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El FMI y la necesidad de aumentar “la caja”…

“…Kirchner, si quiere mantenerse en el poder necesita urgentemente dirigirse, con la cabeza gacha, al Fondo Monetario Internacional…”

En julio de 1945 inicia su existencia el Fondo Monetario Internacional, organización, que por contrato, obliga a la cooperación en cuestiones de política monetaria internacional y de flujo de fondos para superar déficits en la balanza de pagos. Los países miembros, con su creación, intentaban evitar los errores, producto de las devaluaciones cometidas en la década del 30.

El FMI otorga créditos y préstamos a sus países miembros, entre los que está Argentina, si tienen problemas de balanza de pagos y en respaldo de políticas de equilibrio económico y financiero. Evalúa las políticas de los países que lo integran, particularmente, en las áreas presupuestaria , monetaria y cambiaria , teniendo en cuenta el funcionamiento de la política económica mundial y da asistencia técnica en diversas áreas como las de política fiscal y monetaria..

Las criticas kirchneristas al Fondo toman al organismo como el” lobo feroz fagocitador de países “caperucitas” que se acercan en busca de empréstitos o de asistencia. Los discursos flamígeros de los Kirchner se debieron a la bandera política que comparten con intelectuales, periodistas y políticos nacionalistas, demagogos y populistas, quienes durante décadas han recitado slogans como el de “hay que romper con el Fondo” para liberarnos y asegurar nuestra independencia. Fue, éste, uno de los principales lemas de campaña de varios gobiernos argentinos.

Gracias a la coyuntura internacional excepcional, que favoreció a la Argentina desde el 2003 al 2008, Kirchner se dio el lujo de cancelar al Fondo un préstamo de 9500 millones de dólares, haciendo un pésimo negocio, pues hubiera podido negociarlo a diez años de plazo y a tasas de interés bajísimas. Aceptó, en cambio, un préstamo de Venezuela totalmente inconveniente, a tasas elevadísimas, más del 200% por encima de las tasas del Fondo, sólo para evitar que éste revisara las cuentas. Lo salvó el sector agropecuario: por la incorporación tecnológica y capitalización del sector, en la dñecada del 90, le dio la satisfacción de exportaciones fabulosas que favorecieron el crecimiento de la economía argentina mientras los precios internacionales se mantuvieron altos.

Pero, la rueda de la fortuna dejo de girar, cuando el campo se rebela ante el aumento descomunal de las retenciones y las trabas al mercado detuvieron su crecimiento. El descontento del campo se unió a todo el interior que vive al ritmo de ése sector. Kirchner lejos de aprovechar el periodo de bonanza, apretó el acelerador al modelo estatista, dirigista, e intervencionista, por lo cual, tenemos por mochila el descrédito y la imposibilidad de acceder a los mercados financieros internacionales ante el incumplimiento de los compromisos anteriores y el destrato que el ex presidente Kichner proporcionó a quienes habían confiado sus ahorros en nuestro país, hasta llegar al extremo de inculparlos por habernos prestado dinero. Recordemos, también, cuando con un gesto grotesco de “corte de manga”, se mostraba exultante vociferando: “ ¡chau Fondo!”.

En vez de tratar de revertir la situación el gobierno se conformó con publicar datos y cifras mentirosas que ocultaron la situación cada vez más preocupante de la economía nacional provocando la gran fuga de capitales, desde el 2007 hasta la fecha, hacia lugares mas confiables y seguros. Este nuevo acercamiento al Fondo, se ve como una necesidad que puede llegar a conducir a que la Argentina -transitando un camino muy difícil- sea nuevamente considerada sujeto de crédito en los mercados de capitales del exterior, en momentos que existe gran liquidez financiera y renovado interés en invertir en países emergentes que, como el nuestro, son productores de materias primas y alimentos, bienes fuertemente demandados en el mundo.

Veremos cómo disfrazan este nuevo acercamiento con el Fondo, después de tantos años de demonizarlo ante la opinión pública. Evidentemente, más allá de lo que diga el gobierno, el FMI no se apartará de cumplir con sus reglas, en materia de análisis de las políticas en curso y revisión de las cuentas fiscales de sus países miembros.

Y, es en este tema, donde la Argentina puede llegar a obtener “malas notas” si persiste el gobierno en ocultar información, tergiversar sus cuentas y falsear indicadores clave de la economía como el de la inflación. Es inexcusable, como lo aseguran los directivos del Fondo, tener información completa , clara y transparente de las cuentas públicas y de las políticas que llevan adelante los diferentes países, porque – en definitiva- son todos los miembros los que se benefician con la información proporcionada por cada uno de ellos para inspirar confianza en los inversores y saber si tales políticas resultan consistentes y sustentables .

De acordar finalmente con el Fondo, la Argentina deberá acometer la difícil tarea – también negada hasta el presente por el gobierno- de presentar un plan de pagos para salir del “default” con el Club de Paris y otro destinado a los llamados “hold outs” , es decir, a los acreedores que no quisieron someterse a la imposición del gobierno kichnerista de la brutal quita que se practicó sobre la deuda externa argentina en el 2006.

Kirchner, si quiere mantenerse en el poder necesita urgentemente, aunque le desagrade dirigirse, con la cabeza gacha, nuevamente al Fondo, reconstruir la relación perdida y cumplir, además, con las obligaciones pendientes señaladas. Sólo así, podrá pretender ofrecer dar un marco de confianza en el exterior en aras de lograr nuevos recursos a “su caja”, imprescindibles para el proyecto político personal de aspirar a su candidatura presidencial en el 2010.

Las cajas internas, para financiar el gasto público y el déficit, se encuentran prácticamente agotadas, por lo tanto, sólo después de haber dado esos pasos, podría intentar acceder a los mercados voluntarios de capitales. No asegura, sin embargo, que nos vuelvan a prestar por nuestros pésimos antecedentes en la materia y si lo hace, probablemente no será a tasas convenientes para el país. Hoy llegarían al 13% o 14 %, si no hay modificación de rumbo en la política económica y si se mantienen la inseguridad jurídica y el cambio permanente en las reglas de juego.

Países vecinos, mas confiables que el nuestro, como Brasil o Chile, obtienen préstamos en los mercados internacionales a tasas entre el 4 y el 6 por ciento. Nuestro gobierno, a pesar de todo, se empecinará a tomar préstamos a altísimos costos. La consecuencia de ello será el aumento sustancial de la deuda pública y quedará – como legado y presente griego- para ser afrontada por el el gobierno que suceda a Cristina Kirchner. Una suerte de “paga Dios”, del que sabemos los Kichner son, particularmente afectos, pero que los ciudadanos argentinos habremos de soportar a costa de un mayor empobrecimiento.

Elena Valero Narváez. es autora de “El Crepúsculo Argentino"Lu Editorial Lumiere, 2006

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