Se veía venir a un kilómetro. Estaba requeteprevisto en el guión del PSOE. –Si Luis Bárcenas es inocente, ¿por qué dimite? y, si es culpable, ¿por qué no lo ha cesado Rajoy antes?

Eso es lo que tiene que contestar el PP, dicen los socialistas. Un estribillo que han entonado en tromba, como en una función coral mil veces ensayada.   
 

Ha dimitido Bárcenas, por voluntad propia y de acuerdo con el Presidente de su partido. ¿Demasiado tarde o antes de tiempo? ¿Acierta o se equivoca al dar este paso? ¿Se rinde o coge carrerilla? Qué más da. Qué más le da a los que han sentenciado hace mucho el juicio sumarísimo paralelo al tesorero del PP. Culpable, claro, hiciera lo que hiciera, declarara lo que declarara, culpable. Faltaría más.  
 
La campaña contra Bárcenas, tratando en todo momento de extender la sombra de la sospecha sobre todo el Partido Popular, ha sido descomunal, insoportable  Quiso evitar la dolorosa e injusta impresión de que en nuestro país sólo dimiten los culpables, que dimitir es aceptar la falta, que cuando el río suena…., pero ha sucumbido finalmente a la presión.

Los mismos que hasta ahora mordisqueaban con fruición la yugular de Bárcenas han empezado a golosear una nueva pieza. Le toca el turno a Francisco Camps. Es el siguiente gran objetivo. –Si Bárcenas ha dimitido, ¿qué razón hay para que no lo haga Camps? Han comenzado a preguntarse y responder los socialistas. Si no lo hace es porque se enroca en una culpabilidad manifiesta, si dimite está reconociendo abiertamente el delito. Argumentario tan peregrino y ramplón como eficaz, recuerda a la gata Flora.