// CARTAS AL DIRECTOR

Michel Barnier

Michel Barnier, primer ministro de la República francesa, es la persona que puede mantener, además, un discurso serio, alejado de soluciones populistas frente al reto de la inmigración ilegal. Ha expresado la importancia de detener inmediatamente las regulaciones, limitar rigurosamente la reagrupación familiar, reducir la cogida de estudiantes extranjeros y la ejecución sistemática de la doble pena. Barnier aboga por una moratoria de 3 a 5 años sobre la inmigración a la Unión Europea y de esta manera estudiar los problemas asociados a la inmigración en Francia. En este sentido, el que será nuevo primer ministro defiende para Francia una soberanía de carácter jurídico en esta materia tan sensible, una especie de “escudo constitucional”, con el objetivo de que las decisiones en materia de inmigración se vean amenazadas por sentencias emanadas del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Luxemburgo) o del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Estrasburgo) o incluso por una interpretación por parte de la institución judicial francesa. Debemos observar cómo aborda este desafío estando realmente en el gobierno. Lo que resulta claro es que Emmanuel Macron ha apostado por un primer ministro del centro derecha francés y europeo, frente a los extremos y a los discursos nacionalistas y populistas que podían representar los partidos Agrupación Nacional de Marie Le Pen y Jordan Bardella, y la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Frente al nacionalismo y al populismo, la solución en Francia ha sido estabilidad, experiencia, sentido común y europeísmo, lo que da un margen al país, y un respiro a la Unión Europea, para hacer las cosas y que los extremos poco a poco se desinflen.

Domingo Martínez Madrid, Baños de Valdearados (Burgos)

El conflicto hispano mexicano: ¿Quién les paga el viaje?

El conflicto provocado por nuestra presidente electa, que hoy toma posesión, no interesa a nadie por aquí. Hoy estamos mas preocupados por la altísima violencia, criminalidad e inseguridad que nos deja el sr. López Obrador y por ese rosario de leyes casi póstumas que van a agravar nuestro principal problema: el narco y los narcos. Si ya campaban entre policías, políticos y funcionarios públicos, ahora podrán elegir jueces y magistrados.

El conflicto artificial, además de ignorante, solo quiere tapar las violaciones sistemáticas que hoy se producen en México contra los derechos humanos e impedir que en Europa y España se alce la voz y la denuncia. Es de vergüenza que no pocos españoles hagan seguidismo de esto.

El Rey no estará. Tampoco el gobierno. Vienen diputados comunistas, socios del gobierno, a título personal según dicen. Y yo me pregunto: ¿Quién les paga el viaje? Barrunto que de forma directa o indirecta los españoles les financian con sus impuestos.

Eduardo Gómez Arrieta. México DF.

¿Cerrar las puertas?

Honestamente, cerrar las puertas al foráneo es una crueldad. Ahora bien, pensar que abrirlas acrítica e incondicionalmente es la ayuda que necesita es ingenuo, además de que decidir cuánta gente puede entrar en un país, que seguramente sea menos de la que despierta la solidaridad, constituye de por sí un asunto muy desagradable. La tutela de los menores que llegan a España es una obligación legal del Estado, igual que la de socorrer los naufragios, pero los cuerpos de seguridad, los servicios de emergencia sanitaria y los centros de acogida llevan mucho tiempo desbordados (tampoco se les dota de medios suficientes) por una inmigración que, en sí misma, es desbordante. A su vez, los inmigrantes tienen el deber de integrarse en el país de acogida y quienes migran normalmente no pueden asimilar su vida a la de los nacionalizados ni aún con el paso de los años. La lengua, las costumbres, la burocracia, las posibilidades laborales, el nivel adquisitivo… terminan por distinguirnos a todos. Por otro lado, detrás de la llegada masiva de inmigrantes no es difícil reconocer la actividad de las mafias y los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y de combatir las actividades criminales.

Domingo Martínez, (Burgos)

Populismo o tecnocracia en Francia

El sistema francés fundado en 1958 por De Gaulle ofreció soluciones a la inestabilidad de la III y la IV República, pero la fórmula parece agotada por el avance de la extrema derecha y la profunda crisis de los partidos moderados. La crisis viene de atrás, pero Macron puede haberle dado la puntilla. Su impulsiva disolución de la Asamblea buscaba una clarificación tras la victoria de Le Pen en las elecciones europeas. Lo único que les ha quedado claro a los franceses es que están condenados a elegir entre populismo de derecha radical o tecnocracia.

JDomingo

La emigración desregulada es un problema

Sánchez y Von der Leyen estuvieron, hace 8 meses, en Mauritania y prometieron más de 500 millones de euros en ayuda. Hoy, el 83% de las personas que llegan a Canarias lo hacen desde Mauritania, un país que tampoco puede absorber la emigración procedente de Mali. Mucho se habla de populismo y extrema derecha, pero los Gobiernos europeos, incluido el español, han dejado en manos de estas fuerzas el discurso sobre la emigración. Se requiere realismo, pactos serios y estables con los países del Norte de África, cooperación contra las mafias y lucha decidida contra los grupos islamistas que, entre otras cosas, han hecho del tráfico y la trata de seres humanos su principal negocio. Sin ayuda y cooperación internacional para Níger y Mali, tampoco podrá avanzarse mucho en este tema. Y, sobre todo, ya va siendo hora de abandonar la demagogia pueril de tachar de racista y xenófobo a cualquiera que quiera abordar el asunto con la rotundidad que requiere. La emigración desregulada es un problema y quien no quiera verlo peca de insensatez.

Juan García. Cáceres

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