Asia-Pacífico, Pensamiento y Cultura

¿Hay un sistema capitalista en China?

En el gigante asiático existen algunos islotes limitados de libertad. Sin embargo, el Partido Comunista mantiene un régimen totalitario. Los dos caminos hacia los cuales podría evolucionar esta nación, según la visión de dos intelectuales

Hay veces que uno concluye que en algunos casos son menos dañinas las izquierdas que los que se dicen amigos de la libertad. Este es el caso de quienes alardean como partidarios de la sociedad libre y sin embargo afirman sandeces mayúsculas como que en la China de hoy existe el sistema capitalista.

La primera recomendación a estos comentaristas estrafalarios es que estudien qué significa el capitalismo, que es un sistema basado en la propiedad privada y en el respeto irrestricto a los proyectos de otros, es decir, la consideración y garantías a las autonomías individuales. Para los distraídos que mantienen que el capitalismo es una realidad en China es muy recomendable estudiar, por ejemplo, el libro de Ludwig von Mises titulado La mentalidad anticapitalista porque esas falacias precisamente se encuentran incrustadas en las mentes de los propagandistas del supuesto capitalismo chino.

Una cosa es observar que el gobierno chino ha autorizado islotes limitados de libertad con lo que financia el enriquecido aparato estatal y otra bien distinta el pregonar la burrada de marras lo cual constituye un agravio a toda la tradición de la libertad que se ha esforzado en mostrar sus valores, principios y fundamentos a través del tiempo.

Es lo mismo que los irresponsables que parlotean del capitalismo ruso sin percatarse del sistema autocrático que allí impera que ha pasado del terror blanco al terror rojo y de allí al terror de los descarnados atropellos de los nuevos mandones ex KGB que todo se lo embolsan en un clima irrespirable de botas que anulan todo lo que no coincida con la prepotencia del momento. Es lo mismo que aquellos energúmenos que ponderan “la educación cubana” sin entender que donde hay adoctrinamiento hay anti-educación (para no decir nada de la obligación en esa isla-cárcel de escribir con lápiz pues la tanda siguiente debe borrar y usar el mismo papel debido a la fenomenal escasez de ese material). Es lo mismo que los bellacos que seriamente dicen que en Cuba hay buena medicina sin la elemental información de las pocilgas en las que se han convertido los hospitales tal como, entre muchos otros, explica la neurocirujana cubana Hilda Molina y que solo hay centros de salud para los burócratas y para ciertos extranjeros que apoyan al régimen comunista. En Cuba la detención más generalizada es bajo el cargo de “peligrosidad pre-delictiva” para encerrar a los sospechosos de oposición (igual que en la contrarrevolución francesa con los “delitos de intención”).

Para tener esos aparentes “amigos de la libertad” es mejor contar con los enemigos que por lo menos no actúan disfrazados y tienen la honestidad intelectual de confesar abiertamente sus designios.

Como es del dominio público hay una frondosa literatura sobre China pero en esta nota periodística centramos la atención en dos libros que desarrollan tesis opuestas respecto del posible horizonte futuro de ese país. En ambos casos claro que parten de la indiscutida premisa para todos los investigadores rigurosos que se vive hoy en China un régimen totalitario con los antedichos islotes de libertad que naturalmente generan un colosal resultado, pero, como queda dicho, estas dos prognosis difieren radicalmente en sus perspectivas para el futuro.

Veamos algunos flancos de estos estudios pero digamos que para ponerlo en una píldora telegráfica se trata de lo siguiente: por un lado Guy Sorman en China, el imperio de las mentiras sostiene que el sistema irá desembocando en un incremento aún mayor del espíritu totalitario a través del tiempo, mientras que Eugenio Bregolat en La segunda revolución china pronostica un futuro promisorio puesto que se basa en la idea que esos islotes de libertad que por más limitados que sean generarán nuevos incentivos y renovada fuerza para irse extendiendo a través del tiempo.

Sorman -aunque presenta varios escenarios posibles- se inclina por el mantenimiento de un sistema opresivo para la gran mayoría de los chinos que se refleja de entrada en su signo monetario ilustrado con la figura del asesino serial Mao, en el pretendido olvido de la masacre de Tiananmen y en los permanentes intentos de manotazos a Hong Kong en medio de cientos de millones sojuzgados por el régimen y literalmente muertos de hambre. La salida más próxima del sistema actual la esboza en dirección a la posibilidad de un eventual golpe de Estado que militarizaría aún más el país. Las rebeliones que aparecen “no se comunican entre sí, no constituyen un movimiento unitario, no tiene líder ni programa. El Partido llegó a fragmentarlas, no parecen capaces de conmoverlo ni de una magnitud suficiente como para enfrentar a la policía o al ejército”. El objetivo central de las posibilidades y variantes que se detectan en posibles gobernantes que se perciben como posibles consiste en todos los casos probables en “mantenerse en el poder” y “el segundo objetivo es el enriquecimientos de sus miembros” [los del Partido Comunista], lo cual lo fortalecen con empleos adicionales de armamentos adquiridos con la nueva riqueza.

Por otra parte, Guy Sorman lo cita a Mao Yushi, “el más lúcido de los economistas chinos, lo que le trae como consecuencia ser vigilado permanentemente por milicianos de la Seguridad Pública”, quien “considera que el desarrollo económico de China es más un desastre que un milagro” en primer lugar porque las “tasas chinas” no son confiables “ya que el gobierno es el único que tiene acceso a las estadísticas y que éstas no se pueden verificar.” Además eso de los islotes de libertad debe tomarse con precaución ya que están frecuentemente resquebrajadas, por ejemplo, “son los dirigentes del Partido los que dan a los bancos orden para otorgar préstamos por motivos políticos o personales y de no exigir el reintegro de esos préstamos” y así sucesivamente las cortapisas en el mercado inmobiliario, permisos en el comercio etc. Pero a pesar de todo, la liberación parcial y a regañadientes produce sus frutos que deslumbran a todos.

Como anunciamos, del otro lado del espectro se encuentra el libro de Bregolat quien concluye que todo lo que viene ocurriendo en China “configura una nueva mentalidad. Es probable que, antes o después, la ciudadanía demande un mayor grado de participación en los asuntos públicos. El Partido es consciente de ello y es muy posible la evolución desde dentro del sistema en dirección a la democracia, principio introducido ya, con limitaciones, en los pequeños municipios […] China sorprendió al mundo con su cambio económico y bien puede sorprenderlo en el terreno del cambio político. No es seguro que ocurra, pero no puede excluirse. El tiempo dirá”.

En todo caso las maravillas que en diversos planos describió Marco Polo sobre la antigua China del siglo XIII no se condicen con lo que viene sucediendo, tal vez solo que al encandilarse con el descubrimiento de la imprenta se le pasó inadvertido la irrupción del papel moneda lo cual transmitió su espíritu a la tan ajetreada vida contemporánea.

Por último, cierro esta nota con la mención de un personaje sobre el que he escrito antes en detalle. Se trata de Liu Xiaobo muerto a los 62 años de edad en China a raíz de un cáncer de hígado eventualmente fruto de los sucesivos disgustos y de su condena por el régimen a once años de cárcel en 2009 “por el delito de socavación al poder estatal” lo cual comenzó por la denuncia (préstese atención a la denominación orwelliana de la repartición gubernamental) de la Brigada Primera de la Oficina para la Seguridad y Control de la Red de Noticias Públicas de los Servicios de Seguridad de la Ciudad de Pekín, en concordancia con el párrafo 105, apartado 2 del Código Penal de la República Popular China referido al antedicho delito. Las autoridades no lo dejaron salir del país para tratarse la enfermedad.

Xioabo ha sido un baluarte de la libertad. En ese contexto sostiene con énfasis que la concesión a algunos de ciertas libertades producen una explosión fenomenal de la energía creadora que con razón deslumbra al mundo, pero el autor subraya que ese vergel de lo material no debe tapar la vergüenza de los atropellos a las libertades de prensa, de asociación, de reunión, la privación de una Justicia independiente del poder político y la corrupción astronómica de todos los funcionarios de más alta jerarquía. Señala que no resulta digno para la condición humana que se pretenda cubrir la bajeza de lo dicho con edificios y automóviles mejores puesto que esto significa la miserable renuncia de valores esenciales del espíritu por lo que en definitiva son las chucherías de la materia.

Este doctor en literatura fue profesor invitado, entre otras, en las universidades de Columbia y Oslo. En su obra más conocida –No tengo enemigos, no conozco el odio– se consigna que participó activamente en las antes aludidas protestas estudiantiles de junio de 1989, reprimidas de modo sangriento (colaboró en la redacción del documento titulado “La voces de las madres de Tiananmen”). Publicó once libros en el extranjero debido a la censura en China y fue condenado varias veces a “campos de reeducación” (un eufemismo para esconder los campos de concentración que millones de veces fueron campos de exterminio).

Fue presidente del PEN Internacional en la clandestinidad china y en 2010 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz que no pudo ser recibido por él por encontrarse en la cárcel y tampoco pudo ser recibido por sus familiares a quienes se les prohibió la salida del país (el 10 de diciembre, simbólicamente el galardón fue depositado en una silla vacía). Fue uno de los redactores de la célebre Carta 08 en pos de la libertad por la que fue severamente reprimido junto a otros colegas.

A pesar de que de joven admiraba a Marx debido al sistema de adoctrinamiento de todo régimen totalitario, por consejo bibliográfico del antes mencionado Mao Yushi fue muy influido por autores como Isaiah Berlin y Friedrich Hayek. En su último ensayo Xiaobo escribió -pese a las dificultades permanentes de saltear a los comisarios del pensamiento: “Anhelo ser la última víctima de la inquisición literaria en este país y que de ahora en más ninguna otra persona sea juzgada por sus palabras”.

En su antedicho libro critica a los que le dan prioridad en sus vidas “a los cargos, la riqueza y los viajes, los intereses especiales de las modas, el consumo, los buenos looks de las actrices de cine, los juegos de Internet y las relaciones de una noche”. Critica a los nacionalismos que “producen el mayor entusiasmo en la joven generación, sobre todo, el sentimiento antiestadounidense y antijaponés, así como el rechazo de la independencia de Taiwán, son reacciones con las cuales la juventud expresa su compromiso con el Estado chino y su odio por su nacionalismo […] Ese es el nacionalismo de la juventud china: fanfarronería para afuera, cobardía para adentro […] Si se quiere llegar al éxito rápido, debe estarse en el Partido [Comunista] apenas uno termina sus estudios […], este fenómeno que se vive tranquilamente, aunque con la moral rota, es perfectamente acorde con la esquizofrenia espiritual de toda la sociedad […] Las noticias no oficiales, que circulan de forma privada, muestran la forma verdadera del sistema informal, un verdadero reino del terror”.

En todo caso, en este texto hemos intentado mostrar la falsedad, el insulto a la inteligencia y la contradicción en los términos de mantener que hay un sistema capitalista en la China del abuso del poder.

Libertad y Progreso

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