Oriente Próximo, Política

Europa, Erdogan y Putin

Erdogan y Putin están moviendo sus piezas, seguramente empujados por las circunstancias.


Miles de turcos se han manifestado hoy en Colonia en favor de Erdogan. Musulmanes franceses han asistido a misa en la catedral de Rouen para mostrar su rechazo al asesinato del sacerdote degollado junto al altar en un barrio de la ciudad. No es una guerra de religión, ha dicho el Francisco en los últimos días.

Es una guerra, más bien, de fanáticos que se aprovechan de la libertad de movimiento en Europa para golpear puntos específicos con instrumentos muy variados. Las víctimas más numerosas del terrorismo que tiene su origen en el Estado Islámico son musulmanes. En la avenida de los Ingleses de Niza, un treinta por ciento de los atropellados y muertos por el camión diabólico eran también musulmanes.

¿Quién mueve este movimiento de terror que atemoriza a millones de ciudadanos? Sabemos quiénes entrenan a los futuros asesinos, cómo les reclutan en Europa, los obstáculos que superan para llegar a los centros donde se decide la marcha del Estado Islámico. Pero lo sabemos después, cuando se han marchado hacia Siria o cuando han utilizado las redes sociales para comunicarse antes de cometer una matanza o un asesinato simbólico.

Los movimientos de Erdogan son muy sintomáticos sobre lo que puede ocurrir próximamente. La democracia turca tenía muchas imperfecciones. Pero el contragolpe de Erdogan ha hecho saltar por los aires la libertad y la justicia en un país con un pasado muy complejo. La esperanza de que un estado gobernado por un partido islámico podía ser perfectamente democrático se está desvaneciendo en Turquía. Ha desaparecido.

Europa ha maniobrado con Turquía desde que Ankara pidió formalmente abrir negociaciones para el ingreso en la UE. El año 2014 debían empezarse las primeras concreciones. Hoy estamos más lejos de Turquía que nunca y Turquía, miembro de la OTAN y aliado preferente de Estados Unidos, se ha alejado de Bruselas y gira hacia Moscú.

Este es el movimiento geopolítico más interesante de los últimos tiempos. Putin necesita a Turquía y Erdogan se presta a trazar un principio de entendimiento con Moscú. Sería la confirmación de que la política de Estados Unidos en Oriente Medio, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, ha sido un inmenso error.

Las dos guerras libradas en Afganistán e Iraq se han perdido a juzgar por la situación en la que se encuentran estos dos países. Al margen de si fueron guerras justas o no, el hecho es que esos países están destruidos, divididos, en guerras étnicas internas de difícil solución.

La guerra de Siria ha sorprendido a Occidente. Por su duración, su brutalidad y su confusión. En estos momentos la iniciativa la lleva Moscú en el sentido que sus acciones bélicas para fortalecer a Assad son más eficaces que las de lo que podríamos llamar los aliados.

Los atentados que golpean y horrorizan a los europeos son consecuencias también de los errores militares, políticos y estratégicos cometidos por Occidente en este siglo. La iniciativa no la tiene Estados Unidos ni Europa. Está en manos de los que juegan con el terror y de los que se pueden aprovechar de este conflicto. Erdogan y Putin están moviendo sus piezas, seguramente empujados por las circunstancias.

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