Europa, Política

Sorpresa a la sueca

Las elecciones suecas del 17 de septiembre acabaron en una derrota histórica del gobierno socialdemócrata de izquierdas.


No todos los votos han sido contabilizados aún, pero parece que el Partido Socialdemócrata ha recibido apenas el 35% de los votos – el peor resultado electoral del partido en cualquier comicio desde 1914. El principal partido de centro-derecha, Moderaterna, logró el 26% de los votos – los mejores resultados del partido desde 1928. En total, los tres partidos de izquierda recibieron combinados cerca del 46% de los votos, en comparación con el 48% en total de los cuatro partidos que componen la alianza de centro-derecha.

¿Es algo sorprendente realmente una victoria de centro-derecha después de doce años de gobierno socialdemócrata? Para muchos suecos lo es. Después de todo, los socialdemócratas han gobernado Suecia 65 de los últimos 74 años. Además, diversos factores de la política sueca han dotado de mucho más poder a los socialdemócratas que a las restantes fuerzas políticas del país.

El apoyo de los sindicatos aportado a los socialdemócratas en período electoral simplemente no es igualado por ningún otro partido. En las elecciones previas del 2002, la suma total de la ayuda procedente del mayor sindicato al Partido Socialdemócrata se estimó en 512 millones de corona suecas – cinco veces más que el presupuesto electoral total de los seis partidos restantes de Suecia combinados. Durante la campaña electoral del 2006, la cifra se aproximó hasta cotas de los 825 millones de coronas huecas.

Los medios de Suecia se alinean típicamente con la izquierda y las agencias gubernamentales invierten 2 mil millones de coronas suecas en conformar la política pública cada año, a menudo desde una perspectiva de izquierdas. Esta suma es más de 100 veces mayor que el presupuesto anual de la principal institución de libre mercado de Suecia, el Timbro.

El dinero público se utiliza a menudo para impulsar la causa de los socialdemócratas durante los períodos electorales. Un ejemplo interesante de esto podía haberse en las elecciones de este año. La corporación pública Utbildnings Radion enviaba dos DVD con información electoral a alrededor de 1500 escuelas suecas. Un DVD trataba de la democracia; el otro, del socialismo — la plataforma política del partido.

Los observadores extranjeros asumen a menudo que el pueblo sueco sigue eligiendo gobiernos socialdemócratas simplemente a causa de los méritos de la política social, sin reparar en cómo sindicatos, medios e instituciones públicas brindan a la izquierda una clara ventaja en política sueca. Parcialmente debido a este hecho, el sistema social sueco se ha convertido en un mito para muchos extranjeros – una prueba de que el socialismo puede combinarse con una economía dinámica, la innovación y el desarrollo. Un ejemplo típico de esto es un artículo de enero del 2006 en Newsweek:

En el invierno del descontento, con Alemania y Francia estancados y Gran Bretaña encarando aguas más turbias, Europa se deshace por el modelo sueco igual que hizo en los años 30 y de nuevo en los años 70. Es Suecia como objeto de deseo: el camino al frente para las economías europeas que buscan ser tan competitivas como socialistas en un mundo de libre mercado.

Pero Suecia no es el perfecto experimento socialista que a muchos extranjeros les gusta creer. En primer lugar, el sistema social sueco no es necesariamente más socialista en todos los aspectos que los sistemas de gobierno de los restantes países occidentales. Las cuentas de jubilación privada que los Republicanos luchan por sacar adelante en Estados Unidos son ya una realidad en Suecia, junto con un sistema de vales para las escuelas privadas en competición. Al mismo tiempo, cuando examinamos las políticas que hacen que Suecia destaque como nación de izquierdas – como elevados impuestos, generosos subsidios gubernamentales o penas blandas con los criminales – es obvio que están haciendo que Suecia se atrase.

Suecia es un país con una orgullosa tradición de empresa, trabajo duro e innovación. Entre los años 70 del siglo XIX y los años 50 del XX, la economía sueca creció con bastante contundencia, a lo largo de un periodo en el que las políticas económicas eran libres y la presión fiscal era baja todavía. Pero después, los socialdemócratas se radicalizaron en los años 60 y 70, y elevaron los impuestos al tiempo que incrementaban el tamaño del estado. El resultado fue que Suecia perdió lentamente su puesto puntero competitivo, hasta el punto de no ser ninguna de las naciones más ricas del mundo en términos absolutos (como lo fue por ejemplo en los años 70).

Suecia ha sido tradicionalmente un país con un fuerte respeto a la ley, con pocas tensiones étnicas. El crimen ha sido reducido. Pero a causa de que el gobierno ha sido blando con el crimen durante tanto tiempo, la cifra de violaciones y asesinatos se ha incrementado dramáticamente.

De la misma manera, la firme ética tradicional de trabajo que una vez hizo rica a Suecia se está desvaneciendo. Vivir a costa del gobierno en lugar de trabajar ha pasado a ser lucrativo. Esto es más evidente entre las generaciones de jóvenes suecos y los inmigrantes que han llegado recientemente a Suecia. Las políticas sociales han tenido influencias negativas sobre una sociedad sueca antes próspera. En comparación, la minoría sueca de América aún está prosperando en todas las áreas en las que Suecia ha decaído a lo largo de las últimas décadas.

Las elecciones suecas demuestran que hay muchos que están cansados de políticas que anteponen el bienestar social al trabajo, que hunden la iniciativa empresarial y que expanden el poder de la burocracia gubernamental. También demuestran que ni siquiera todas las ventajas de las que disfrutan los socialdemócratas en elecciones son suficientes en ocasiones para maquillar sus fracasadas políticas. Para los aspirantes socialistas de Europa, ésta es una lección que vale la pena repetir.

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Nima Sanandaji es fundadora de Captus, la principal institución sueca de libre mercado que promueve ideas liberales.

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