La participaciòn directa de Irán atacando a Israel abre el espectro de una confrontación de dimensiones mundiales.
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Lunes, 02 de diciembre 2024
Manifestación en Teherán a favor del ataque con drones y misiles sobre territorio israelí. Foto Reuters
La participaciòn directa de Irán atacando a Israel abre el espectro de una confrontación de dimensiones mundiales.
Los elementos para un conflicto de dimensiones globales en Oriente Medio han aparecido esta noche en los cielos de Irán, Iraq, Jordania e Israel. Unos trescientos drones y misiles han salido de suelo iraní en dirección a Israel. La gran mayoría de ellos han sido neutralizados antes de que alcanzaran su objetivo.
Es la primera vez que Irán ataca directamente a Israel. Ya no lo hace a través de Hezbollah desde Líbano o de Hamás en Gaza sino que lo perpetra desde su territorio y lo anuncia como una respuesta al ataque de Israel a la embajada iraní en Damasco a principios de abril. Irán no es un país menor. Tiene una larga historia y cuenta con un régimen radicalmente opuesto a los valores occidentales y muy especialmente a lo que significa el estado de Israel. Es un régimen teocrático que se instauró en enero de 1979 con la llegada del ayatollah Jomeini procedente de París para protagonizar la última de las revoluciones del siglo pasado, posiblemente la más importante del siglo XX, después de la bolchevique de 1917.
La posibilidad de un nuevo escenario de confrontación global está sobre el tablero. Israel se ha defendido del ataque con sus sofisticados sistemas de seguridad y sobre todo con el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la ayuda subalterna de Jordania y Arabia Saudí al comprometerse que no dejarían pasar drones o misiles iraníes por sus espacios aéreos.
Ha sido una noche de terror para Israel cuyas consecuencias hay que buscarlas en los seis meses de guerra abierta entre los ejércitos hebreos y los terroristas de Hamás en Gaza. Una guerra que no ha conseguido una victoria militar ni tampoco eliminar a los terroristas que el 7 de octubre asesinaron a más de 1200 judíos en el interior de Israel.
La respuesta del gobierno Netanyahu ha sido dura y desproporcionada. Han muerto más de treinta mil palestinos en Gaza, muchos de ellos niños, sin que se vislumbre un acuerdo que ponga fin a la guerra y mucho menos que se contemple una salida política para los más de cinco millones de palestinos que viven sin derechos en los territorios ocupados de Cisjordania y en la franja de Gaza. Todo viene de una espectacular victoria en la guerra de los Seis Días de junio de 1967 que la historia ha demostrado que fue una proeza amarga. La gira del presidente Pedro Sánchez por varias capitales europeas para promover el reconocimiento de un estado palestino ha sido superada por los acontecimientos.
El marco de la guerra que ha experimentado una inquietante escalada esta madrugada no se circunscribe al conflicto entre Israel y Hamás. Afecta a todo Oriente Medio y, por extensión, a Estados Unidos y Europa. Las alarmas han saltado en Washington y en las capitales europeas. Netanyahu quiere responder al ataque directo de Irán pero Joe Biden lo quiere impedir porque sabe que un enfrentamiento de Jerusalén con Teherán implicaría la involucración militar directa de Estados Unidos en el conflicto. A Biden no le interesa que la guerra se globalice en un año electoral pero, sobre todo, es consciente de que se está asistiendo a los preparativos de una gran confrontación de dimensiones globales.
Biden quiere parar a Netanyahu para que la respuesta no sea inmediata y que en todo caso sea proporcionada.
El problema es que el ambiente está cargado y la música que suena es la de la guerra, el rearme, la destrucción del adversario. Tan viejo como la noche de los tiempos. Albert Camus decía que cuando una guerra estalla “las gentes dicen que no durará porque es una bestialidad. Y, sin duda, una guerra es ciertamente muy bestia, pero ello no impide que dure”.
Todas las cinco guerras que ha librado Israel desde su fundación en 1948, que las ha ganado, han sido cortas. Esta que está protagonizando contra Hamás en Gaza es demasiado larga. No la ha perdido pero tampoco la ha ganado. La entrada de Irán es una novedad inquietante.
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