Política

Víctimas musulmanas de la violencia islamista en Turquía

Pero hasta el estado turco ha adoptado una vergonzosa postura con respecto a Sivas. El estado estaba desamparado; su policía no pudo dispersar a la multitud. ¿Cómo podría ser eso en un país en el que la policía es tan temida? En Sivas, el estado secular turco se doblegó al fundamentalismo.

Ali Sirin
El 2 de julio de 2007 decenas de miles de personas se congregaban en la ciudad turca de Sivas. Llegaron a la conmemorar a las 37 víctimas de una masacre en la ciudad. La atrocidad tuvo lugar hace apenas 14 años.

El 2 de julio de 1993, tras las oraciones del viernes en las mezquitas sunitas locales,un tumulto de al menos 15.000 fundamentalistas islámicos dedicó la noche a sitiar un festival cultural que había atraído principalmente a miembros de la comunidad alevi, una minoría de alrededor de 18 millones de personas, o el 25% de la población de Turquía. Los alevi siguen una versión religiosa en la que se fusiona el islam chiíta, el sufismo (el ascetismo islámico) y la cultura turca tradicional.

Los extremistas sunitas rodearon el Hotel Madimak, donde se celebraba el festival. Llamaron al dominio de la sharia y denunciaron a los alevi como infieles. A continuación los fundamentalistas prendieron fuego al edificio. Habían sido incitados a este acto de terror a causa de la presencia en el festival de Aziz Nesin, un popular escritor turco que estaba traduciendo Los versos satánicos de Salman Rushdie. Nesin escapó de las llamas y falleció dos años más tarde.

Los manifestantes este mes se reunían frente al Hotel Madimak y daban lectura a los nombres de las víctimas, con el resto del colectivo anunciando “¡vive!” Algunos sostenían fotografías de la matanza.

Pero junto con la pena, el orgullo brillaba en las caras de los manifestantes de Sivas en el 2007, incluso si la ciudad es famosa como nexo fundamentalista en la región central anatolia de Turquía. Una reclamación aparecía inscrita en las pancartas: que se levantase un museo a las víctimas de 1993. La ubicación de la masacre debería ser lugar de recuerdo y advertencia. Muchas personas llegaron a la congregación de recuerdo procedentes de las principales ciudades turcas, como Ankara o Estambul, pero también hubo participantes procedentes de Europa Occidental, donde las organizaciones alevi están alcanzando un elevado nivel de actividad.

La conmemoración constante de las víctimas de Sivas, aunque pesada de llevar y criticada por algunos, no sólo invoca la condena al fundamentalismo islámico, sino que también representa la aspiración al tipo de sociedad tolerante y humanista necesaria en Turquía. El movimiento alevi rehúsa olvidar a los muertos, y añade la promesa de lograr la pena y el procesamiento de aquellos que lo cometieron. No reconocer la atrocidad de Sivas entre aquellos en Turquía que saben de ella, les hace cómplices. “Algunos alevi hasta preferirían olvidar”, decía Hasán Özer, un químico técnico procedente de Moers, en la Renania alemana, y participante en la ceremonia 2007, “piensan que el recuerdo constante reabre una y otra vez las heridas, y ello aviva las llamas del conflicto entre sunitas y alevis”.

Los fundamentalistas creyeron a las víctimas de Sivas muertas como ateos decadentes. Muchos de los que sitiaron el hotel en 1993 y aplaudieron cuando prendió el incendio habían aceptado lo que se les había dicho por parte de los fundamentalistas agitadores: que el hotel estaba lleno de enemigos del islam que tenían que ser castigados.

Hasán Özer continuaba, “Tristemente muchas personas, incluyendo a aquellas que aplaudieron el incendio, no condenan la masacre; en su lugar, expresan extrañamente felicidad a causa suya”. Para ellas no hubo ningún crimen; los racistas sunitas se ven a sí mismos como víctimas del secularismo turco, y de un mundo que es impredecible. Sivas es la alegoría de sunnismo patriarcal y desesperado, temeroso del cambio, que pretende violentamente proyectar su estilo de vida establecido, incluyendo sus tradiciones convenciones y costumbres.

En 1993, los salvajes de Sivas plasmaban claramente que en la perspectiva del mundo de los fundamentalistas islámicos, no hay lugar para disidentes. El dogma, el miedo a Alá, la represión, la superstición y el odio conforman el equipamiento mental de los guardianes autoproclamados de la fe. El amor, el humanismo, y la tolerancia son ajenos a su vocabulario.

Pero hasta el estado turco ha adoptado una vergonzosa postura con respecto a Sivas. El estado estaba desamparado; su policía no pudo dispersar a la multitud. ¿Cómo podría ser eso en un país en el que la policía es tan temida? En Sivas, el estado secular turco se doblegó al fundamentalismo. Los alevi y los sunitas seculares están unidos defendiendo al estado secular contra “el tétrico fundamentalismo” de Turquía — un fenómeno visible desde hace ya algún tiempo. Recordar a las víctimas de Sivas forma parte de esta lucha.

“Las ceremonias deben continuar”, decía Hasán Özer. “Porque los residentes de Sivas olvidan o nos ignoran cuando nos ven”.

La mayor parte de los amigos y parientes de Hasán Özer le advirtieron de no acudir a Sivas el 2 de julio, pero él insistió en hacerlo. Internamente se sintió obligado a izar la bandera del humanismo y no permitir que las víctimas sean olvidadas. El acto fue un gran éxito. Dos canales de televisión pro -alevi que operan desde la libertad de Alemania, Su-TV y Düzgün-TV, comentan frecuentemente sobre Sivas, e invitaron a la gente a asistir al acto de 2007. Estos canales de televisión son una espina clavada en alguien. Los alevi que fueron a Sivas se llevaron un generador con ellos para ver un debate en directo en Su-TV. Hicieron bien. Tan pronto como la policía los avistó, se fue la luz.

Ali Sirin es líder de la comunidad alevi de Alemania y miembro del Centro para el Pluralismo Islámico.

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