A lo largo de los años que llevamos viviendo en democracia se aprecia que los partidos de derecha no dan tanta importancia a la educación como los partidos de izquierda. Al menos en España. Los partidos de izquierda saben que el agua fina de la educación moldea la sociedad y los votos.
Se va imponiendo un sistema educativo en las antípodas del esfuerzo y la superación. Así se extiende una visión de la democracia equivalente a la mediocridad, confundiendo igualdad de oportunidades con igualitarismo académico, sin estímulos ni reconocimientos.
Hay un empeño claro en que la figura del profesor se devalúe. Empezando por los padres que dan más valor a lo que dice o hace su niño en el centro educativo que lo que el profesor intenta trasladar con su dedicación profesional. Si un profesor no se busca motivaciones personales para su trabajo, hoy en día cae en el desánimo y el abandono.
Este Gobierno quiere adoctrinar, imponer, y por tanto también le estorban profesores con prestigio y personalidad. Socavar su autoridad es también un objetivo prioritario. Adoctrinamiento y mediocridad van de la mano: quien se esfuerza por no ser mediocre no es presa fácil para ser adoctrinado, y no adoctrina a los alumnos.
Viene una enseñanza en Infantil y Primaria con perspectiva de género en Matemáticas, gran empeño en descubrir la sexualidad y una asignatura como Valores cívicos y éticos que es para temblar.
Este Gobierno hará todo lo que pueda salvo lo que los tribunales o los padres impidan para impedir la libertad de elección de centro educativo, la libertad de elegir el castellano como lengua vehicular, y para permitir cualquier atisbo de libertad a los padres, que tienen el derecho y deber de educar a sus hijos.
Más que el atraco de la comisión de una tarjeta bancaria o el de la subida de la luz, estamos viviendo un atraco más relevante, que es el atraco educativo. Esperemos que haya reacción, aunque sea en septiembre.