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La inflación galopante, está por engullirnos…

Los Kirchner no se han conformado con poner palos en la rueda de la actividad privada sino que han comenzado a gastar muy por encima de los recursos genuinos…

La inflación, provocada exclusivamente por el gobierno, comienza a impulsar aceleradamente  el alza del costo de vida, promueve las demandas salariales por encima de la productividad laboral  y genera un peligroso clima de agitación social  que ya se insinúa, claramente, en las calles de Buenos Aires.

Los Kirchner no se han conformado  con poner palos en la rueda de la actividad privada sino que han comenzado a gastar muy  por encima de los recursos genuinos que les proveen los particulares , provocando un enorme déficit fiscal  al que financia con emisión espuria de dinero.. El ejercicio fiscal del 2009 cerró con un déficit financiero importante y el del 2010 ya se estima en el orden de los $ 65.000 millones de pesos.
 Indican estas cifras que el Congreso   deberá revisar con urgencia  el presupuesto que ha sido un dibujo alejado de la realidad e, increíblemente, votado por la mayoría en el Congreso.
Siguiendo un modelo económico erróneo basado en el dirigismo y  en valores alejados de la libertad, emitieron dinero, también espurio, monetizando el superávit comercial para comprar divisas. De esta forma, volcaron pesos en exceso al mercado para luego absorberlos, en parte -con el  fin de  neutralizar mayores efectos inflacionarios- títulos de deuda   como los conocidos Lebacs, Nobacs y pases pasivos, incrementando, sustancialmente, la deuda interna .
El gobierno, en vez de reconocer el preocupante  estado inflacionario del país , lo oculta a través de la falsificación de las estadísticas del INDEC a la vez que pretende  combatir los efectos del flagelo inflacionario antes que atacar, de raíz, las causas que lo generan: es por eso que,en vez de reducir fuertemente el gasto público y encarar un programa de saneamiento monetario y financiero en un marco de desregulación económica , desestatización y liberación de los mercados, recurre al tantas veces fracasado control de precios y a medidas que intentan regular y controlar la economía.
 Mantener los precios es imposible para comerciantes y empresarios debido al aumento de los costos en constante aumento. Se los está obligando a fundirse.
Aunque se la niega con fingídos índices  y discursos amañados, la espiral inflacionaria se torna indiscutible con solo comparar el alza de los precios. Los economistas a partir del 30 % de inflación la denominan “galopante”. Está rondando por esa cifra, la siguiente denominación es “hiperinflación”, cuando el avance de precios traspone  el 50 por ciento mensual. ¿Recordarán el oficialismo y la oposición el fogonazo hiperinflacionario   del gobierno de Alfonsín, que lo obligó- hacia finales de su mandato- a renunciar a su cargo en medio de fuertes convulsiones sociales y  asaltos a supermercados?
Los que hemos vivido ese período sabemos, sin tener que revisar libros, que el costo de vida continuará en ascenso provocando aumento de salarios que a su vez aumentarán, aún más, los precios.
“Nada de ajuste” ha dicho la presidente. El ajuste no es nada más ni nada menos que el control y reducción del gasto público que hoy alcanza los niveles más altos conocidos hasta el presente del orden del 38% sobre el PBI. Como los Kirchner no quieren reconocer sus equivocaciones ni pagar el costo político que, irremediablemente, traería una política que intentara combatir las causas de la inflación, necesitan desesperadamente recurrir a las reservas del Banco Central, luego de haber confiscado los fondos particulares de las jubilaciones, administradas por las  AFJP, y obtenido recursos de  otras cajas, para seguir, tozudamente, con el caricaturesco modelo y financiar el despilfarro.
Si finalmente las reservas del Central- en este contexto de desconfianza- pasaran a ser la nueva caja del gobierno y estas se utilizaran para financiar el desmedido gasto público y cubrir el enorme déficit señalado, no hay ninguna duda que iniciaríamos un camino de difícil retorno, porque la inflación empezaría a hacer estragos en la economía y en el cuerpo social del país, ya que se retroalimentaría por el cambio de conducta de los agentes económicos y de los ciudadanos en general quienes – atemorizados huirían de la moneda local- buscando refugio en el dólar para salvaguardar sus ahorros y el fruto de su trabajo. El final de esta película los argentinos lo conocemos muy bien: crisis de la balanza de pagos y brusca depreciación de nuestro signo monetario, es decir, mayor pobreza, mayor indigencia, mayor desesperanza, y posibles reacciones sociales en todo el país.
Los controles de precios impuestos, casi militarmente, por  Guillermo Moreno, las tarifas políticas mantenidas con subsidios y la ineficiencia de las empresas estatales, como Aerolíneas Argentinas , viciadas por la burocracia y la corrupción, han impedido la inversión de capitales y, con ello, eliminado las oportunidades de trabajo de cientos de miles de argentinos. Por el contrario, la temida desocupación y la marginalidad aumentan constantemente.
Los argentinos, lamentablemente, sufrimos los efectos de una política fracasada, la del dirigismo, el estatismo y el intervencionismo, que no permite aprovechar las condiciones internacionales favorables que ayudarían a revertir la crisis económica e institucional a la que nos está conduciendo el gobierno.
Lo grave es que solo el gobierno, dando marcha atrás, podría crear las condiciones para superarla: según sus últimas declaraciones y acciones, no lo harán.
También es peligroso que desde la oposición se escuchen tan pocas voces que denoten conocimiento de la existencia del  flagelo inflacionario y mucho menos que alguien del sector opositor, con posibilidades de asumir el gobierno en el 2011, esté elaborando un plan tendiente a erradicarla. Tolerarla nos costará “sangre, sudor y lágrimas”
  En el pasado, tanto peronistas como radicales y militares, han recurrido a las mismas políticas: han sido proclives a los controles y a la coerción en materia económica y campeones en gastar por encima de las posibilidades. Incluso, han intentado el desarrollo con inflación,  fracasando en todos los casos. 
 Es urgente y necesario adoptar, cuanto antes,  las medidas pertinentes que ataquen las causas del fenómeno inflacionario antes que comience a espiralizarse provocando en el país, como a fines de la década del 80, una crisis social de preocupantes proporciones y, también, antes de que – en vez de los votos- como cree Duhalde, a los Kirchner, los eche la inflación galopante o la hiperinflación.
Elena Valero Narváez. Autora de “El Crepúsculo Argentino”Lumiere. 2006

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