Europa está enredada en el laberinto de la migración. No sabemos qué hacer con los cientos de miles de irregulares que están ya trabajando en la construcción, en el campo y en la atención de los mayores. Muchos no tienen papeles y viven precariamente en los arrabales de las ciudades, amontonados en viviendas compartidas con otros recién llegados que sostienen la parte más dura de los trabajos de la economía productiva.
El centro en Albania donde acoger a los inmigrantes enviados por Italia.(Fotografía Vlasov Sulaj / AP)
Lo que ha sido una solución en la historia reciente de Europa se ha convertido en un problema con derivadas políticas. La Italia de Meloni protagonizó ayer el primer traslado de migrantes irregulares a Albania. La iniciativa viene acompañada de un lenguaje inquietante al hablar de campos de retención y deportación.
La fórmula Meloni ha sido recogida por la presidenta Ursula von der Leyen, que someterá en la cumbre europea de hoy el estudio de estas formas de solicitud de asilo trasladando el problema a campos de detención administrativa de países terceros. Turquía ya lo puso en práctica.
Son parches y salidas hacia adelante para expulsar a los que estorban por considerarlos un peligro para nuestros modos de vida. Angela Merkel empezó su declive político cuando en el 2014 admitió a un millón de migrantes, mayormente huidos de los horrores de la guerra en Siria, con el argumento de que impulsarían a la economía alemana y corregirían la curva demográfica.
Fue el miedo al extranjero lo que propició el nacimiento de la extrema derecha alemana, que ya es mayoría en el land de Turingia y segunda fuerza en la antigua RDA. El canciller Scholz ha restablecido controles fronterizos aleatorios con todos sus países vecinos. Schengen está herido de muerte. Los campos de retención son una solución desesperada y con similitudes, salvando todas las distancias, a la caída de Roma en los siglos IV y V.
El miedo al migrante ha hecho crecer a partidos de extrema derecha en Finlandia, Suecia, Dinamarca, Austria, los Países Bajos, Francia, España… Marine Le Pen puede sustituir a Macron en las elecciones del 2027.
Europa ha entrado en estado de pánico al no aceptar emocionalmente la presencia de los que buscan nuevos horizontes para salir de la pobreza, la persecución y las guerras. O los integramos en nuestros valores o acabarán imponiendo los suyos.
Artículo originalmente publicado en La Vanguardia el 17 de octubre de 2024