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Coalición precaria y confusa

Los gobiernos de coalición no son un camino de rosas. La mayoría de los países europeos son gobernados por dos o más formaciones políticas. La fragmentación de los votos no es necesariamente una precariedad democrática sino una manifestación de la voluntad plural de los electores que se manifiesta en las urnas.

Cuando Pedro Sánchez se fundió en aquel efusivo abrazo con Pablo Iglesias a los pocos días de haberse celebrado las elecciones se veía la necesidad imperiosa de un pacto precipitado para poder gobernar. El PSOE y Unidas Podemos no pasaron días, semanas o meses para acordar un programa de legislatura. Lo decidieron en dos días y firmaron solemnemente un documento que expresaba la voluntad de alcanzar el poder más que un intento serio de gobernar el país siguiendo las aspiraciones que cada formación aportaba.

No hay experiencia de gobiernos de coalición en España. Desde el primer momento se observó que el pacto no era sobre un programa sino sobre personas que querían repartirse el poder con las cuotas correspondientes. Es cierto que Pedro Sánchez se ha salido muy bien con la suya desde que ganó las elecciones en 2019. Pero a trancas y barrancas porque no se pactaron los programas sino las parcelas del poder.

La coalición no se rompe porque supondría la caída del gobierno. Y las dos partes aguantan los discursos divergentes en cuestiones importantes como defensa, ingeniería social, economía y política exterior. En los temas que Pedro Sánchez considera cruciales los podemitas ceden porque no saben que la ruptura equivaldría a abandonar el gobierno.

Tenemos dos gobiernos en uno. Con la peculiaridad de que Unidas Podemos cuenta con la vicepresidenta Yolanda Díaz que es un verso suelto y tiene su propio proyecto que no place al núcleo duro de Unidas Podemos y muy especialmente a Pablo Iglesias, ex vicepresidente que salió del gobierno y que se dedica a agitar el discurso de izquierda radical como tertuliano con poder en la sombra de Unidas Podemos.

No parece que el gobierno se rompa. Ninguno de los socios tiene fuerza suficiente para gobernar por su cuenta. Lo más probable es que la coalición se prolongue hasta las elecciones generales. Ya veremos qué responden las urnas. Este experimento habrá sido útil para aprender un poco cómo se organizan y funcionan los gobiernos de coalición. No es normal la controversia casi diaria en muchos temas de gobierno.

En los sistemas parlamentarios es imprescindible disponer de mayorías suficientes en la cámara. Que se lo digan sino al president Aragonès que con 33 escaños no podrá gobernar si Junts no le echa una mano o se decide a abrirse a una colaboración con los socialistas de Salvador Illa que están dispuestos a aprobar los presupuestos pero no a cualquier precio.

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