Política

La revolución china frente al liberalismo

Leonor Filardo
Sin embargo, a este país hay que verlo en su contexto histórico. Según Kenneth Hammond, profesor de la Universidad de Nuevo México, su historia data del siglo XXIII a. C., periodo en el cual ha tenido 21 dinastías, 10 reinos, una República (desde 1911). En la República han gobernado varios presidentes. Los más conocidos son Sun Yatsen, que la fundó; Mao Zedong, que la arruinó; y Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao, que la han ido transformado en una potencia económica.

En la Dinastía Zhou (1066- 221 a. C) se creó el principio del mandato del cielo: un sistema operativo que estructura los principios morales de cómo debía funcionar el gobierno. Establecía que cuando un gobernante es cruel y opresivo debe perder su mandato. Este principio fue perfeccionándose dinastía tras dinastía. Se creó una élite de administradores (Shi), cuya característica fundamental era la excelencia. En el siglo VI a. C., Confucio lo complementa. Según él, las élites políticas debían desarrollar un carácter moral personal para servir al pueblo, promoviendo la vía (Dao), manera de vivir en una sociedad ordenada, próspera, armoniosa y en paz. Una de las cuestiones fundamentales era el concepto Li, los valores procedentes de la ley natural, en contraste con wen, que se refiere a la acción humana. En el siglo XIII d. C., Zhu Zi desarrolla la síntesis filosófica, enfatizando la necesidad de que para servir privada o públicamente, un individuo debe cultivarse moralmente. Para ello, debían pasar exámenes sumamente estrictos. El confucianismo ha sido milenario en la cultura china. Así cada dinastía surgía porque sus gobernantes no cumplían con el mandato del cielo.

Mao no recibió ese mandato. Se asesoró con los comunistas soviéticos, ejecutó El Gran Salto Adelante, un programa de estatización, que confiscó la propiedad privada, distribuyó tierras, colectivizó la economía, creó la guardia popular y las comunas como unidades económicas autosuficientes. A pesar de que manipulaba las cifras con los supuestos resultados de estas políticas, sus consecuencias nefastas no pudieron ocultarse. Se generó una hambruna que mató a más de 70 millones de personas. En una reunión del Buró Político, tuvo que reconocer sus errores, argumentando su falta de conocimientos económicos. Aunque conservó su puesto de presidente del partido, tuvo que ceder la jefatura del Estado a Liu Shaoqi y a Deng Xiaoping, quienes tomaron las riendas del Gobierno. En 1979, Deng inicia la transformación económica, cambiando su Constitución e incorporando la economía de mercado como un instrumento de desarrollo. De esos principios filosóficos antiguos quedó el de la excelencia en la educación y en cuestiones de política económicas, para transformar a China en una potencia, especialmente después de las humillaciones a la que Occidente la sometió durante diferentes guerras.

Los presidentes que siguieron a Deng profundizaron las reformas. Es así como en 27 años su crecimiento promedio anual es de 9%, su inflación menos de 2%. En 2005 exportó $ 750 billones y sus reservas internacionales alcanzan $ 1 trillón. A pesar de que China es el país que más ha disminuido la pobreza en el mundo, todavía 400 millones de personas viven con menos de $ 2 diarios. Para constatar la revolución frente al liberalismo, viajé a 6 ciudades chinas. La prosperidad florece por todas partes, son impecablemente limpias; se han recuperado parques y lugares históricos, construido aeropuertos, autopistas, rascacielos, y no hay buhoneros. Los guías me informaron que el Gobierno da educación gratis para un hijo, y solo para la primaria. El que tiene más de uno, debe financiarlo la familia. Las universidades las pagan los estudiantes y los exámenes de admisión son sumamente estrictos. Salud, seguridad social y viviendas son pagos. Sin embargo, los grandes avances económicos contrastan con la falta de libertades políticas. Mientras persistan privilegios políticos, prolifera la corrupción y una profunda pobreza de sus campesinos. Ello genera tensiones sociales porque la suma de libertades políticas y económicas es lo que garantiza la convivencia pacifica de los pueblos y frena la corrupción. Pero el discurso del actual presidente, Hu Jintao, exige la armonización social como uno de los objetivos del desarrollo económico. De lo contrario, el mandato del Cielo no perdona.

Leonor Filardo de Cedice Venezuela.

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