Las cuestiones políticas no eran, en principio, el eje del evento, pero han estado a punto de protagonizar el primer desacuerdo serio casi antes de que empezara.

DECLARACIÓN FINAL DE LA CUMBRE
Una condena explícita al Gobierno de Estados Unidos por las torturas en Iraq y
Guantánamo ha sido el principal obstáculo para la aprobación de la declaración
oficial por parte de los países participantes en la III Cumbre América Latina,
el Caribe y la Unión Europea.

Las discusiones llevaban un curso normal
en las sesiones previas al evento hasta que los representantes de las 58
naciones llegaron al asunto de los abusos cometidos por soldados estadounidenses
contra prisioneros de guerra. La cuestión generó un vivo debate que se convirtió
en un impedimento para continuar.

La controversia surgió cuando el grupo
de América Latina y el Caribe solicitó una alusión específica a los graves casos
de maltrato en las cárceles de Iraq y Guantánamo por parte de la Administración
estadounidense.

Por su parte, las delegaciones de México y de la Unión
Europea defendieron que tal aspecto no fuera modificado, puesto que el sentido
de la declaración final no debería señalar a ninguna nación en particular ni
caso concreto. Tampoco aceptarían una condena a EEUU por negarse a ratificar el
convenio para el Tribunal Penal Internacional.

Las últimas correcciones,
antes de que los gobernantes de ambos bloques se reúnan hoy en Guadalajara, se
limitan a indicar el apoyo a un “sistema multilateral de seguridad colectiva” y
el convencimiento de que “la responsabilidad primaria del mantenimiento de la
paz y seguridad internacionales recae en el Consejo de Seguridad”.

Algo
similar pasa con la condena a los países que no han suscrito aún la creación de
la Corte Penal Internacional, para casos de delitos de lesa humanidad como el
genocidio o la tortura, el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático o la
aplicación de leyes extraterritoriales como la Helms Burton que avala el embargo
a Cuba, que en todos los casos apuntan contra EE.UU.