Un grupo de congresistas de Estados Unidos llegaron a Cuba “con la finalidad de explorar las posibilidades de abrir un diálogo bilateral”. El viaje fue organizado por la Cancillería cubana y la representación diplomática de La Habana en Washington

No cumplen “misión presidencial”

“(Buscamos) vías de entendimiento porque consideramos que es el mejor momento para iniciar un diálogo con Cuba”, expresó a la prensa extranjera Marcia Fudge, congresista del Partido Demócrata.

Sin embargo, Bárbara Lee, la congresista que encabeza la delegación, dejó claro que no vienen por mandato del presidente de Estados Unidos. “No traemos ningún mensaje de (Barack) Obama, venimos por nosotros mismos”, expresó.

El grupo de legisladores está integrado por Lee, Fudge, Mel Watt, Shella Jackson, Mike Honda, Laura Richardson, Bobby Rush y Emanuel Cleaver.

Los miembros de la delegación se quedarán hasta el miércoles y tienen planeado entrevistarse con el presidente del Congreso Ricardo Alarcón, con el canciller Bruno Rodríguez, además de con el ministro de Inversión Extranjera y con el Director de Alimport, la importadora nacional de alimentos.

La agenda incluye además un viaje al famoso balneario de Varadero – donde sólo pueden acceder los turistas extranjeros – un paseo por La Habana Vieja, entrevista con los familiares de los cinco espías cubanos presos en EE.UU., visita al Centro de Ingeniería Genética y a la Escuela Latinoamericana de Medicina.

En ningún momento los legisladores se han referido a la violación de los derechos humanos en Cuba ni su interés de entrevistarse con algún partido opositor o algún disidente cubano.

La visita coincide con el levantamiento temporal de las limitaciones de viaje para los emigrados cubanos.

El próximo paso que se perfila en el Congreso de EE.UU. sería la autorización para que los estadounidenses también puedan visitar la isla, al menos ese es el deseo de estos simpatizantes de un gobierno que estuvo a favor de lanzar misiles nucleares contra los EE.UU. en octubre de 1962 y que lleva cinco décadas desviando recursos para fomentar la inestabilidad en diferentes regiones del mundo con el propósito de perjudicar, fundamentalmente, intereses norteamericanos.