Política

La semana en Argentina

Gabriela Pousa analiza para el DiarioExterior el desarrollo de los principales hechos económicos, sociales y políticos en Argentina.

Gabriela Pousa
3El problema mayor con el que debe lidiar Néstor Kirchner es él mismo. El resto
de los conflictos que hoy yacen en el escenario político son hartos conocidos,
previsibles y hasta repetidos para los argentinos. Y es que las soluciones que
suelen darse a éstos cada vez que se replantean -cambien o no sus argumentos- no
son sino senderos hacia “más de lo mismo”.

El cortoplazismo en Argentina
se ha transformado en una suerte de evangelio de manera tal que todo lo nuevo,
paradójicamente, es viejo y cuánto acontece hoy día no es más que el prólogo…
Los problemas han encontrado en la dirigencia demasiada inoperancia y desidia.
La tolerancia para con éstos ha llevado a implementar a modo de “políticas de
Estado”, parches que no hacen sino postergarlos o en el mejor de los casos
tranzar una tregua donde los problemas quedan disimulados pero nunca
superados.

El gobierno de Kirchner pretendía festejar su primer año
embanderando la consigna de una aparente estabilidad económica. El argumento no
era malo. A saber, los argentinos en materia de aumentos y precios desmedidos
quedaron resentidos tras las sucesivas hiperinflaciones (de los 80), la abrupta
salida de la convertibilidad sin plan sólo para beneficiar a unos pocos
allegados al duhaldismo y varios vaticinios según los cuales el dólar llegaría a
los 8 ó 10 pesos, mínimo. Pero de pronto ya no sirve izar la bandera de un dólar
medianamente previsible. Esa aspiración del Ejecutivo no halla asidero. Pese a
que los números oficiales no indiquen una suba indiscriminada de la canasta
básica, y el dólar oscile entre valores más o menos establecidos, la sociedad
tiene sus propias mediciones corroboradas en lo cotidiano.

Aquella
inflación que los índices con su nueva metodología de cálculo no otorgan aún al
costo de vida, se refleja en cambio, en las encuestas. Por más que se insita en
sondeos de imagen, la opinión publicada dista considerablemente de ser la
opinión pública. Nadie logra encontrar a ese 73% que se manifiesta satisfecho
con el gobierno según algunas encuestas. Un dato nada deleznable es aquel que
muestra a un Juan Carlos Blumberg con más cantidad de firmas (4.417.553) que los
votos obtenidos por el santacruceño para asumir la presidencia (4.271.141)
Kirchner también conoce estas cifras…

A su vez, otro dato que nada
pareciera tener que ver con la política aunque halla una contrapartida
interesante es el estado en que se encuentra Diego Maradona. La estrella se ha
estrellado y los dedos acusadores apuntan hoy hacia el entorno. Suponiendo que
Kirchner siga siendo el político avalado por un porcentaje alto de ciudadanos
puede esperarse un descenso brusco como el que sufriera el ídolo del fútbol en
tanto no hay un medio ambiente que esté colaborando por mantenerlo al margen de
los artificios de la fama, siempre con aristas extrañas. No hay un gabinete
homogéneo con un rumbo prefijado secundando al jefe de Estado. El mismo
vicepresidente en su álbum fotográfico tiene a personajes que difieren
sustancialmente de aquellos que están retratados en el despacho el
Presidente.

En ese desorden de cosas, Kirchner no sabe hacia donde
moverse. Haber dejado en claro su independencia del Justicialismo cuando no
posee aún una estructura concreta que lo apuntale no parece ser un acierto. Así
como Duhalde decidió torcerle el brazo a Menem, sacando de la galera un
candidato ignoto para la mayoría de la gente, puede mover cualquier ficha del
tablero y jaquear nuevamente. Sin embargo, también hay que analizar ciertos
matices distintivos dentro del duhaldismo y ver hasta qué punto Duhalde comulga
plenamente con ciertos miembros de su propio movimiento. El PJ tiene vasta
trayectoria en cuanto a traiciones, ramificaciones, idas y vueltas. Recuérdese
que los “jóvenes idealistas” de ayer fueron luego unos “estúpidos e imberbes”…


Tal como quedara expuesto en el panorama de la semana anterior, la
jugada de Kirchner para solidificar su mandato el próximo 25 parece recaer en la
conocida proclama de la reforma política. Pretender que esa oratoria devenga en
actos concretos ya es utopía. Durante años, la reforma política como fórmula
proselitista o mera maniobra distractiva ha ocupado portadas de diarios y horas
de debates televisivos. Los resultados, sin embargo reivindicaron los cánones
políticos preexistentes más allá de los fracasos producidos por los mismos.
Desde que la democracia retornara a la Argentina la lista sábana estuvo en el
banquillo de los acusados por impedir la transparencia del régimen
representativo. Mas no se ha logrado dar con el juez capaz de enfrentar el costo
político al sentenciar a perpetuidad un sistema que permite articular el juego
de poderes dentro del Poder Legislativo.

Al parecer, lo bueno es enemigo
de lo eficiente para ciertos políticos. Creer que ahora, Duhalde y Kirchner
sacan a relucir el tema movidos por un patriotismo serio, es ingenuo. Ambos
apuestan a mantener sus fuerzas dentro del Congreso y para ello es menester
acomodar los punteros de manera tal que entren en las listas del próximo año.
Implícita o explícitamente hay laderos políticos de ambos lados que deben estar.
Sin el aval parlamentario, la gobernabilidad pende de un hilo. Ahí está la parte
más compleja de la interna justicialista. El otro lado de esta moneda está
ocupado por las provincias y sus intereses en el régimen de coparticipación que
se demora aún cuando el FMI lo puso como una suerte de leitmotiv para futuros
pactos. Junio está cerca y hay un vencimiento en puerta.

La soja decayó
casi nueve puntos en dos días, los mercados internacionales tienen sus intereses
al margen de la Argentina y, hasta cuándo durará la bienaventuranza de los
precios detrás de la frontera, es un enigma. Mientras, los calendarios internos
muestran impuntualidad preocupante en la toma de medidas. Todo cuánto se decida
en lo que al consumo de gas y de energía respecta ya es sólo un parche para
evitar el naufragio pero no puede entenderse como una reestructuración de un
sistema obsoleto más allá de quiénes tienen la culpa. Todavía Doña Rosa sigue
sin saber si podrá encender una estufa. Para agregar a la confusión, se anunció
en estos días que la sensación térmica este invierno tendrá un nuevo mecanismo
de registro de modo que quizá, encontremos en pleno invierno que el frío pasó a
ser tibio… En ese caso, la crisis energética podrá justificarse sin tanto
revuelo.

Kirchner es consiente de que el problema es su aislamiento. No
tiene gente capaz de acercarle propuestas coherentes. Su temperamento le impide
convocar gente que sepa. Un problema en manos de ineficientes tiende a agravarse
a la décima potencia. En ese sentido, la política duhaldista de buscar una
convivencia medianamente armónica con los conflictos continúa a la orden del
día. Cuando el Presidente fuera internado en Río Gallegos mucho se especuló
sobre un posible cambio en su modo de ejercer el poder. Nada sin embargo, hacia
suponer eso. ¿Por qué debería asombrar ahora que tras sellar en Estados Unidos
un acuerdo con Enrique Iglesias (BID) para financiar los planes sociales salga a
refunfuñar contra éste con furia y sin asidero? Ese es Néstor Kirchner y ese
seguirá siendo. Las empresas saben que el apoyo de hoy será un desdén mañana y a
ese modus operandi han de adaptar sus producciones y recursos económicos,
humanos, financieros. No esperaran rosas de quién siembra malezas… Creer que las
petroleras se encontraron de la noche a la mañana con un Primer Mandatario
contradictorio y confundido, no es serio. Ni el titular de Repsol ni los
directivos de Shell o Petrobras esperaban en esta Argentina beatitudes ni juego
limpio. Desde afuera se observa con precisión que lo que falla adentro, no es
más que la falta de reglas. Los últimos gobiernos han dado clara evidencia de
falsear las normas de juego cada semana, para no decir cada día, aumentando el
riesgo de las inversiones e incluso generando ataques a la propiedad privada
“justificada” con argucias seudo jurídicas. EL CAMINO HACIA MÁS DE LO MISMO
Decía Quevedo que lo mucho se vuelve poco con sólo desear un poco más. A un año
de la asunción, Néstor Kirchner parece desear mucho más. Pero también la
ciudadanía comenzó a hacer sentir su demanda. Blumberg fue el emergente del
deseo silenciado por la esperanza. Así como el padre de la cruzada Axel sigue
presionando con movimientos lentos, la sociedad mantiene un alerta que desvela
al Ejecutivo. Explicar que la crisis energética se debe a tal o cual gestión no
conforma. Si el gobierno no empieza a ser solución será considerado parte del
problema. Una empresa del Estado no es respuesta. Y no, solamente porque en los
ochenta el Estado empresario demostró su inoperancia sino también porque a esta
altura la gente ya no sabe qué es el Estado, dónde está para ir a reclamarle, ni
siquiera dónde queda… Al margen del problema educativo (aún cuando éste sea
importantísimo para definir el por qué estamos en crisis eterna), el ritmo de
los problemas no permite que los conceptos se definan con cierta coherencia. Si
no hay plata para proveer de gas al pueblo, ¿cómo es que la hay para crear una
empresa? ¿Quiénes trabajarán en ella? ¿Quién será el contralor de la misma para
evitar que suceda lo que ya sucediera?… Todas preguntas sin respuestas para él
hombre medio de la Argentina. Es menester dejar en claro que las causas de los
problemas están siempre fuera de la ciudadanía, en cambio sus consecuencias se
hacen sentir inevitablemente dentro de ésta. Hasta tanto no logre darse vuelta
esta ecuación, no habrá un gobierno que cuente, más allá de las encuestas con el
aval de la gente. No hace falta demasiada inteligencia para darse
cuenta.

Sin una dirigencia capacitada para la resolución de casos que
deben ser tratados como árboles en mal estado: desde la raíz y no meramente
siendo podados, las soluciones que se presentan a la crisis (cualquiera sea la
materia) tenderán a sembrar consecuencias más graves todavía. Hoy por hoy es
como si estuviésemos acudiendo a un médico para construir un edificio o
consultando a un economista acerca de cómo prevenir una gangrena. No alcanza una
reforma política que sólo altere el orden de los nombres dentro de una lista. No
sirve tampoco una nómina de culpables de los males que aquejan a la Argentina
sin erradicarlos antes.

La tolerancia con los problemas y la cultura
política del parche tiene antecedentes vastos en el país. Recordemos que Duhalde
culpó a los bancos de usureros para justificar el colapso de la economía (aún
cuando el mismo BCRA confesó otorgar créditos incobrables por U$S 10.000
millones al Estado y por otros 8.000 millones a los Estados provinciales) Es
decir que la banca oficial reconoció finalmente que el agujero negro en la
economía, que terminó privando a los ahorristas de sus depósitos, fue generado
por los políticos y su distribución irresponsable e interesada de recursos… En
definitiva, ¿qué falló?: Los parches… De La Rua incriminó a los humoristas de TV
y a la alianza sin saber que estaba él en ella… Hoy Kirchner culpa a las
privatizadas y al neoliberalismo de los ´90. Ningún cambio real y estructural se
ha venido dando en el país en los últimos años. Los problemas sólo fueron
emparchados o justificados por “herencias” y dilatados. De ese modo quienes hoy
tampoco tienen la solución, son parte del problema.

La justicia social
del peronismo es un slogan pasado de moda. Nada más alejado de ésta que un
gobierno en el cuál los pobres son sólo protagonistas en la oratoria. La crisis
energética deja al descubierto esta manipulación de creencias al mostrar cómo
los más afectados son casi 14 millones de personas que requieren de garrafas
porque no están adheridos a las redes de circulación de gas.

La ignominia
de las cajas PAN alfonsinistas se parecen en demasía a la “Súper Sopa” de las
manzaneras y a la actual “garrafa social”. La pobreza en las calles nunca se
atendió, por ejemplo. Se emparchó tan solo, acordando el Gobierno de la Ciudad
con los supermercados dar bolsas diferenciadas a los consumidores para facilitar
la labor de los cartoneros. Nunca se buscó terminar con ellos ofreciéndoles
alternativas más dignas. En Argentina se va convalidando, con medidas distantes
de ser políticas de Estado, la existencia de problemas. No se los resuelve, se
los agudiza. Sucedió con los remedios: cuando la gente vio disminuido su
consumo, se le ofreció el genérico.

Asimismo, cuando se advirtió que el
índice de desocupación subía considerablemente, se ideó el sistema del plan para
Jefes y Jefas de familia. Hoy la sospecha de clientelismo político detrás de
éstos fomenta la formación de grupos insurrectos y el conflicto interno. Ahora
bien, nunca se buscó el modo de incrementar el trabajo para evitar tener que
solventar subsidios. Hasta la Iglesia advirtió el peligro de fomentar vagancia
con esos métodos. En este trance de emparchar en vez de solucionar, cuando la
vagancia y los pordioseros aumenten considerablemente, sin duda se instrumentará
alguna suerte de obra pública a fin de construirles refugios para que molesten
menos, pero no se estudiará como poner fin al mendigueo. ¿Para qué? Mientras
tanto: · La interna del PJ la hacen unos pocos y la padecemos todos. La tregua
es precaria razón por la cual se abrirá una etapa de denuncias judiciales. No se
criminalizan los piquetes pero sí las internas partidarias. Saldrá a relucir la
causa abierta por el depósito de los fondos de Santa Cruz y otras argucias poco
calaras de ciertos dirigentes. A su vez, se intentará cambiar la fecha de los
comicios del 2005 de manera de amenazar o al menos paralizar el accionar de las
provincias por la influencia electoral del duhaldismo. Ninguna solución a la
vista, entre agresión y pacto seguirá desarrollándose el circo. A Kirchner le
espera una pelea compleja: sacar las leyes no será tan simple como cree, ahí
comprenderá lo que es dar la espalda al PJ sin que la transversalidad tenga
fuerza.

La inseguridad sigue como si no hubiera habido anuncio de plan. A
eso se suma el conflicto abierto con la justicia federal a quién el proyecto no
le cierra. En rigor de verdad es contradictorio y demencial: la policía entra en
decadencia gracias a la injerencia política y los civiles no son garantía de
moralidad ni eficiencia. Finalmente en el campo energético, el gobierno sólo da
a conocer premios y castigos como si ello pudiera prevenir el corte de
suministro en los hogares. No busca que la gente tenga sus servicios sino que la
falta del mismo no sea detonante de su pérdida de popularidad.

En el
ámbito social, se agudizan los conflictos. Aumenta la presión sindical por los
aumentos a funcionarios (parece que ganando 3.000 pesos se pueden convertir en
corruptos, pero ganando 6.000 ya se garantiza su idoneidad ¿…?) La nueva
metodología de pago con tarjeta magnética de los planes jefes y jefas de hogar
pone en jaque intereses sectoriales. La CTA, la CCC, no hay organización
piquetero ni siglas que alcancen ya a cortar calles. Mientras el gobierno no
sabe diferenciar la prevención de la sanción ni la represión del orden. · Las
provincias comienzan a demandar sus fondos de coparticipación, tema que aún
queda en oratoria, se acerca el vencimiento de deuda y los acreedores esperan
sin respuestas. · En este desorden de cosas, las petroleras terminarán acordando
con el gobierno: un corte en ese plano no parece serio, las inversiones que ya
están deben seguir adelante pactando lo mejor que se pueda. La metodología del
Gobierno es parecida a la implementada cuando debió sellarse el acuerdo con el
FMI: esperar a último momento denostando y mostrando una fuerza que no es tal.
El aumento del combustible de todas formas ya es un hecho. Pensar que éste no ha
de reflejarse en el proceso productivo y consecuentemente en la canasta básica
familiar es directamente, un disparate. GABRIELA POUSA (*)Lic. en Comunicación
Social/Periodismo (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias
Políticas; Estudios en Sociología del Poder (Oxford University) Ensayista.
Autora del libro “La Opinión Pública: un nuevo Factor de Poder”. Se desempeña
como Analista Política independiente.

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