Europa, Política, Portada

Putín es el que bombardea

Estamos en un momento en el que la victoria no es fácil ni rápida y la resistencia no se rinde… A pesar de ello, todavía se está a tiempo de detener la barbarie para que callen las armas.

El canciller Bismarck ganó una guerra contra Dinamarca, otra contra Austria-Hungría y una tercera contra Francia que culminó en la proclamación del segundo imperio alemán en el palacio de Versalles de París en 1871. En cada guerra ganada iba engrosando los territorios de la antigua Prusia dando paso al nacimiento del Estado alemán.

Conquistaba territorios a los vencidos que incorporaba al nuevo imperio alemán de matriz prusiana. La cesión francesa de Alsacia y Lorena al nuevo poder europeo con sede en Berlín sería la continuación de un movimiento constante de fronteras en Europa que empezó con la caída de Roma y dura hasta hoy mismo.

Bismarck era un guerrero con vocación imperial que el káiser Guillermo II echó como canciller, entre otras cosas, porque era más famoso que él. Dejó escrito que “ay de aquel líder cuyos argumentos al final de la guerra no son tan plausibles como los que utilizó al comienzo”. Sabía de lo que hablaba ya que se refería a que una vez declarada una guerra las causas del conflicto se van difuminando porque lo único que importa es derrotar al enemigo.

Los cientos de miles de soldados alema­nes y franceses que murieron absur­damente en la batalla de Verdún, desde febrero hasta diciembre de 1916, no fueron sacrificados por ideales pa­trióticos, sino por una guerra de atrición diseñada por los estados mayores, que la contemplaban desde la lejanía.

Esta guerra en Ucrania ha trastocado los históricamente frágiles equilibrios de poder en Europa que durante más de ochenta años habían logrado evitar los enfrentamientos armados, con la dolorosa excepción de la guerra de los Balcanes de los años noventa del siglo pasado, que con sus carnicerías humanas recordaron las matanzas inútiles y colectivas de la Segunda Guerra Mundial. Europa vuelve a vivir el miedo y el dolor de una guerra con miles de muertos y millones de desplazados en el interior de Ucrania y casi tres millones que han cruzado las fronteras de los países occidentales vecinos.

Los servicios de inteligencia rusos deben tener muchos escapes porque fue el presidente Biden quien anunció tres semanas antes de que empezaran los bombardeos que Putin quería invadir Ucrania, que habría más de cincuenta mil muertos y millones de desplazados. La CIA debe de tener infiltrados muy cercanos al poder que toma las decisiones en el Kremlin.

Biden acertó en las intenciones de Putin, pero no supo detectar que los ucranianos plantarían cara con un patriotismo que parecía haberse difuminado en la Europa del bienestar y de la abundancia. Tampoco difundieron las estimaciones sobre la duración y el desenlace del conflicto entre dos países que han convivido durante siglos y después de las tres se­manas de bombardeos intensivos será difícil que los ucranianos acepten una rendi­ción sumisa a los caprichos bélicos de Putin.

Cada día que pasa con ataques aéreos y de artillería, con muertos en los dos bandos, con el presidente Zelenski apareciendo a diario ante las cámaras mostrando un coraje patriótico incuestionable, será más difícil llegar a un acuerdo que detenga las hostilidades. Son varias las voces autorizadas en nuestro país que insinúan que el responsable es Zelenski porque no quiere aceptar la neutralidad de Ucrania, reconocer la incorporación definitiva de Crimea a Rusia y aceptar la independencia de las regiones del Donbass, Donetsk y Luhansk.

Pero las imágenes no mienten ni son fabricadas por los periodistas que arriesgan sus vidas para facilitar la información de un ataque que ha empezado Putin y que no detiene a pesar de tutearse con Macron en largas conversaciones telefónicas, sentar en la mesa larga del Kremlin al canciller Scholz, hablar telemáticamente con Joe Biden y soportar las duras san­ciones económicas que afectan también a varios de los oligarcas que se han enriquecido desmesuradamente al amparo del poscomunismo cleptócrata.

La historia dirá con todo detalle lo que está pasando. Lo que no dirá es que Ucrania ha atacado primero a Rusia. Estamos en un momento en el que la victoria no es fácil ni rápida y la resistencia no se rinde. Bismarck puede que tuviera razón. Las causas que se invocaron al comienzo ya no son las mismas. A pesar de ello, todavía se está a tiempo de detener la barbarie para que callen las armas.

Publicado en La Vanguardia el 16 de marzo de 2022

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