Economía y Sociedad, Política

El Gobierno en Chile: peligroso retroceso

Estamos frente a un retroceso de las políticas públicas que nos aleja de las tendencias modernas y que daña las oportunidades para alcanzar la meta de ser país desarrollado. La Presidenta Bachelet con su mirada socialista quiere agrandar el Estado sin mayor preocupación por su eficiencia. Desgraciadamente esta visión tiene un costo: limitar el dinamismo económico.

Cristián Larroulet
La mayoría de los países vive transformaciones profundas. Las tendencias más fuertes son hacia la integración de sus economías; mayor participación de la empresa privada, de las organizaciones de la sociedad civil y de los ciudadanos; gobiernos cada vez más descentralizados, aliados con el sector privado y con estructuras crecientemente flexibles. En algunos casos han sido procesos ordenados como en China y en otros con desorden como Rusia.

Estamos en presencia de una megatendencia hacia sociedades más descentralizadas y con políticas que favorecen el emprendimiento de las personas. Son variados los factores tras esta megatendencia: el fracaso del socialismo y del Estado burocrático, las ventajas de la globalización y el impacto de un cambio tecnológico que acerca al mundo y empodera a las personas.

En Latinoamérica, Chile ha sido pionero en esta tendencia iniciada por el gobierno militar y continuada con algunas excepciones por los primeros gobiernos de la Concertación. Sin embargo, el gobierno actual se aleja de esta megatendencia.

Hay un punto de inflexión que se explica por un deseo consciente de la parte influyente de la coalición gobernante por cambiar la orientación del país y por la reacción propia de un Poder Ejecutivo más débil frente a las crisis heredadas. La Presidenta Bachelet con su mirada socialista quiere agrandar el Estado sin mayor preocupación por su eficiencia. Desgraciadamente esta visión tiene un costo: limitar el dinamismo económico y con ello el progreso social, además de promover la corrupción.

Las experiencias mundiales indican que los países que alcanzaron el desarrollo lo lograron generando las condiciones para promover el trabajo y el espíritu creador de las personas y no por un Estado más grande y burocrático. Este intento de reconstruir un Estado de bienestar es especialmente dañino por las condiciones económicas actuales.

A fin de año el sector público acumulará recursos por aproximadamente US$ 23.000 millones, lo cual es una tentación poderosa para aumentar del gasto público sin asegurarse que sea beneficioso para la población. El problema es que si se gastan el país perderá competitividad y va a repetir el error que cometió cuando se farreó la riqueza del salitre.

Esa tendencia se ha acentuado en los últimos meses por las diferentes crisis que ha enfrentado la autoridad. En el caso del Transantiago se promueve que el Metro y el BancoEstado aumenten su rol. Frente a la crisis energética se le da una mayor responsabilidad a CODELCO y ENAP.

Frente al problema de la educación se proponen proyectos de ley que dan más poder al Ministerio de Educación, y no se da autonomía ni incentivos a las comunidades escolares para aumentar la calidad de sus servicios. Desde el Ministerio del Trabajo se lideran más regulaciones al empleo. Se negocia la creación de una AFP estatal. Se propone aumentar la carga tributaria.

En suma, estamos frente a un retroceso de las políticas públicas que nos aleja de las tendencias modernas y que daña las oportunidades para alcanzar la meta de ser país desarrollado.

———————–

Fuente: Libertad y Desarrollo (Chile).

// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR

// EN PORTADA

// LO MÁS LEÍDO

// MÁS DEL AUTOR/A

Menú