De éstas decisiones surgiría el tipo de sistema político. Brotó en medio de luchas y dirigencias en pugna.

Todo poder tiende a ser absoluto, también en una democracia incipiente, por ello una de las principales preocupaciones fue cómo controlar al poder.. De allí la importancia de consolidar una república constitucional como insistía Mariano Moreno cuando escribía sobre futuros gobernantes: “…deben aspirar a que nunca puedan obrar mal, que sus pasiones tengan un dique más firme que el de su propia virtud, y que delineado el camino de sus operaciones por reglas, que no esté en sus manos trastornar, se derive la bondad del gobierno, no de las personas que lo ejercen, sino de una Constitución firme”

Fue difícil llevar adelante un programa cuando a la lucha por la independencia se sumaban pujas terribles por el poder, como lo demuestra el surgimiento del caudillismo.

Los problemas derivados de la lucha política y militar y casi 50 años de guerras civiles impidieron lograr el cometido de instaurar la estabilidad política imprescindible para llevar adelante un programa..

La Constitución de 1853 fue el primer antecedente importante que llevó a la unión definitiva de la República concretada cuando Bartolomé Mitre comienza a dirigir políticamente al país.

Se aprovecharon los nuevos métodos de comunicación y transporte que la Revolución Industrial trajo aparejados, aumentaron enormemente el comercio y las interacciones entre los países del mundo entero.

La política de libre comercio y la de abrir las puertas a la inmigración vieron cubiertas las expectativas en 1869 cuando el censo mostró un crecimiento demográfico impresionante.

Los capitales ingleses llegaron a la Argentina. Ellos financiaron los ferrocarriles y aquí se vio el beneficio que el capital extranjero producía si se le abrían las puertas. No existía aún la actitud anticapitalista de hostilidad hacia la inversión proveniente del exterior.

De 1810 a 1910 las instituciones progresaron a medida que la educación se extendió y puso a La Argentina en la dimensión de su tiempo. A la vez, la corriente inmigratoria se adecuó a las circunstancias del país que surgía: generó sectores sociales que gracias al progreso que se alcanzó por esos años, pudieron consolidarse, fundar nuevas corriente políticas y finalmente disputar el poder a una elite que debió resignarse a entregarlo y que dejó un país en funcionamiento, con un camino abierto hacia un futuro que se imaginaba promisorio.

Todas las acciones y las leyes tendieron, como fueron la libertad religiosa, el matrimonio civil y la libertad de comercio, entre otras, a disminuir los obstáculos que trababan la libertad individual. Se comprendió que el Estado debía limitar su acción a las esferas que le correspondía y permitir a las personas realizar su vida como quisieran mientras no avasallaran los deseos de los otros.

La Argentina ocupaba en las primeras décadas del Siglo XX un lugar muy importante en el mundo, por su nivel de vida.

Hoy, las ideas de Mayo, son devaluadas por un Gobierno que festejará el Bicentenario de la boca para afuera porque violenta las instituciones, cierra la economía, aumenta la inseguridad, la pobreza, y debilita la propiedad privada.

Los Kirchner han llegado al poder halagando la fibra colectivista de la gente con un discurso que castiga la ganancia, en nombre de la cooperación social, entroniza la irresponsabilidad individual y destruye la ética del trabajo y la autonomía de la persona, como lo hacen todos los gobernantes populistas.

Los argentinos deseamos vivir democráticamente. El deseo de libertad y participación que toca a la política misma, propio, además, de toda sociedad moderna, está arraigado en nuestro mundo psicológico. No aceptamos una parodia de democracia.

Las asociaciones, instituciones, y la gente, en general está requiriendo aunque todavía en voz baja, ser escuchada en sus inquietudes y expresiones por el poder ejecutivo, legislativo y judicial. La opinión pública no podrá ser acallada, salvo, que prefieran la violencia a la paz y al orden.

Queremos, como los revolucionarios de Mayo, una República que funcione. También una economía basada en la propiedad privada y la libre iniciativa de los agentes económicos porque potencia el ímpetu creativo de la gente y el sentimiento de libertad e intimidad.

El 25 de mayo debiéramos despertar y exigir que las leyes estén por encima de quienes nos gobiernan. Como todos ellos deben estar sujetos a la normatividad aceptada: no pueden hacer lo que quieren.

La Biblioteca Nacional, tiene la traducción que Mariano Moreno hizo de la Constitución de Estados Unidos, a la que quería de modelo y en la que se basó la nuestra.

Unámonos para exigir que se cumpla: ella manda al estado proteger la libertad y los derechos individuales, que los gobernantes deben mandar conforme a la ley, la división de poderes y el federalismo. También que si un gobierno la viola impunemente, puede ser abolido.

// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR

// EN PORTADA

// LO MÁS LEÍDO

// MÁS DEL AUTOR/A

Menú