// CARTAS AL DIRECTOR

La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción lanzaba hace unos pocos días una campaña para prevenir el consumo de pornografía en menores, una práctica que está alcanzando cifras que deberían despertar la alarma social. Hemos podido saber que los datos del estudio sobre el que está basada dicha campaña concluyen que siete de cada diez adolescentes españoles, entre 13 y 17 años, consumen pornografía de forma frecuente. Lo hacen en la intimidad, con su propio móvil. El 88% de las escenas que visionan son agresivas o violentas. La edad media en la que se empieza a ver pornografía está entre los 8 y los 12 años y, lo que resulta también alarmante, el 30% de los menores entrevistados reconocen que la pornografía es su única fuente de información sobre sexualidad. Otro dato que llama la atención es que nueve de cada diez padres ignoran que sus hijos e hijas consuman pornografía online.

Jesús Domingo Martínez

Todos nacemos hijos, subraya el Papa en una entrevista sobre asuntos relacionados con la familia y el sentido de la paternidad. Y ser hijo es entroncar con una herencia y una identidad que se configura gracias a la maternidad, y también a la paternidad de otros. Ser padre no es una casualidad o el fruto de un empeño. Ser padre es amar, cuidar, responsabilizarse y establecer relaciones libres por el bien de los hijos. Quizás la paternidad esté en crisis, pero ser padre sigue siendo una vocación de amor y de entrega radicalmente necesaria. La realidad, más allá de disquisiciones ideológicas, se impone.

Jesús D Mez Madrid

La sociedad no puede seguir mirando hacia otro lado ante este fenómeno destructivo, el consumo de pornografía en menores, aunque tanto en adultos como en menores y jóvenes. Es necesaria una corriente de políticas públicas y de pensamiento crítico, y también un esfuerzo educativo, ante una práctica que desencadena verdaderos destrozos en la maduración de la afectividad, que es clave en el equilibrio de las personas.

Hay un sector de la industria del entretenimiento que pretende normalizar el consumo de la pornografía, pero ya es hora de romper el tabú que identifica pornografía con libertad y hablar claro sobre la tragedia que supone para el futuro de muchísimos jóvenes, abocados por ella a unas relaciones violentas y a un egoísmo compulsivo.

Juan García

Había ya indicios suficientes para sospechar que el reparto de las ayudas de la Unión Europea por parte del Gobierno iba a estar marcado por la arbitrariedad y el sectarismo.

Desde el primer momento han faltado controles que aseguren una gestión transparente, y se ha rechazado la intervención de expertos independientes, como se ha hecho en otros países. La Comisión Europea ha señalado que estos fondos deben servir para mejorar transformar el tejido productivo y la innovación, lo que en España se traducirá en una mejora de nuestro nivel de desempleo endémico.

El peligro es que, en lugar de eso, se utilicen para comprar voluntades y apuntalar los acuerdos del gobierno con las fuerzas nacionalistas.

Pienso que Europa, aunque ahora diga que se hace bien para no crear problemas institucionales, y también la justicia española, deben tomar cartas en el asunto.

Pedro García

EE.UU. es un país en riesgo de quiebra social

Muchos opinan que en estos momentos EE.UU. es un país en riesgo de quiebra social. Aunque algunos acusen a Trump, este no es tanto la causa, como el síntoma de fracturas culturales que vienen de más atrás. Su rechazo a reconocer el resultado electoral hace un año marcó sin duda un peligroso precedente que podría repetirse en las próximas presidenciales, independientemente del color del ganador. Pero limitarse a condenar el vandalismo de las turbas del Capitolio se queda lejos del grandilocuente objetivo proclamado en campaña por Biden de “recuperar el alma de la nación”. No es un fenómeno exclusivo de la sociedad estadounidense: donde había confianza, ahora hay sospecha. Donde había ciudadanos que simplemente piensan de forma diferente, ahora hay traidores a la patria o fanáticos que merecen ser socialmente proscritos. El problema es serio, porque sin confianza, sin “fe” en el otro, no hay democracia ni hay mercado que pueda funcionar de manera eficiente. Sentarse a dialogar con quien piensa distinto, ver en esa persona a alguien con buenas intenciones y algo que aportar al bien común, se ha convertido hoy en una necesidad primaria en las democracias occidentales.

José Morales Martín

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