Asia-Pacífico

El islamismo radical en Uzbekistán está sobreestimado

“Ciertos acontecimientos del mundo, que al principio parecen oscuros, tienen la peculiar capacidad de iluminar las contradicciones ocultas de la política mundial. Pero el fulgor que producen confunde a menudo a la mayoría de los espectadores. El colapso de Yugoslavia en 1991 fue uno de tales acontecimientos. También la sublevación de Andiján recientemente”.


La situación en Uzbekistán es fácilmente entendible: "U" de Ucrania, "están" de Kyrgyzstán. Es decir, el punto álgido de la ola de democratización de los estados ex soviéticos está alcanzando Asia Central, donde no puede sino superponerse a la ola similar del mundo árabe, y donde no puede ser obstaculizada mucho más.

Los hechos al desnudo de Andiján son simples, pero también predecibles. En primer lugar, el Valle de Ferghana y las regiones vecinas al este de Uzbekistán llevan rezumando descontento desde el año pasado, cuando miles salieron a la calle para manifestarse contra los altos impuestos y las restrictivas políticas estatales sobre el comercio. Las protestas comenzaron en la antigua ciudad de Qoqand, que también tiene tradición de dictadura política local, y se extendieron rápidamente a la provincia de Andiján.

Esta agitación no tiene relación con el islam radical, y los fundamentalistas islamistas fueron incapaces de capitalizarla. Tampoco está motivada por la pobreza desesperada; en su lugar, es una expresión de la creciente expectación. La revolución democratizadora de Kyrgyzstán, que se encuentra en la frontera cercana a Andiján, electrificó el Valle de Ferghana. Los inquietos uzbecos tienen hoy, al lado, un ejemplo exitoso de acción directa contra un gobierno injusto.

La crisis se aceleró hace seis semanas, cuando los ciudadanos de la ciudad de Andiján empezaron a manifestarse pacíficamente contra el encarcelamiento de 23 jóvenes empresarios locales. Los 23 estaban acusados de pertenecer a una "conspiración islamista" llamada Akramiyya, que en realidad parece no haber sido más que un círculo local espiritual y filantrópico. Las autoridades uzbecas y los blogs y agencias de noticias rusas y extranjeras han acusado al unísono a Akramiyya de afiliación a Hizb-ut-Tahrir (HuT — el Partido de la Liberación), una organización fundamentalista neo-wahabí que está prohibida en varios países.

Pero el jeque Mohammed Sadiq Mohammed Yusuf, de 52 años de edad, ex gran muftí, o gran líder [espiritual] de Asia Central, a quien entrevisté en profundidad en diciembre y que es notablemente pro-americano, niega la acusación de que Akramiyya esté vinculada al HuT. Según él (según lo divulgado por la Fundación Jamestown), Akramiyya "no tiene nada en común con Hizb-ut-Tahrir, ni con otras organizaciones políticas fundamentalistas islámicas".

Aunque el relato fiable y detallado de los incidentes de la última semana continúa siendo esquivo, es seguro que las tropas uzbecas dispararon contra manifestantes en Andiján, matando a un número desconocido pero significativo [de ellos]. Los ciudadanos respondieron y mataron a miembros de las fuerzas de seguridad. Como consecuencia de esta tragedia, los uzbecos comenzaron a fluir desde Ferghana hacia la frontera Kyrgyz, convencidos de que sus vidas estaban en peligro y de que tenían que alcanzar un territorio en donde hubiera algún tipo de control democrático.

El gobierno uzbeco de Islam Karimov ha continuado culpando a HuT de la insurrección de Andiján, e intentando, por lo tanto, desvincular la crisis del movimiento de democratización post-soviético. Vi esto venir durante mi visita a Uzbekistán en diciembre, que coincidió con la Revolución Naranja de Ucrania. Durante las extensas conversaciones con los funcionarios uzbecos, les encontré impermeables a la lógica de su situación. Cuando se mencionaba Ucrania, cambiaban de tema o argumentaban que era irrelevante para ellos — de hecho, el propio Karimov declaró que los "proyectos" democratizadores presuntamente inspirados desde fuera no tendrían lugar en sus dominios.

Cuando intenté explicar a los uzbecos que ni el Presidente George W. Bush ni el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, que habían apoyado a Karimov en el pasado, querrían escuchar esto, se mostraron hostiles. Mi visita coincidió con la decisión del Departamento de Estado norteamericano de declarar a HuT organización "extremista", pero no terrorista. ¿Por qué "estábamos" haciendo esto, me preguntaban agresiva y airadamente?. ¿Por qué "estábamos" protegiendo a terroristas?. Según los funcionarios uzbecos de seguridad y los de etnia rusa que trabajan entre sus filas, Estados Unidos y Gran Bretaña habían [sido] indulgentes con HuT para tenerlo como arma contra Moscú.

El quid [de la cuestión] de Uzbekistán es simple y obvio. La gente del Valle de Ferghana tiene a Kyrgyzstán al lado, igual que Arabia Saudí, de mandato wahabí, tiene al recién liberado Irak al lado, e igual que hace 25 años, la Unión Soviética tenía a Polonia al lado. Uzbekistán es la más poblada y desarrollada de las repúblicas ex soviéticas del Asia Central. De todos estos estados, tiene más en común con Ucrania y Georgia, incluso más de lo que tenía con Kyrgyzstán [en común].

El atractivo del islam radical en Uzbekistán está altamente sobreestimado; el resentimiento de los comerciantes del bazar local contra los impuestos injustos y otros abusos en el Valle de Ferghana, no. Es hora de que los uzbecos se unan definitivamente al movimiento de democracia y dejen atrás la era soviética, con su baño de sangre y sus mentiras.

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