Política

Tormenta política anunciada

La culpa no es de la vena criminal de Castro sino de la candidez de sus socios europeos.


Una tormenta política se desató en España, con graves acusaciones hacia al Gobierno socialista que preside José Luis Rodríguez Zapatero, tras la expulsión por las autoridades cubanas, el viernes, de parlamentarios españoles que asistían al primer encuentro público de la disidencia cubana.

Pero se pueden repasar los hechos y llegar a la conclusión de que este desmadre fue ocasionado por una pésima política exterior alimentada por la ingenuidad y la complicidad ideológica del Gobierno socialista español y algunos de sus socios europeos.

La cancillería española había protestado el viernes ante la embajada de Cuba en Madrid por la expulsión “inaceptable” de dos ex senadoras del Partido Popular (PP, derecha) y de un diputado catalán de Convergencia i Unió (CiU, democristiano).

El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, criticó duramente al gobierno por ser “amigo” de dos dirigentes “bananeros” y “hacerse el simpático” ante ellos, en referencia al “tirano” cubano Fidel Castro y al venezolano Hugo Chávez, al que calificó de “desquilibrado” y “memo”.

Cabe recordar que fue el gobierno socialista quien a fines del año pasado impulsó la reanudación del “diálogo” de la Unión Europea con el régimen comunista de Cuba. El “congelamiento” de las relaciones diplomáticas había sido decidido por la UE a mediados del año pasado, después que el régimen de La Habana encarceló arbitrariamente a 75 opositores y fusiló a 3 jóvenes que secuestraron una embarcación para huir de la isla-cárcel.

Para mejorar las relaciones con Castro, Zapatero propuso que los representantes diplomáticos de la UE levante las sanciones impuestas a La Habana, política que fue seguida luego de la liberación de algunos presos políticos como el poeta Raúl Rivero. Sin embargo, la reanudación del “diálogo” por parte de la UE no tuvo ni la más mínima contrapartida por parte de la dictadura castrista en materia de democratización y de mayor libertad para los cubanos.

El grave error de esta política fue reforzar y potenciar al dictador, que aprovechó la complacencia de la UE y de España para sacar partido de las coyunturas internacionales propicias y obtener créditos que le permitan mantener el aparato represivo. La culpa no es de la vena criminal de Castro sino de la candidez de sus socios europeos.

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