Un horizonte de desafíos globales
Recuerdo que en su discurso al Cuerpo Diplomático a principios de año el Papa recordaba que existen una serie de valores permanentes, innegociables, que se sitúan más allá de todo consenso. Son cuestiones tan decisivas como el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, o el derecho a la libertad religiosa, puesto en riesgo hoy en tantos lugares del mundo.
Con respecto al fenómeno migratorio, Francisco insistió en que es necesario dar vida a un sistema coherente e integral de gestión política y de asilo, de modo que se compartan las responsabilidades en la recepción de migrantes, la revisión de las solicitudes de asilo, y la redistribución e integración de cuantos puedan ser acogidos, de manera que afrontemos de manera integral este reto global.
En un momento especialmente delicado, como el que estamos pasando, por la crisis de confianza que atraviesa la diplomacia multilateral y por las formas de colonización ideológica que no dejan espacio a la libertad de expresión y que ponen en práctica una sectaria cultura de la cancelación, el Papa hacía una apuesta decidida por el diálogo y la fraternidad, cosa que, considero, debemos apreciar.